El bajo perfil asignado al recorrido de la antorcha olímpica ilustra hoy el panorama reinante en Tokio a las puertas de una cita deportiva necesitada de enfrentar limitaciones impuestas por la covid-19.
El paso de la simbólica llama, que en otro momento habría provocado fiesta de pueblo, ha terminado por organizarse mayoritariamente fuera de la vía pública en la ciudad anfitriona de los Juegos de la XXXVII Olimpiada.
Quiso el azar que el relevo entrara en su recta final cuando la urbe arrecia las medidas contra el alza de la pandemia, al punto de disponer que el estado de emergencia se active desde el lunes y la cita transcurra sin público en sus instalaciones.
En ese contexto la antorcha fue recibida en el área metropolitana de Tokio con una sencilla ceremonia a puerta cerrada en el estadio de atletismo del Parque Olímpico de Komazawa, donde se reunieron representantes gubernamentales, reporteros y encargados de conducirla.
«Esta llama no se ha dado por vencida», dijo el extenista Shuzo Matsuoka, primer relevista del tramo capitalino, programado para 15 días como preámbulo del encendido del pebetero, uno de los momentos icónicos de la ceremonia inaugural pactada para el 23 próximo.
Entretanto, siguen sin resolverse las demoras para cubrir los trámites establecidos en los aeropuertos, y personas recién llegadas comentaron a JIT que necesitaron más de las cinco horas consumidas el pasado martes por la avanzada de la delegación cubana.
Ese tema y la lentitud en el otorgamiento de permisos imprescindibles para viajar comienzan a estar entre los abordados por directivos ya instaladas aquí a la espera del grueso de sus embajadas atléticas, paso que Cuba programó para el día 16.
Por otra parte, los medios abordan desde diferentes aristas la decisión de no admitir aficionados en los estadios, con énfasis en lo que impacta en el espectáculo, dando por hecho que en el plano económico la justa tiene otros pilares.
«Por supuesto que tiene un impacto negativo, ya que significa que menos gente vendrá a Tokio a gastar dinero. Pero, ¿es realmente sustancial? Obviamente, no», consideró el economista Masamichi Adachi al dialogar con Radio Francia Internacional.
De acuerdo con el experto, fue efecto psicológico del regreso del estado de emergencia, y no el carácter cerrado de los Juegos Olímpicos, lo que pesó en la bolsa de Tokio el viernes.
Pero aún en medio de esas y otras realidades que nadie habría deseado, la antorcha sigue su andar por una ciudad donde el sol sabatino fue más intenso que en las jornadas precedentes y muy pronto el deporte volverá generar buenas nuevas, incluso sin aplausos presenciales.