Hacia el Hogar de niños sin amparo familiar llegaron las máximas autoridades en Pinar del Río y en el intercambio, Julio César Rodríguez Pimentel, integrante del Comité Central y primer secretario del Partido en el territorio, felicitó a todos los menores pinareños y los exhortó a mantenerse atentos a las teleclases, así como a extremar las medidas de prevención contra la COVID-, pedido fundamental que les hace la Revolución ante la situación epidemiológica que vive el país.
Sobre las actividades cotidianas en el confinamiento comentaron los escolares que, combinando con los juegos de mesas y la televisión, priorizan las tareas orientadas, gracias al apoyo de sus maestros y de las trabajadoras de la institución.
“Nos graban las clases por si no nos da tiempo de hacer los ejercicios y también nos recogen las hojas de trabajo en la escuela y nosotros, los mayores, ayudamos a los más pequeños, sobre todo en Matemática y Lengua Española”, dijo Luis Alberto García Bernal, de 14 años, quien lleva más de 18 meses compartiendo vida con nuevos hermanos en el Hogar.
A Lauren Valdés Rodríguez también le preocupan tantos meses de distancia física de su preuniversitario. De no ser por las limitaciones de la COVID-19 estaría regresando a casa con su carrera en la mano. “Quiero ser médico pediatra, y para eso me estoy preparando, aunque aún queda mucho por estudiar”, aseveró.
Pronto Laurita -como le dicen- cumplirá 18 años y, por normativa de la institución al llegar a la mayoría de edad, regresará a Los Palacios, su pueblo natal. “Desde los cinco años vivo aquí. Estaré feliz porque vuelvo con gente que me quiere, pero estas tías y niños son parte de mí, igual que los amigos que tengo de la escuela”.
En la actualidad, los más pequeños son los hermanos García González, de 12 y nueve años, que llegaron al Hogar hace más de dos. A pesar de ser naturales de Sandino, en la capital provincial se les ofreció cariñosa acogida y en la actualidad se sienten plenos con su familia temporal y escuela. Entre todos los juegos, prefieren el dominó y “ganar a los grandes, cuando ellos nos dejan”, dice Yojairon, el mayor.
Desde su fundación en octubre de 1987, en los predios del Hogar de niños sin amparo familiar en Pinar del Río han vivido 63 infantes, por causas de muerte, abandono, enfermedad o reclusión de los padres. El centro pertenece a Educación y reciben asignación del Gobierno para la compra de ropa, calzado, aseo o alimentos.
Este año, 21 500 pesos son asignados para satisfacer necesidades de los niños y nueve trabajadores se turnan para acompañarlos las 24 horas, con extrema responsabilidad por la salud, estudios y educación general de todos los convivientes, dijo Haydeé Valdés Lezcano, licenciada en Logopedia que llegó al centro en 1999 para prestar servicios por un año y nunca más pudo alejarse de su misión y sus niños.