En sus espaldas carga el peso de un hogar entero. Sobre sus hombros, la responsabilidad de cumplir con la labor que le llevó horas de desvelo para subir cada escalón de su formación profesional.
Con sus manos inventa todos los días nuevos malabares, para que el salario llegue a fin de mes. Desde su mente afloran impensables trucos de magia para que al pequeño no le falte el plato fuerte en la mesa o la merienda en la escuela.
Nadie le paga doble jornada. Sin embargo, encuentra tiempo para, después del trabajo, quitar el polvo, lavar la ropa, cocinar, preocuparse por el familiar que está lejos, ayudar al vecino, jugar con el niño.
Sufre como todos, incluso, por todos. Llora, se agota, se enferma, se irrita. Muchas veces calla, traga y luego, sin saber cómo, se las arregla para reinventarse y seguir adelante, segura de que puede mover montañas, no importa sin son gigantes, no importan si son eternas.
Hay días en que olvida arreglarse, otros en los que sueña con darse un lujo, o simplemente, “coger un 10”. Pero la rutina la envuelve, la consume, la adapta. Sus prioridades cambiaron desde el minuto en que un par de ojos diminutos la miraron, quizás desde mucho antes.
Y es ahí cuando el corazón se le vuelve coraza y es capaz de todo por proteger a su prole. Es entonces cuando, a pesar de las vicisitudes y tropiezos, sabe mostrar apoyo incondicional, ternura, amor infinito.
Es injusto que alguien se haya empeñado en dedicarle un solo día del año para demostrarle cuánto significa. También es injusto que estas líneas, aunque lo parezcan, no vayan destinadas a todas las madres del mundo, que también lo merecen.
Y aunque resulte egoísta, es la madre cubana quien hoy inspira esta crónica. La que siempre encuentra la luz que necesitamos, a pesar de las oscuridades. A la que acudimos para que nos consuele cuando fracasamos. La que se despoja de sus dolores y siempre tiene una sonrisa para su hijo.
Es la madre cubana la que conozco, la que veo cada jornada luchar a brazo partido a pesar de huracanes, reordenamientos, distorsiones. Por eso todos los días son para ella.