A pocas horas del arranque oficial de la Temporada Ciclónica 2023, volvemos sobre el tema de los ciclones tropicales— que de seguro tocaremos más de una vez a lo largo de la misma— si bien los pronósticos vaticinan que no será muy ocupada.
Aunque conocemos de sobra que Cuba, por su posición geográfica, está en peligro constante de afectaciones de estos organismos ciclónicos, el mes de junio es quizás de los que se consideren no representa un peligro elevado para nuestro país. En el inicio de la temporada las condiciones no están dadas para el desarrollo de tormentas de gran intensidad, como ocurren en los meses de agosto y septiembre, sin embargo no es un mes inofensivo.
Para este análisis debemos comenzar definiendo que los meses de la temporada ciclónica, no solo se diferencian en la actividad ciclónica, es decir la cantidad de organismos que se forman, sino también en las áreas en donde esto ocurre y las trayectorias que toman generalmente.
Lo primero está dado por condiciones desde el punto de vista oceánico y atmosférico, que son necesarias para que zonas de mal tiempo perduren y se organicen. Lo segundo responde a la posición de otros sistemas meteorológicos, que rigen el movimiento que pueden tener estos ciclones.
Durante el mes de junio el Anticiclón del Atlántico se encuentra extendido bien hacia el oeste, dominando todo el Atlántico y alcanzando una gran parte del Mar Caribe. Esta influencia deja poco espacio (área) para el desarrollo de zonas de mal tiempo, que quedan limitadas en ese periodo al oeste del mar Caribe y el golfo de México.
En la figura podemos ver las zonas de formación de los ciclones tropicales nombrados (tormentas tropicales y huracanes) para el mes de junio, además de las trayectorias medias en ese mes. Las áreas azules indican donde el promedio de formación es de entre 10 y 29 ciclones nombrados cada 100 años, fuera de ellas es menor a esa cifra, es decir menos de uno cada 10 años.
Como pueden observar es el occidente de Cuba el de mayor riesgo de afectación directa al inicio de la temporada, desde el punto de vista estadístico, porque siempre existen organismos que no se comportan como la generalidad.
Si analizamos las trayectorias de todas las tormentas tropicales y huracanes que han afectado a Cuba desde 1851 hasta la fecha, podemos ver que efectivamente el occidente es el más afectado, si solo tomamos como referencia el centro de circulación. Los vientos más fuertes ocurren en las cercanías del centro, pero las áreas de lluvias pueden extenderse a varios cientos de kilómetros, por lo que también la región central y en algunos casos la oriental pudieron ser afectados por estos elementos.
De ellos solo el huracán Alma de 1966 llegó a la categoría 3, ya considerado de gran intensidad, aunque a su paso por Cuba era categoría 2 en la escala Saffir-Simpson. Solo tres ciclones han cruzado sobre Cuba como huracanes en junio y 12 como tormentas tropicales, lo cual no quiere decir que estos últimos posteriormente no se hayan convertido en huracanes.
Llaman la atención dos trayectorias que no siguen el comportamiento del grupo, una originada en el Caribe y que cruzó sobre la región oriental y otra formada cerca de las Bahamas, que primero se movió al oeste y luego “recurvó” hacia el nordeste; el primero ocurrió en 1904 y el segundo en 1906.
El último de estos organismos fue Arlene en 2005, el mismo nombre que abre la lista de este 2023 y que nombrará a la primera tormenta tropical que se forme en este año. Si a usted le viene a la mente Alberto en 2018, recuerde que fue un ciclón del mes de mayo.