“Por eso yo soy cubano y me muero siendo cubano/ Guajira de mi bohío no me podrás olvidar/ porque no vas a encontrar cariñito como el mío…” ¿Quién no conoce ese son guajiro tan nacional como el tabaco? Lo que pocos saben es que su autor es pinareño.
José Ramón Rivera Sánchez nació en el municipio La Palma, el primero de octubre del año 1902. Su madre, Juana Sánchez Palacios, lo trajo al mundo en la finca La Jíbara, un miércoles a las nueve de la noche, cuando quedaba en el cielo un filo de menguante para la luna nueva.
Su padre, Faustino Rivera, había luchado en la guerra de independencia en el Regimiento de infantería invasor villareño, y era conocido por el seudónimo de Cascabel; pero abandonó a su familia cuando José Ramón tenía aún muy corta edad. Por eso, al crecer y conquistar el reconocimiento del público, omitía el apellido de su progenitor en sus presentaciones.
Quienes lo conocieron lo describían como un mulato claro, de estatura media y complexión fuerte, comunicativo, aunque mesurado al hablar. Jovial, lleno de carisma. Vestía siempre con traje de dril 100 o guayaberas blancas, con su amante inseparable: la guitarra.
Vivió cinco años en Estados Unidos. Según fuentes orales allí trabajó, aprendió inglés y profundizó el estudio de la guitarra; aunque es un misterio el medio y la causa por los que emigró, y la fecha de su regreso a Cuba. Quizás como resultado de su estancia en ese país, pueden encontrarse en sus composiciones reminiscencias del jazz, el blues y el fox, y de manera indirecta el bossa nova brasileño.
En la década del 40 se traslada a La Habana y gana popularidad por el programa campesino que tenía por tema su obra insigne: El madrugador. Era un espacio de la radioemisora RHC Cadena Azul que se mantuvo al aire durante una década y lo bautizó con el mismo título de su canción.
La musicóloga Doris Céspedes Lobo asegura que “su desempeño interpretativo se centró, en lo esencial, en un repertorio basado en los géneros relacionados con el punto, la guajira y el son montuno, sin excluir su incursión en otros ritmos, registrados en los archivos de la radio cubana.
“Su timbre de voz, tenue, como apagado, pero de indiscutible afinación, se aviene a la tipología de temas interpretados por el artista de pueblo y a la carencia de una técnica vocal académica (innecesaria, por demás, para el tipo de música que cultivaba). La entonación, un tanto nasal, y la tendencia a interpretar finales descendentes, que son frecuentes en los cantores campesinos, son notorias en sus grabaciones”.
Entre sus temas antológicos se encuentran Guajira camagüeyana, Qué desengaño más triste, Por eso yo soy cubano. La canción que ganó como epíteto, El madrugador, se trata de una guajira cubanísima y emotiva, donde refirmaba su identidad: “Qué lindo es el suelo mío bajo el azulado cielo/qué rústico el arroyuelo murmura junto al bohío/ ilumina el veguerío el sol con su claridad, y rompe la soledad habitual de la pradera una tonada sitiera que es signo de libertad”, evoca la letra.
El profesor Ángel Calzada Calzada lo reconoce como un genuino juglar de la música cubana, con inigualable talento en la versificación de la espinela y elegancia en el cultivo de redondillas, cuartetas y sonetos.
Los textos de sus canciones están “permeados por la nostalgia de sus vivencias, aportan luz y singulares matices al pueblo que lo viera nacer (…) José Ramón surtió toda su obra musical de elementos naturales que distinguen a Cuba: las palmas, el azul del cielo y los arroyos que bañan nuestros campos. Sus temáticas se refieren mayormente a la campiña cubana, a la patria y al amor a la tierra”, exponen Luis Martínez Cruz y Rolando Sarmiento Conde en su libro José Ramón Sánchez, El madrugador (Ediciones Loynaz 2017).
En su poema Mi estancia expresó: Yo nací en una llanura/ circundada por boscajes/ cuyos floridos ramajes/ fueron y son mi ventura/ Un arroyuelo murmura/ su canción frente a mi hogar/ un bellísimo palmar/ se levanta majestuoso/ Mi estancia es lo más hermoso/ que puedan imaginar”. Por eso, la fama no pudo arrancarle su sentimiento de arraigo, y en cada verbena o fiesta de Pascua, en febrero y diciembre, siempre visitaba La Palma, acompañado por músicos establecidos en la palestra nacional que ofrecían su melodía a los pobladores. Hoy la Casa de Cultura de La Palma lleva su nombre y el Museo municipal investiga y conserva su patrimonio musical.
Grandes artistas y agrupaciones como Elena Burke, Orlando Contreras, Omara Portuondo, Abelardo Barroso, Orlando Vallejo, las orquestas Aragón, de Enrique Jorrín y de José Antonio Fajardo y sus estrellas, interpretaron sus temas. Aunque, lamentablemente, sus obras no pueden cuantificarse con exactitud, porque muchas de ellas no están registradas en la Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical (Acdam). Quizás por eso no existe el justo reconocimiento a sus cualidades musicales.
La diabetes mellitus le arrebató una de sus extremidades inferiores y sus años postreros decidió vivirlos en el asilo de ancianos Hogar Peraza, El Veterano situado en el municipio capitalino de La Víbora, hasta el 27 de febrero de 1977, cuando exhaló por última vez. “Por eso quiero dejar/ antes de cambiar de plano/ mi sentimiento cristiano/ expresado en un cantar/ Y el lector, al contemplar/ el paisaje encantador/ y el río murmurador/ que entre breñales se pierde/ quién sabe si se recuerde/ del viejo Madrugador”, escribió, avizorando su partida.
Ayer quise exponer mi comentario, respecto a su artículo sobre José Ramón Sanchez, de quien recuerdo su tonada y aquello de El Madrugador, cantado por Orlando Vallejo.
Hace un tiempo expuse como artistas de Pinar del Río apenas eran mencionados, aún cuando fueron y son glorias para esta tierra.
Uno de los nombres a los que me referí fue justamente José Ramón Sanchez.
El artículo este de aquí me satisface porque hace Fe a tamaño personalidad. Informa, para los que como yo piden conocer mas. Desconocía, que en 2017 se había publicado un estudio sobre la vida y obra de el Madrugador y ciertamente la recibo con mucha alegría. He pedido a alguno me lo encuentre por Pinar, dado que no vivo alli. En la capital nunca lo ví en ninguna librería.
Para mi el hecho es significativo.
Creo yo si José Ramón tiene un museo en la palma dedicado a su figura, alguna vez lo visitar.
Supongo que este ejemplo sirva a los sanluiseños a profundizar en la vida de Virgilio González Solar. Hombre a quien debemos más de 200 composiciones: La Ola Marina, Rompe Saraguey, Clara y otras.
Y a los citadinos pinareños, que homenajean a Miguelito Cuni. No deberian olvidar para mi una de las más grandes autoridades musicales de esta tierra; El Niño Rivera.
Así, así como el José Antonio Fajardo de Guane, o Enrique Jorrin de Candelaria,,aunque ya ahora ya es Artemiseña. María Teresa Vera, de Guanajay. Así hasta un músico cercano como Anga, sanjuanero.
En fin, creo bien vale la pena recordar, como lo hacen reiterativamente con Pedro Junco.
Gracias una vez más
Loable empeño en el acercamiento a José Ramón Sánchez.
En el enlace https://amautacentrocultural.es/amauta/jose-ramon-sanchez-el-madrugador/ podrás descargar en pdf el libro (colaboración de Amauta con ediciones Loynaz) prologado por la musicóloga Doris Céspedes Lobo; además videos de quien, hasta los últimos instantes de su vida, estuvo con arte y maestría: …“cantando música nuestra, que es más linda y es cubana.”
Saludos, Lorenzo Suárez e Irma Rodríguez.
Muchas gracias