Cadena de arrastre al piso lista, el carro ya está bien aterrado, carta A6 firmada… guantes bien ajustados, con botas de casquillo, gafas para las salpicaduras y overol a la talla, suben al cargador de combustible muchachos que no sobrepasan los 30 años de edad, suele ser así cualquier inicio de jornada en el depósito de combustible de la Empresa Comercializadora en Pinar del Río (Cupet).
Horario laboral que inicia sobre las seis de la mañana, despojados de las preocupaciones de su vida social y hogareña se lanzan a garantizar que productos como el diésel, el queroseno, el fuel oil y el aceite usado lleguen a sus destinos.
JÓVENES CON EXPERIENCIA
Apenas 25 años tiene Yoel Morejón Madera, él ya conoce el carro que va a cargar, pues cercioró primero cada una de las medidas contra incendio, puso el brazo de combustible y arrancó al llenado; por otro lado, Julio César Valdés Muñoz, de 28 años, ya hizo las mediciones pertinentes, tiró cinta al tanque y calculó el vacío, realizan con destreza cada paso, ya llevan más de un lustro laborando en Cupet y conocen del oficio, cada una de las interioridades.
Yoel y Julio César forman parte de una brigada de operadores de movimiento y almacenamiento de producto (MAP) en esta Empresa, ambos están habilitados por el Tecnológico del Petróleo en Matanzas para operar con combustibles y al igual que el resto de los trabajadores del gremio celebran, hoy, primero de julio, el Día del Trabajador Petrolero, quizás de descanso, pero de seguro en plena faena, pues, para los operadores no existen días libres, ahí están de sol a sol, todos los meses del año.
Por ello, pretendemos reconocerles su labor, pues aun cuando su objeto social (el combustible), sufra escases y criterios malintencionados en los últimos tiempos, de pie, velan por el mismo, para que el que exista hoy en la provincia se le dé el destino requerido, a la hora necesaria y bajo la circunstancia que sea.
Son personas comunes, sencillas, humildes, incluso campesinos de la zona, así lo corrobora Yosbel Pita Hernández, otro joven, aunque no tanto, que encabeza sus tareas y los guía como jefe de brigada, sobre quien recae la responsabilidad de controlar cada acción.
Por su parte, Eduardo Fernández Benítez, director de Operaciones de la Empresa, comenta que “son trabajadores con alto compromiso, nunca ha existido un ´no puedo´. Los evaluamos periódicamente en el desempeño y en el conocimiento, pues es un trabajo de mucha exactitud, deben conocer los límites de entrega, hay cifras que responden a un seguimiento diario y hay que responder a ello.
“Sobre todo ser precisos en las operaciones, un derrame equivale a miles de pesos, un litro de combustible se vierte en segundos y en minutos son cientos de litros, por lo que chequear permanentemente la instalación buscando roturas, salideros, problemas mecánicos, es esencial”, acotó.
Asimismo, Pita Hernández explica que “al llegar aquí tenemos que estar con los cinco sentidos puestos en lo que hacemos, porque lo más mínimo ocasiona un caos.
“Realizamos una inspección diaria, de primer nivel, en la que nos fijamos en cada detalle, si hay salideros o existe algún otro problema, revisamos cada uno de los tanques, su funcionamiento, cuando llegan los carros, ojear la indicación de carga y descarga es primordial, así inicia el día”, dijo.
“El hecho de ser su jefe no implica una relación jerárquica, somos una familia aquí, porque Cupet es nuestra casa, nos apoyamos todos y aprendemos de nosotros mismos”, reconoce Pita. Por su parte, Julio César resalta la importancia del apoyo mutuo en cada tarea, “todos medimos, todos hemos estado frente a la brigada, asumimos en caso de que alguien falte, porque somos una familia, es parte del compromiso nuestro”.
MANOS FUERTES, MIRADAS ATENTAS
No solo de revisar lo mismo cada día transcurren las horas para los miembros de la brigada, existen actividades que requieren de sudor físico, pues es un trabajo de maniobras forzosas, ejemplo de ello es la descarga del combustible que llega sobre rieles, catalogado por Julio César como la más trabajosa, “implica el acoplamiento de mangueras pesadas, uso de buyones, subida al carro tanque por escaleras sin barandales, agachados para el enchufe de las tomas, velando por la descarga, la medición, la toma de temperatura, entre otras, todo manual, lo mismo a las dos de la tarde que a la una de la madrugada, justo cuando llegue el tren”.
Estos muchachos contaron sobre las labores realizadas durante las últimas lluvias para que los cubetos de carga no quedaran bajo agua y relataron cómo, con el agua a la cintura, repletos de productos oleosos, evitaron las inundaciones para que los niveles nunca llegaran a las bombas, limpiaron alcantarillas, desarmaron las conexiones con el fin de proteger los recursos que se utilizan como canales para que el pueblo cuente con su combustible, dígase en bodegas, calderas, servicentros, grupos electrógenos para la generación de energía, entre otros.
Yoel, el más joven, aun cuando no conversó mucho, pues evidentemente es de pocas palabras, sí quiso resaltar sobre la responsabilidad que tienen, un “compromiso inmenso”, dice, “no podemos equivocarnos”, recalca. Activo en todas las actividades de la juventud, muy certero, de los más dinámicos en las tareas asignadas, reconoce su jefe de brigada, “así, sin hablar mucho, es muy fuerte, me ayuda a mirar”.
Julio César habla sobre las funciones del medidor, ejercicio que casi siempre realiza, “no puedo equivocarme, hacemos tres y tienen que ser exactas, es una actividad que se realiza diario”.
Pita lleva 14 años en el centro, desde que concluyó su Servicio Militar, “es mi primer trabajo, no me hallaría en otro lugar”, exclama. Es él, el único operario activo, certificado internacionalmente, con el que cuenta la provincia, por lo que su criterio vale y por supuesto, se confía. Exalta a los más jóvenes a superarse siempre que tengan la oportunidad, los conocimientos son ayuda, le ratificó Julio César.
Mirar y controlar, descargar de los trenes a los tanques y de estos a los carros resulta incomprensible desde fuera, pero lucen majestuosos dentro del ajetreo constante de la carga, son petroleros comprometidos y consecuentes con los tiempos actuales, jóvenes que van por la vida en aras de defender principios éticos y profesionalidad.