Dijo Miguel de Cervantes que “es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua”.
Aunque hace varios siglos que quedó patentada esta máxima, me atrevo a afirmar que si el sabio tuviera un resquicio por dónde contemplar la evolución del idioma español advertiría no solo la vigencia de sus palabras, sino que comprendería muy poco de esa lengua materna a la que tanto aportó.
La humanidad se desarrolla constantemente y con ella todo lo que la distingue, por ello resulta ilógico ir a contracorriente cuando tanto se ha avanzado en ciencia, tecnología, arte… pero ojo, hacer más rico el idioma no significa resquebrajar impunemente lo que llevó siglos y siglos de creación.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) o el Panhispánico de Dudas, por solo citar algunas de las autoridades en el tema, añaden cada día neologismos a sus archivos. Consultarlos y mantenernos informados de las novedades es, sin dudas, un hábito que deberíamos fomentar y generalizar. Pero resultan preocupantes los préstamos de otras regiones y aportes que se expanden como antorcha incendiaria y se convierten en vicios recurrentes en cualquier escenario.
Ahora están de moda “aperturar” y “direccionar”, sobre todo en el discurso de dirigentes y funcionarios ante un auditorio que luego los replicará en informes y subsiguientes reuniones para referirse a verbos tan simples como abrir y dirigir.
A ese mismo compás bailan “particionar” o “legitimizar” cuando dividir y legitimar llegaron primero y se colocan con mayor eficacia en la mente de quienes reciben el mensaje. ¿Son efectivos tales rebuscamientos?, ¿llevan algún código específico que impacte mejor al interlocutor?
Aunque algunos de estos vocablos están registrados en el DAMER (Diccionario de americanismos), en la RAE existe un observatorio de palabras que ofrece información sobre expresiones que no contemplan y que generan dudas, ya sea por resultar neologismos recientes, extranjerismos, tecnicismos o regionalismos.
En el caso de los ejemplos citados anteriormente, el observatorio los considera innecesarios y sobre todo recomienda evitar su uso. Según algunos expertos, estos términos surgen por la creencia de que así se añade interés o elegancia a lo que se dice.
Pudiera parecer antiguo pero Cervantes demostraba y criticaba en El Quijote la falsa erudición que algunos intentaban demostrar con el uso del latín, y sopesaba, con el personaje de Sancho Panza, la riqueza del lenguaje sin sobrepasar límites ni caer en excentricidades.
Y si hablamos de literatura se hace indispensable relacionar dos aspectos directamente proporcionales: lectura y ortografía, pues está más que demostrado que el primero garantiza un gran porcentaje del segundo.
Las nuevas tecnologías han llegado para desplazar los formatos tradicionales de libros y con ello los hábitos de lectura. La vida se construye más aprisa y aunque se realicen innumerables campañas para que un e-book resulte igual de atractivo que un manojo de hojas con cubierta y contracubierta, las generaciones actuales prefieren materiales más interactivos, películas, vídeos o súper resúmenes en menos de una cuartilla.
Es alarmante que las redes sociales, plagadas de disparates que circulan en memes y publicaciones, se conviertan en referencia para los más jóvenes, esos que nacieron en la era digital y aún no han aprendido a distinguir que “hay” es de haber, “ay” expresa dolor y que “ahí” es dónde está el problema.
Por si fuera poco, la COVID-19 ha impuesto un divorcio involuntario de los niños y la escuela. Aunque en el país se hacen grandes esfuerzos por llevar los contenidos hasta los hogares, pienso en esos pequeños que comienzan a aprender los primeros trazos o las reglas de acentuación y gramática.
El papel de los padres es esencial, pues apoyar el proceso al terminar la teleclase no implica solo revisar la tarea o verificar si copió la lección completa. Incentivar hábitos de más estudio y lectura, y menos teléfono y muñequitos serán hoy la garantía de que nuestros hijos logren sueños profesionales mañana.
Dijo Martí que “el lenguaje ha de ir como el cuerpo, esbelto y libre, pero no se ha de poner encima palabra que no le pertenezca (…) Entonces háblese sin manchas”. En este Día Mundial del Idioma Español, démosle un homenaje a Cervantes y también escríbase mejor.