“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno”.
Cada ser humano tiene que recorrer un camino que se llama vida. A veces ese camino parece que se nos pierde de vista; nos suceden cosas que nos desconciertan, nos llenan de asombro, nos sorprenden, nos cambian el rumbo de ese andar… esto y más, nos ha provocado, la tan nombrada en estos días COVID-19.
Sin tomar en cuenta particularidades étnicas, genéricas o etarias, se ha cruzado en el camino de todos de una forma u otra; pero paradójicamente estas particularidades que ella no consideró marcan la diferencia al enfrentarla y nos recuerdan que, tan importante como las cosas que acontecen, son las actitudes que asumimos frente a ellas.
Esperamos que los niños satisfagan sus ansias de juego por estos días, que las mujeres se sacien de esas añoradas horas que nunca les alcanzan para arreglar la casa a su gusto, que los adultos cumplan, con la responsabilidad que les caracteriza, su autocuidado; pero ¿qué se espera de los jóvenes? Más allá de que disfruten de las tantas horas que reclaman para su descanso y tiempo libre, se espera de ellos ese estampido de emociones positivas que contagia, la creatividad para llenar cada espacio del día de manera constructiva, el auge de las improntas, las utopías y los desafíos que caracterizan a la juventud.
Se espera que cada joven muestre su sentido de pertenencia como sujeto dentro de esa colectividad de cubanos que se esmeran por enfrentar la pandemia, se espera que asuman de manera personalizada las debidas medidas de prevención y autocuidado.
Sería prudente entonces preguntar a cada joven ¿Eres tú de este bando? ¿Cuál es tu actitud ante esta situación emergente que vives? ¿Muestras en tu actuar las cualidades positivas de esa linda etapa de la vida? ¿Sirves de ejemplo y apoyo a otros? ¿Te distingues por tu espíritu esperanzador y optimista?
Es cierto que el problema existe y no podemos taparlo con un dedo, pero también lo es que la estrategia que asumamos para enfrentarlo puede cambiar el destino de las cosas. Las dificultades que se presentan como barreras insalvables son resortes que nos pueden impulsar a alturas insospechadas, por eso las circunstancias actuales pueden hacer surgir en ti la capacidad para afrontar las crisis con una alta dosis de perseverancia y de tenacidad a fin salir transformado para bien.
Joven es tiempo de ejercer el dominio propio, de apreciar lo simple, lo cotidiano, de conformarte con poco, de disfrutar la ausencia de la prisa, la flexibilidad de los pasatiempos; esta es una oportunidad que te proporciona grandes lecciones de carácter.
Permítete sentir emociones intensas sin temerles, libera tu mente, acepta el cambio como parte de la existencia, establece metas realistas para la jornada de cada día, piensa de forma práctica y constructiva, dedica tiempo a la lectura, cuida la relación con la familia y los amigos a pesar de la distancia y, sobre todo, mantén el optimismo real.
La juventud sintetiza la actitud más optimista ante cualquier circunstancia de la vida y dicha actitud protege eficazmente contra la ansiedad, el miedo, la culpa, la tristeza y la anestesia emocional que provocan situaciones de emergencia como la COVID-19. Pero el optimismo no consiste en verlo todo color de rosa, él es realmente la antesala de la actitud realista.
Se dice que “el velero pesimista se queja de que el viento no sopla a su favor, que el velero optimista espera que el viento sople a su favor, pero que el velero realista, ajusta las velas y sigue su viaje”. Joven cada obstáculo que pueda presentarte esta situación tómalo como un desafío, con esfuerzo y perseverancia para continuar tu viaje. Elige vivir, son tiempos de ajustar tus acciones, de sacar de tu corazón todo lo bueno que encierra ese tesoro.