Más de un medio de prensa lo persigue por estos días. En La Coloma se dice que es un héroe, que menos mal que él estaba ahí para ayudarlos, para salvar a su gente.
Sobre sus hombres cargó a más de 30 niños y en total remolcó, junto a otro compañero, a unas 100 personas desde sus hogares inundados y muchos destruidos, hasta el centro de evacuación.
Luis Manuel Pereda Martínez no sabe de elogios. Su casa también “está en el piso”, pero él no ha dejado de trabajar, primero frente a los camiones de la recuperación y ahora en el centro de evacuación, haciendo lo que sea necesario, tramitando inquietudes, resolviendo problemas.
Este joven de 35 años es salvavidas y pertenece al grupo de Salvamento y Rescate de Pinar del Río.
Habla de lo que pasó esa noche y se le aguan los ojos. “No tuve tiempo de sentarme, fueron entre 70 y 100 las personas que rescaté esa noche. De cualquier parte pedían ayuda porque la inundación fue muy rápida y a muchos no les dio tiempo a salir.
“Desde antes tenía la orientación de quedarme aquí, de ayudar en lo que hiciera falta y la gente empezó a pedir auxilio. Alguien puede verlo como una irresponsabilidad, pero yo no me podía quedar de brazos cruzados”, dice este muchacho de apenas 35 años.
“Esa noche hubo primero algunas rachas de viento y de buenas a primeras empezó a azotar con mucha fuerza. La penetración del mar fue muy grande. Aquí tenemos un canal que el agua de mar penetra por ese costado y lo que venía para acá era un río, pero también había penetración desde ese otro y por el frente”.
En realidad, Luis Manuel había estado evacuando personas mucho tiempo antes de que llegara el ciclón, pero, nos cuenta, hubo quienes que con mucha decencia le decían que preferían quedarse en casa y cuidar sus pertenencias.
“Tuve que sacar del agua a familias enteras que no se habían evacuado porque hasta sus hogares jamás había llegado el mar, más otros que se habían quedado bajo su responsabilidad. Los niños no daban pie, los padres los tenían cargados y alumbraban con lámparas y linternas”.
Explica que pasó bastante trabajo porque algunas puertas no se podían abrir por la presión del agua.
“A una mujer que, además, es esposa de un compañero, tuve que ir a buscarla a unos 500 metros, casi frente a la Industria, estaba dentro del baño y la rescatamos también. Por suerte, no tuve que sacar a nadie sin vida de los escombros”, asiente con la certeza de que eso habría sido más difícil aún.
Pero había mucho peligro, Luis Manuel…, le digo, a lo que responde: “Sí, las planchas de cinc me volaban por el lado, los tanques de los edificios se caían y lo hice bajo responsabilidad, quizás a alguien le parezca que no debía haberlo hecho, todo era a nado de combate y con la linterna en la boca. Por suerte en este poblado todo el mundo se defiende bien en el agua.
“Pero las cosas salieron sin problemas, es lo importante, pude rescatar a muchos de mis vecinos, gracias a mis compañeros y a mi profesor que me han entrenado bien”.