“Porque la vocación humanista, el sentido del deber y el espíritu solidario solo te llevan a una dirección, estar allí donde se es más útil”. Esas fueron las primeras palabras que nos escribió el doctor en ciencias pedagógicas Roberto Isbel Morejón Quintana, decano de la Facultad de Educación Media de la Universidad de Pinar del Río, en una entrevista online que concedió a Guerrillero.
En el momento del contacto este hombre, que tiene 27 años de experiencia en su labor como educador y dirigente del sector, estaba en zona roja, era la segunda oportunidad que cubría y protegía su cuerpo y su rostro para atender a otros seres humanos.
Le preguntamos sobre las motivaciones que lo hicieron tomar la decisión de exponer su vida y fueron varias las razones que nos dio.
“Porque vencer una pandemia es imposible sin el concurso de todos en correspondencia con sus posibilidades. Porque nuestra querida Universidad es un esencial bastión de contención de la pandemia en nuestra provincia por lo que sentimos sano e inmenso orgullo ya que todos somos Universidad de Pinar del Río”.
Nos explicó que la lucha de esa institución contra la pandemia ha sido notoria. En la institución se crearon hospitales de campaña en las tres sedes, como prolongación de las instituciones hospitalarias que hay en la provincia.
Este graduado en la especialidad de Química y profesor titular, nos dijo algunos de los nombres del equipo actual en zona roja, como Meiyelis, Yadier, Rafael, Abundio, Erik, Abel, Rocío, Lázaro, Jesús y María Caridad, unos profesionales y otros estudiantes, pero todos con el fin humanista de cooperar.
“Porque para que perdure por siempre la sonrisa de nuestros niños, la alegría de nuestros adolescentes y jóvenes y la tranquilidad y sosiego de nuestros abuelos hay que dar la cara, poner el pecho y estar en la primera línea para evitar que se extienda aún más esta pandemia”.
Roberto Isbel confesó que para él laborar en zona roja ha sido una experiencia única, que ha ido acompañada por lógicos temores, pero la voluntad de hacer, participar y contribuir a mitigar los efectos de ese virus, le permitió sobreponerse.
Aclaró que los efectos nocivos de la COVID-19 en el ámbito mundial y nacional los motivó a todos a vincularse a esa lucha, porque es imposible mirar a otro lado cuando el deber convoca y que para eso ha sido vital el apoyo de la familia.
Entonces nos habló de sus padres Roberto y Marta, de su esposa Haydée y de las niñas Amalia y Ana Laura, y de que todos apoyan para que él entre a zona roja y para que participe en otras tareas importantes como la higienización del hospital Abel Santamaría.
“Porque nuestros jóvenes han demostrado que son portadores de sólidos valores, en ocasiones, más de lo que nosotros mismos imaginamos”.
El experimentado educador nos dijo que cuando se trabaja en situaciones límites es cuando las nuevas generaciones de cubanos se crecen y demuestran lo que valen, y que con sus modos de actuación los profesores y estudiantes demostraron los valores éticos y morales que poseen.
También se refirió a que en esta batalla contra la pandemia se suscitó un hermanamiento entre ellos y los compañeros de Salud Pública ya que por la dinámica de trabajo diario y riguroso, y desde el lugar de cada cual, constituyen un todo único que les permite enfrentar y vencer el flagelo.
“Para nosotros constituye una máxima ‘que morir por la patria es vivir’, siempre convencidos de que ‘Viviremos, Venceremos”’.
Hay fervor revolucionario en las palabras de Roberto Isbel y también mucho de amor por el ser humano. Es entonces que desanda algunas vivencias en esas paredes que albergan a personas con incertidumbres y temores por la enfermedad.
Nos cuenta que el momento de mayor tristeza, dolor y recogimiento lo vivió hace unos días cuando se comunicó por parte del equipo médico que se había confirmado el PCR positivo de una tita de un círculo infantil.
“Aquí en nuestro centro de aislamiento se encontraban los niños con las mamás y fue muy triste ver el llanto desconsolado de las madres”.
Sobre el momento más feliz nos dijo que sucede diariamente, cada vez que comparten la alegría de una mujer, un niño, un abuelo… cuando resultan negativos: “Todos los que trabajamos voluntarios y el equipo médico disfrutamos de esa alegría y sonrisas”.
Conozco a ese ser humano y sé que su entrega es absoluta, verdadera y permanente. porque es de los que luchan toda la vida. Un abrazo.