Cuando se es joven y se toman las lecturas de la presión arterial casi siempre está entre 120/80 milímetros de mercurio. Pero al llegar a adulto mayor hay que tener mucho cuidado, porque se es más propenso a padecer de presión arterial demasiada alta (hipertensión), esto se debe a que los vasos sanguíneos se vuelven más rígidos con la edad, lo que aumenta la probabilidad de sufrir un accidente cerebro vascular, ataque o insuficiencia cardíaca, enfermedad renal o muerte prematura.
Algunos de los factores que pueden afectar la presión arterial son la cantidad de agua y de sal que se tiene en el cuerpo, el estado de los riñones, el sistema nervioso o los vasos sanguíneos, los niveles hormonales, la obesidad, el estrés, el alcohol y el tabaco o si se padece de enfermedades crónicas como el hiperparatiroidismo.
La hipertensión es un desorden altamente prevalente en pacientes adultos mayores y ancianos y es un contribuyente a correr alto riesgo cardiovascular. La presión sistólica aislada es la forma dominante, atribuida al endurecimiento arterial progresivo y al incremento de la carga ateroesclerótica, a la hipertrofia y esclerosis de la capa muscular de las arterias.
Si se nota alteración de la presión se recomienda asistir al médico y seguir sus orientaciones, aunque también algunas publicaciones digitales académicas tomadas de referencia sugieren al paciente vigilar el peso corporal, adoptar una alimentación saludable, evitar el sedentarismo y hacer actividad física, eliminar el tabaco, reducir el consumo de alcohol y controlar el estrés. Además, se deben evitar los alimentos precocinados, enlatados y embutidos, así como aumentar el consumo de potasio (frutas frescas, vegetales y cereales).