Provenía de una de las familias más ricas de la provincia, eso hizo posible que pudiera cursar estudios superiores. Su amor por Cuba fue condición inherente en su personalidad y a esta Isla le dedicó su vida, su existencia.
Al igual que su hermano, fue protagonista de la lucha por la independencia contra el colonialismo español. Pinar del Río tiene el mérito histórico de contarla en la pléyade de mujeres valientes y heroicas, que no escatimaron, a pesar de la edad, salir al campo insurrecto a ser parte activa de la guerra.
María Isabel del Rosario Rubio Díaz, Isabel Rubio, murió el 15 de febrero de 1898 como resultado de una gangrena adquirida en una pierna después que el hospital de sanidad que dirigía fuese asaltado, días antes, por el cuerpo de voluntarios y parte del ejército regular español.
El general Antonio Maceo la ascendió a Capitana del Ejército Libertador y resaltó de ella la entrega incondicional a Cuba. Nacida en Guane, el ocho de julio de 1937, recibió en este hoy municipio al Titán de Bronce cuando se disponía a culminar la Invasión a Occidente.
Su casa está considerada el primer centro conspirativo de Vuelta Abajo y extendió su prédica revolucionaria a todo el territorio, que respiraba un fervor patriótico destacado incluso por el propio militar Arsenio Martínez Campo.
Fue Isabel Rubio la pinareña que en los propios Estados Unidos recabó apoyo a los planes independentistas y fue un enlace perfecto entre los líderes del exilio y Cuba.
Ni lo difícil del terreno en el país, ni la espesura de los montes cubanos, ni la lluvia, el viento, la niebla, el frío, el calor, los mosquitos, las carencias y limitaciones, minaron su espíritu aguerrido durante los dos años que estuvo en pleno batallar.
Isabel Rubio, a pesar de haber transcurrido 126 años de su muerte, vive en el recuerdo eterno de las féminas cubanas, esas que han hecho de la resiliencia la mejor arma para desafiar los entuertos cotidianos y crecerse ante los desafíos.