Cacosmia bucal, fetor oris o simplemente halitosis es un padecimiento que más allá de ser un problema de salud, se convierte muy a menudo en un trastorno que afecta psíquicamente a las personas y tiene marcada influencia en la vida social y hasta de pareja.
Según una publicación en The British Medical Journal, entre el ocho y el 50 por ciento de la población mundial tiene episodios de mal aliento, que pueden ser fugaces, recurrentes, pasajeros o crónicos.
La mayoría de quienes sufren de este trastorno de una forma constante no se dan cuenta de que lo padecen, pues los receptores de su nariz se bloquean y no responden a la constante emisión fétida. Incluso, las personas a su alrededor se limitan a hacerles saber su problema por cuestiones sociales, entonces prefieren alejarse y evitar acercamientos prolongados.
En una entrevista concedida al diario Granma, el profesor William Haedo Quiñones, jefe del Grupo Nacional de Gastroenterología del Ministerio de Salud Pública de Cuba, comentaba que el 90 por ciento del origen es debido a problemas bucales, “pues la flora bacteriana normal puede producir sulfuros de hidrógeno y mercaptanos (sustancias volátiles que producen mal olor) que se acumulan entre los cepillados (ejemplo: aliento matutino). Sin embargo, no es la única causa”.
En el 10 por ciento de los casos restantes el mal aliento puede ser una señal de alarma sobre otras enfermedades que requieren atención, como pólipos, gastritis crónica, rinitis, sinusitis, estomatitis, gingivitis o faringoamigdalitis. Incluso puede asociarse a enfermedades respiratorias agudas, disfunciones metabólicas o hepáticas y cáncer de pulmón.
También puede ser causado por la xerostomía o síndrome de la boca seca (frecuente en quienes usan prótesis y en quienes permanecen mucho tiempo en ambientes cerrados sin ingerir alimentos o agua), y del llamado «olor del hambre», típico en personas que abusan de las dietas hipocalóricas con fines estéticos.
Entonces, ¿la halitosis tiene cura? Cuando una persona está consciente de que padece halitosis, el primer paso es acudir a un especialista, quien determinará las causas que la provocan y sobre esa base indicar un tratamiento.
Muchas personas intentan erradicarlo con goma de mascar o pastillas mentoladas que, aunque ayudan a producir saliva y a enmascarar el olor, no son la solución al problema.
Según el profesor Haedo Quiñones, el mal aliento sin causa evidente que lo produzca no puede suprimirse ni con la más cuidadosa higiene bucal. El único remedio en estos casos es el cambio de regímenes alimentarios, reduciendo la cantidad de grasas (productoras de ácidos grasos volátiles) y carnes, ordenando al paciente que ingiera vegetales, jugo de naranjas o algunos alimentos que contengan cítrico (jugo de limón) que limpian la lengua y aumentan la producción de saliva; el jugo de piña, o comerla, limpia bien la boca.
En el caso de divertículos, lesiones ulcerosas o amigdalitis crónica, llevan tratamiento quirúrgico cuando no se puede resolver por dilatación.
Por otra parte, algunos expertos sugieren acudir al dentista para que elimine caries, daños en la encía o alguna placa bacteriana. Usar hilo dental antes del cepillado para desprender restos de comida incrustados entre los dientes y enjuagues antisépticos. Cepillarse después de cada comida principal y sobre todo antes de ir a dormir en la noche.
También es recomendable ingerir abundante agua, evitar el exceso de tabaco, alcohol, café y alimentos de intenso sabor u olor como el ajo y la cebolla crudos. Tener cuidados especiales con las prótesis dentales porque estas contribuyen a aumentar la placa bacteriana. No permanecer muchas horas sin alimento y consumir yogur natural sin azúcar.
Curiosidad: Existe algo llamado fatiga olfativa o mal aliento «sin olor». Esto ocurre cuando la halitosis es frecuente y la persona puede tener la incapacidad temporal para distinguir un olor particular, pues tras cierto tiempo en presencia de un tipo de olor, dejamos de percibirlo.
Uno de los aspectos más curiosos de la halitosis es que hay personas que sufren de halitofobia. No poseen mal aliento, pero creen que sí y están constantemente tratando de erradicarlo. En casos extremos, ante tanto temor interrumpen su vida social por miedo al rechazo.