Dicen que los malos tiempos sacan las cosas más feas de los seres humanos, pero no siempre es así, y ejemplos buenos sobran, aun en periodos de penurias, y eso, de una manera u otra, nos hace mantener aunque sea una esperanza, más grande o pequeña, en el ser humano.
Para que tengan una idea, hace poco una lectora me comentaba cómo en su andar por el Hospital Materno vio a las pacientes ingresadas cooperar unas con otras, cuidarse, e incluso, compartir de sus prendas de canastilla con las demás. Aun cuando no es un secreto para nadie que cualquier ropita para niños, biberones y demás vale hoy un buen monto de dinero; no obstante, prevalecen las ganas de ayudar, y eso gestos ennoblecen.
Por el contrario, hace solo unos días, una anciana recibió una llamada a su celular para que devolviera 500 pesos que le habían transferido equivocadamente. Acto seguido recibió un mensaje, supuestamente de Etecsa, que corroboraba la transacción. Pero su hija constató y todo era un fraude. Querían robarle el saldo a la señora.
Marcando desde otro número que no fuera el de la señora, consiguieron que respondieran del teléfono del que salió la llamada estafadora, habló un hombre, que al darse cuenta de quienes eran, colgó rápidamente.
Cuento esto, porque este tipo de engaño tal vez es muy común, hemos escuchado varios testimonios de diferentes personas, tampoco es tan nuevo el proceder, y nos es difícil comprender cómo la conciencia de un hombre le permite estafar a cualquiera, sin siquiera ver su rostro.
El ejemplo inverso le sucedió a otra clienta, quien hizo una transferencia equivocada, esta vez real, y le fue devuelto su dinero, porque, sencillamente, se trataba de personas decentes. Esa es la gran diferencia.
Los honrados no pueden vivir bajo ningún concepto del soborno, fraude, estafa o engaño, porque amén de las necesidades económicas que tengan, su conciencia y principios no se lo permiten.
Eh ahí el devaneo entre decencia e indecencia. Decía José Martí que la pobreza pasa; lo que no pasa es la deshonra, y esa es una frase del Apóstol que nos puede servir de guía para el camino, aunque se torne difícil.
Sabemos que la situación económica en Cuba es difícil, que los apagones y los altos precios de productos necesarios, así como la escasez y los salarios menguados pueden lastrar los principios de algunos, pero confiamos en que se imponga lo bien hecho, así ha sido el cubano.
Nuestro país y sus habitantes se han caracterizado por su solidaridad innata, por dar lo que teníamos, no lo que nos sobraba, además, en Cuba las relaciones familiares entre vecinos, las amistades para toda la vida entre grupos, es lo que siempre predominó.
El valor de la palabra dada, de un apretón de mano, de un abrazo y de una promesa tenían peso en las relaciones entre los oriundos, y eso es lo que debemos volver a enfatizar. Valores que vayan en contra de toda malicia y aprovechamiento, y a favor de las buenas acciones en beneficio de los demás.
Los buenos ejemplos, que son muchos, nos llenan el alma; los malos, que también abundan, nos deben de poner sobre aviso para trabajar más en aras de una sociedad pacífica y benefactora. A todos por igual nos tiene que interesar que lo bueno se imponga, de eso depende una parte del presente y futuro de este país.