Como un ejemplo de democracia y legalidad, apegadas a la impronta del Líder Histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, puede calificarse el actual proceso de nominación de candidatos y elección de los delegados del Poder Popular a nivel de circunscripción.
Bajo el principio básico de: ¿Quién postula? ¡El pueblo!, acontecieron hasta el jueves 17 del mes en curso, 44 mil 929 reuniones de nominación en el país, con la participación de más de seis millones 600 mil cubanos y resultaron elegidos 26 mil 746, por los cuales se votará el domingo 27 entrante, en primera vuelta; y en caso de la necesidad de una segunda, será el 4 de diciembre.
Elegir es un derecho, hacerlo por el mejor es voluntad popular y por eso ya a la vista de todos aparecen las biografías y fotos de los hombres y mujeres propuestos para representar a sus barrios. El sufragio será en su zona de residencia y constituye una oportunidad de decidir individualmente por aquellos que poseen las cualidades para ocupar tal responsabilidad por un lustro.
El sistema político cubano exhibe un grupo de fortalezas, entre ellas cómo se organiza y estructura el presente proceso, en el cual serán elegidos los representantes de cada comunidad por el voto libre, igual, directo y secreto de los electores.
Esta elección de delegados tendrá lugar en todos los municipios de Cuba, precisamente, a solo dos días de cumplirse el sexto aniversario de la partida física – 25 de noviembre del 2016- del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien como nadie delineó este modelo democrático de gobierno desde la base.
“Nuestro sistema político, cuando se habla de democracia, no tiene que envidiarle nada, en absoluto, a ningún país de la Tierra, y creo que es mucho el mérito de esa democracia cuando tiene lugar aquí a 90 millas de Estados Unidos y bajo una espada de Damocles que ha estado sobre nuestras cabezas durante tanto tiempo”, afirmó el Líder de la Revolución Cubana en su discurso del 27 de diciembre de 1991 en la clausura del X Periodo Ordinario de Sesiones de la III legislatura del Parlamento.
En esa propia ocasión dejó bien claro: “El mecanismo de postulación tiene que ser del pueblo. Ahora, ¿quiénes son los representantes del pueblo? Los delegados de circunscripción.
“Tenemos que seguir el mismo mecanismo. El pueblo elige a sus delegados. Primero, el pueblo postula a los delegados de circunscripción, después el mismo pueblo los elige (…)
“Nuestro sistema presupone la mayoría del pueblo. Si no hay mayoría del pueblo en nuestro sistema, como el pueblo es el que postula, y el pueblo es el que elige, si la Revolución perdiera la mayoría del pueblo, perdería el poder; no perdería el espíritu revolucionario, seguiría el espíritu revolucionario, seguiría la lucha, porque digo que la Revolución es un principio, es un ideal, es un programa por el cual hay que luchar en cualquier condición y en cualquier circunstancia”.
Como parte del perfeccionamiento en marcha de los órganos del Poder Popular, se busca enaltecer y reconocer el papel del delegado, quien en su comunidad deviene la persona a la que todos acuden y si no puede resolver los problemas, al menos siempre se esfuerza por darle curso a las situaciones y ofrecer respuestas, aunque no sean las esperadas.
Esa figura de gobierno está llamada a tocar con las manos la vida cotidiana de su barriada, seguir muy de cerca los casos vulnerables y ubicarse siempre en el centro de las problemáticas de su área de acción.
En una de sus visitas recientes a la Güinera, el miembro del Buró Político del Partido, Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, destacó que los delegados son héroes de nuestros barrios, son la base de nuestro sistema político, y están en la primera trinchera, en defensa de la Revolución.
También Lazo Hernández comentó que llevar a cabo el proceso eleccionario, en medio de la difícil situación nacional, resulta un acto de valentía, “que desarrollamos por la profunda confianza en nuestro pueblo, en la sabiduría, en los valores, en la formación política y en los sentimientos de la población.”
El Poder Popular implica la participación de las masas, que es la esencia de nuestra democracia. Un principio esencial apunta al pueblo que nomina, elige, revoca, controla y al cual deben rendir cuenta acerca de sus funciones.
Igualmente a este tema se refirió Fidel en el cierre de la sesión de constitución de la Asamblea Nacional, en su cuarta legislatura, y del Consejo de Estado, el 15 de marzo de 1993, cuando afirmó:
«(…) si en otros lugares los partidos son los que postulan, aquí cualquier ciudadano de este país, mayor de edad —y son millones y millones—, puede proponer para que se postule a cualquier ciudadano, de los millones de ciudadanos de este país con derecho al voto. ¿Quién puede negarlo? ¿Quién puede ignorar lo que ocurre en las asambleas de base, donde los vecinos se reúnen para proponer a los candidatos y donde los vecinos son los que aprueban a los candidatos?
“Es una fortuna-añadió- el método este que estamos usando, que es incomparablemente más democrático que el método del pluripartidismo y es la aplicación de un concepto muy revolucionario en materia de democracia: el concepto de que el pueblo postula y el pueblo elige”.
Y se han seguido perfilando sus conceptos, por eso de cara al 27 de noviembre próximo se busca que votemos porque el poder del barrio esté en su gente, y en esa propia cuerda el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha llamado a votar por quienes puedan transformar el barrio, por aquellos que no estén de espaldas a la realidad, y se sitúen de cara a la ciudadanía y a sus necesidades más inmediatas.
La responsabilidad exige de sacrificios y ese cometido, la base del sistema del Poder Popular, constituye la tarea más difícil. Para ser delegado se requiere de un conjunto de condiciones, además del prestigio y los aciertos individua
En estos procesos se ha materializado el principio que acompañó a Fidel Castro en el ejercicio de su tarea al frente de la Revolución Cubana, por casi 50 años, como declaró en el título: “Un grano de maíz. Conversación con Tomás Borge” (1992):
“Para mí democracia implica la defensa de los derechos de los ciudadanos, entre ellos, el derecho a la independencia, el derecho a la libertad, el derecho a la dignidad nacional, el derecho al honor; para mí democracia significa la fraternidad entre los hombres, la igualdad verdadera entre los hombres, la igualdad de oportunidades para todos los hombres, para cada ser humano que nazca, para cada inteligencia que exista”.
Y siguiendo sus credos, la sociedad antillana se enfrenta a otro proceso eleccionario y como en los precedentes buscará realzar la indisoluble unidad de los delegados con sus electores, basamento del modelo democrático cubano, que nada tiene que ver con el desparpajo existente en la Isla antes de 1959, cuando un joven barbudo al frente de su aguerrida tropa mandó a parar.
Nadie mejor que Carlos Puebla describió aquellos tristes tiempos- que hoy en Cuba solo son historia pasada- en memorable canción:
“Aquí pensaban seguir/ jugando a la democracia/ y el pueblo que en su desgracia/ se acabara de morir/y seguir de modo cruel/ sin cuidarse ni la forma/con el robo como norma/ y en eso llegó Fidel”.