De extremo a extremo viajó con apenas 23 años, para intentar, desde su formación insipiente, el desarrollo económico- social de un territorio que allá, entrada la década del ´60, escondía sus luces como una Cenicienta.
Llegó a La Habana desde Santiago de Cuba, como muchos de los que en aquellos años soñaban con estudiar, pues la capital era la única opción, vino como alumno de la carrera de Arquitectura y terminó hospedado en un albergue de Pinar del Río, pues su decisión fue asumir el reto del Comandante en Jefe al ocurrírsele crear futuros Planificadores Físicos y una vez graduado, el occidente fue su tarea.
Eso nos cuenta Roberto Soto Carbonel, quien terminó su carrera soltero, para suerte de los pinareños, y encontró por esta vuelta, el amor de la pareja y también el del trabajo.
“Caí aquí, pues al terminar los estudios teníamos que cubrir donde hiciéramos falta, me preguntaron: puedes irte a Pinar y a Pinar me fui, arranque para acá y fue cuando conocí a mi esposa, una habanera que al igual que yo vino a cumplir en esta tierra, pero ella como médico; nos casamos y antes de yo terminar el servicio social, ya teníamos casa y carro”, sonríe al referirse a estos elementos como los suficientes para no querer regresar al oriente cubano y anclarse hasta hoy en este otro lado del país.
UNA PLANIFICACIÓN EN TODO SU ESPLENDOR
Dentro de sus funciones principales al asumir la especialización de Planificación Física creada por Fidel, estuvo la de acometer el plan de construcciones masivo que recién iniciaba en toda la nación.
“He permanecido por más de medio siglo de forma permanente en la Dirección Provincial, llevo dos meses jubilado, pero mantengo el vínculo para ayudar, sobre todo a los más nuevos.
“Al llegar, inmediatamente me asignaron responsabilidades, estuve al frente de los Proyectos Territoriales y de los Planes Regionales. Posteriormente, cayó sobre mis hombros, el Departamento del Plan Provincial, el cual fue en sí, la actividad que más me gustaba, ahí estuve 15 años, como especialista principal debido a la propia formación que tenía, desde ahí hicimos todas las proyecciones de desarrollo integral de la provincia”.
Fue aquella etapa durante el ´76 del siglo pasado, según refirió Soto, una de las de mayor importancia en su carrera, su mano fue certera en el esquema de desarrollo económico social del año 2000, trascendió en él, el hecho de integrar todas las estrategias planteadas por cada una de las instituciones participantes.
“En esa estrategia se diseñaba el desarrollo de toda la provincia, tanto agrícola, industrial, de los servicios, a partir de entonces, se elaboraron los tres planes quinquenales ´76-´80; ´81-´85; ´86-´90, años en los que prácticamente se llevaron a cabo la gran mayoría de las inversiones más importantes que tenemos, dígase las vaquerías; las obras de servicio como hospitales, policlínicos; las obras de educación; la infraestructura hidráulica y eléctrica; las presas; la autopista, entre otras.
“Todas dejaron huellas, había unas más complejas que otras, nosotros llegamos a hacer una macrolocalización hasta de una central electronuclear, en el norte de la provincia, pero no se llevó a cabo.
“Estuvieron las presas, de gran envergadura en todos los sentidos, teníamos que hacer un inventario de todas las afectaciones e inmediatamente sacar a las personas que vivían en esa zona, hicimos pueblos para ellos, pero era difícil decirle que debían abandonar su propio medio para irse a otro lugar”.
Pudieran ser muchas las anécdotas contadas por Soto, pues él formaba parte de un grupo de profesionales formados para decidir sobre los espacios, qué hacer con ellos y levantar, como castillos en el aire, las futuras obras. Hubo incrédulos que reían al escuchar las propuestas, pues las veían como puras falacias sin cimiento alguno.
“Decían que nosotros siempre estábamos soñando, pero bueno, la mayor cantidad de los sueños se hicieron realidad, ahí están las vaquerías, las escuelas en el campo, las presas, la autopista, las líneas eléctricas, los centros porcinos, las naves avícolas y tantísimas más que vi levantar a partir de lo que planeamos.
“Nos decían también ´los no se puede´, porque siempre éramos nosotros los que decíamos ´aquí no se puede construir, porque por ahí pasará el ferrocarril, pasará un canal, toda esta zona se va a sembrar de arroz, en fin, el no se puede era para bien, si no preservábamos estas zonas, llegado el momento sería en vano.
“Pero también hubo planes que no vieron la luz, como el de crear un canal en las márgenes del Río Guamá, hasta hoy existe ese proyecto maravilloso, para la evacuación de los residuales, confío en que algún día se haga. Mientras, en el norte de la presa Guamá, teníamos un área reservada para el jardín botánico y ahí lo vemos resplandecer, no así con el zoológico, que también pensamos construir”.
PLANIFICADOR PARA SIEMPRE
Cada uno de los logros tuvo un responsable, según Roberto Soto, el esplendor de la Planificación Física en Pinar del Río, respondió a la comandancia de Julio Camacho Aguilera, “nosotros le llamamos El Planificador Mayor, porque de verdad que él soñaba a la par de nosotros o más, cuando uno quería mirar lejos, ya él estaba más adelante.
“Siempre tuvo una relación muy estrecha con nosotros, no pasaba un día sin intercambiar con él, buscábamos en su criterio asesoría, respaldo, y es increíble cómo aún batalla por transformar a Pinar”.
Soto, referido entre sus colegas como la Biblia de la institución, tal vez por sagrado, o por la certeza de sus criterios, aún es llamado por su sapiencia y por constituir uno de los profesionales de mayor experiencia en la delegación provincial, experiencia de la cual siente gran regocijo, pues puso en sus manos a los grandes planos.
“Agradecimiento” es lo que muestra sentir, porque no solo hizo planes, también los vio concretarse, “camino por los lugares y no es la institución lo que veo, miro con otros ojos, ante mí vuelven aquellos años en donde marcábamos cada territorio, recuerdo con vehemencia cuando el cable coaxial, recorrimos cada metro de tierra para tener finalmente una información detallada del terreno. Te llegas a conocer la provincia, kilómetro por kilómetro cuadrado, creo conocer mucho más a Pinar del Río que al mismo Santiago de Cuba”.
La élite de trabajadores con los que, unidos hicieron sueños, son el respaldo a sus conocimientos, así lo asegura, todos juntos dieron su pequeño aporte al cambio de esta hoy princesa, ahí estuvo Soto, enamorado de la planificación física, como de Vueltabajo.
“Llega el momento de tomar un descanso de verdad, pero mientras tenga fuerza en mi mente y pueda aportar, aquí estoy, porque me gusta esto”, e insistió en la preparación de las nuevas generaciones, para amarrarse para siempre a lo que constituyó su proyecto de vida.
Este planificador incansable, tanto de su vida como de esta provincia adoptiva, sugiere a los que hoy están activos en la planificación, el rescate del conocimiento del territorio, “poderlo ver, no estudiar un lugar sin que el especialista haya ido hasta allí, no son válidas las valoraciones sin haber caminado, eso es pésimo, saber es clave, la tecnología ayuda, pero nada como la información brindada al ver la zona desde nuestra propia mirada”.
Así fueron tatuados en su mente cada centímetro de estos campos y ciudades y pasados más de 60 años puede todavía andar, con los ojos cerrados, por cada una de las andanzas en los asentamientos poblacionales, hasta los más lejanos como Macurije en Mantua.
No faltó mi felicitación a su persona, ni la de ese hombre para quienes pasaron por la institución o continúan, como él, “feliz de estar y de seguir con deseos, planificando el desarrollo de mi país”.