Primer Grado es el nombre de la nueva serie que ofrecerá la televisión cubana en las noches dominicales a partir del 11 de diciembre.
La propuesta se concibió bajo la dirección del reconocido realizador Rudy Mora, quien se caracteriza por la solidez y el dominio del lenguaje cinematográfico. “Esta es quizás una de las series más difíciles que he realizado, porque tiene 98 personajes y 114 locaciones”, señaló en conferencia de prensa.
Según la crítica especializada, Mora sobresale por sus habilidades narrativas, de dirección actoral, artística, fotográfica y el sentido del ritmo que impregna en las obras. Sus puestas en escena destacan por la precisión y la habilidad del montaje.
A su vez, tiene acostumbrado al público a producciones audiovisuales que abordan temas polémicos vinculados a la familia, los adolescentes y la realidad cubana, como son los casos de Diana, Doble juego y La otra cara.
En esta ocasión, llega con un acercamiento a las consecuencias del uso inadecuado de Internet. Muestra a la juventud como protagonista de los conflictos, ya que es el sector de la sociedad con mayor presencia en las redes sociales.
Primer Grado narra la historia de una estudiante de Informática en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae), en la capital, quien sufre un fuerte cambio en su vida cuando sus fotos son esparcidas en las redes sociales, por lo que se convierte en el centro de críticas y el hecho provoca la ruptura de su relación amorosa.
“Por la vergüenza, abandona los estudios y utiliza los conocimientos informáticos para identificar a los jóvenes que se relacionaron con la difusión de sus fotos”, explicó Rudy Mora. Para un acercamiento a esta nueva propuesta, dialogamos con él.
-¿Por qué el tema de las redes sociales para hacer un audiovisual?
-Es un tema que nos ocupa a todos, no importa la edad que tengamos. En los últimos años tiene un desarrollo, una presencia en la sociedad cubana y yo creo que nadie escapa de eso.
Así como también nadie escapa de los sucesos que ya existen y tienen que ver con la familia, con la ciberseguridad de la información. Eso, de alguna manera, es la idea de la serie.
Este proyecto nació hace tres o cuatro años atrás, cuando todavía el tema de las redes sociales no estaba como hoy en Cuba. Si se mira con relación a la actualidad cubana, el audiovisual está en sintonía con lo que pasa en nuestros días.
-¿Qué le aportará al público la forma en la cual abordó la temática?
-Siempre pienso que las lecturas son diferentes. Lo que más me interesa es que las personas se puedan conectar con la historia, con la visualidad de la serie. Quiero que el público tenga una serie relacionada con su tiempo.
Esta trama central es la sumatoria de un grupo de historias que conocí y creo que todos conocimos. Inclusive cuando estuvimos trabajando en la Cujae, vimos que es muy cotidiano la pérdida de información en el teléfono, el ciberacoso.
Entonces es un poco un conglomerado de muchas historias parecidas, que de alguna manera están concentradas en un solo personaje.
-¿Cuáles son los elementos de Primer Grado que quedaron bien logrados y cuáles no?
-Filmamos en una etapa muy difícil. La Cujae es una escuela con muchos alumnos. Una de las cosas que siempre soñé fue trabajar con la universidad llena de estudiantes, con toda esa movilidad. No se pudo lograr, porque grabamos en el momento que no había clases.
Tuvimos que cambiar, buscar extras, y eso quizás fue una de las cosas que no pude conseguir. Hubo que pedir permisos para poder concentrar a un grupo de personas en un local. Este tipo de elementos relacionados con la organización quizás no llegaron a ser lo que pensé y hubo que buscar soluciones.
-¿Cree que Primer Grado llegará al público como un audiovisual educativo?
-Estoy en contra de que algo se haga con carácter educativo. Creo que lo más importante es que las personas se conecten con la historia, y a partir de ahí, los mensajes tienen que llegar de una manera subliminal.
Vivimos en otros tiempos y es otra dinámica. Los jóvenes no aguantan un discurso directo o enfático de un mensaje. Me interesa mucho más envolver a los espectadores en una historia, y a partir de ella transmitirles un determinado valor.
Por tanto mi objetivo es primero que la gente se enganche con la historia, se conecte, le parezca atractiva y la disfrute si fuera posible. A partir de ese momento, entonces trato de que reciban determinados mensajes.