Luego de su presentación en el teatro Milanés, Guerrillero conversó con el humorista y actor pinareño acerca de su trayectoria artística y algunos proyectos por venir
Fue su primera vez sobre el escenario del “Milanés” sin que su madre estuviera presente. Al final del espectáculo, Kike Quiñones miró hacia el asiento que ella prefería, y confesó al público la sensación de que, de alguna manera, ella seguía ahí, alentándolo.
La presentación de Sinfonía con de nada, escrito y dirigido por el reconocido actor, representó, además, el reencuentro con los espectadores que lo vieron iniciarse en el humor, cuando ya han transcurrido 30 años de carrera artística.
“No puedo decirte que sentí al público como siempre, porque nunca es igual. Creo que el público aquí siempre supera mis expectativas, y es muy consentidor conmigo. Para mí, venir a Pinar es como ir al lugar donde conectas, oxigenas y sigues”, contó.
Kike Quiñones cursaba estudios en el otrora Instituto Superior Pedagógico de la provincia cuando formó parte del grupo de artistas aficionados Frescaliente.
“En 1998 aparece la oportunidad de hacer una película, Operación Fangio, y entonces me voy a La Habana; luego vino otro filme, la serie Los pequeños fugitivos, el programa A Moverse, el teatro…”.
De esa apretada síntesis, es, sin dudas, el Bandurrria de Los pequeños fugitivos su personaje más popular. “Pero, –aclara– me he preocupado de que la gente no me encasille con eso. De hecho, después que hice la serie estuve como nueve años sin hacer el personaje, ni siquiera en el teatro. A veces un humorista pega un personaje en la televisión y quiere vivir a costa de él, pero a mí me aburre hacer siempre lo mismo”.
Confirma que ha preferido concentrar su carrera en el cine y el teatro. Se sabe en el pequeño grupo de humoristas cubanos que no se presenta habitualmente en centros nocturnos, una opción muy atractiva desde el punto de vista económico, pero que también es carnada para caer en facilismos y lugares comunes.
“Mi signo zodiacal es Acuario, se dice que los acuarianos siempre van contra la corriente, y yo creo que en mi carrera siempre he hecho eso. He tenido posibilidades de hacer cosas que me hubiesen dado mucha más popularidad, pero antes que eso, he decidido moldear una manera de hacer humor distinta a la que es más común.
“Eso te quita, pero del mismo modo te da, porque si bien no gano tanto dinero como ganan otros o no tengo tanta popularidad como tienen otros, sí tengo un público que me sigue, que llena la sala, que espera los espectáculos. Eso me nutre más que lo anterior”.
El más reciente de sus espectáculos llegó a Pinar del Río luego de recorrer varias provincias del país, con favorable acogida de público. La propuesta es cuando menos interesante, por la atractiva combinación de músicos y actores en escena.
“A donde hemos ido, hemos trabajado con la orquesta sinfónica de ese lugar. El trabajo se duplica porque hay que mandar las partituras con antelación, trabajar entre apagones y todo lo demás… Los músicos tienen acciones individuales y de conjunto dentro de la obra, y al principio ven las cosas con cierto resquemor; pero terminan involucrándose y lo disfrutan tanto como el público”.
Desde la música clásica hasta la popular cubana transita la banda sonora. Sinfonía con de nada prueba la versatilidad de los músicos, así como la de los actores que le acompañan en escena, quienes deben desdoblarse entre el canto lírico y la comicidad.
“Siempre le digo a los músicos: ‘para ustedes es un concierto diferente y para nosotros es un espectáculo diferente’. Así quería homenajear al grupo argentino Le Luthiers, al teatro vernáculo cubano, a la música cubana en sentido general”.
A Kike Quiñones le gusta reverenciar lo que él mismo llama “humor inteligente”. Hace pocos años lo vimos en la pequeña pantalla como principal artífice de El humor se piensa, un programa de corte didáctico, dirigido a demostrar la investigación que debe anteceder cada propuesta artística, también en el humor.
“Estaba saliendo de la dirección del Centro Promotor del Humor y había luchado bastante en esos años porque la gente evaluara el humor en su justa medida. El humor se piensa fue, entonces, una especie de declaración de principios de que el humor lleva elaboración y, además, mostrar por qué. Por otra parte, el programa me servía para emocionar a la gente con respecto al humor y dar alguna guía de apreciación, pues hay mucha ignorancia en torno al humor”.
¿Esa ignorancia tiene que ver con el público o con los propios comediantes?, preguntamos.
“Sobre todo con los comediantes, porque el público se forma, y la muestra de que el público no está condicionado a recibir cosas mal elaboradas es que cuando el programa se transmitió, había muchos programas de humor en la programación, y este fue el de mayor rating y de mayor índice de uso. La gente sí quiere aprender, sí quiere apreciar las cosas en su justa medida, lo que pasa es que a veces es muy cómodo pensar lo contrario”.
Actualmente, el artista es también el decano de la Facultad de Arte Teatral de la Universidad de las Artes Cubana, una responsabilidad compleja en tiempos en que la escena nacional sufre carencia de actores.
“Estamos diseñando un programa en el que las demandas de formación de actores vengan directamente desde los territorios, de acuerdo con su realidad. Lo otro es crear unidades docentes en las provincias. En La Habana, por ejemplo, hacemos un experimento en el que los estudiantes desde tercer año se vinculan directamente a un grupo, y la evaluación de la especialidad sale del grupo; ellos aprenden y a la vez ayudan al completamiento de la plantilla de esas unidades artísticas”.
En medio de la organización de tales procesos, Kike Quiñones asegura que no descuida su carrera ni un segundo. Adelantó que el mes próximo comienza el rodaje de una película dedicada al boxeador cubano Téofilo Stevenson, en la cual interpretará al eminente entrenador Alcides Sagarra. Además, ya se encuentra en posproducción un filme que representará su debut como director de actores.
“Siento que he hecho menos de la mitad de lo que realmente quiero hacer, me veo dando aún los primeros pasos, tengo tantos sueños… a lo mejor hasta crear mi propio proyecto para el teatro, incursionar en la dirección de cine…”.
Él, con tanto por hacer todavía, ya parece tener el relevo en casa, el pequeño Rodrigo, su hijo, a quien hemos visto con sorprendente soltura en espacios televisivos como Vivir del cuento.
“Rodrigo es un orgullo tremendo, yo no lo he empujado a eso, él solo ha querido, y verlo desempeñándose por sí mismo me emociona cantidad”.
Actuación, dirección, academia, teatro, cine, familia… Contrariamente al título de su último espectáculo, los caminos creativos de Kike Quiñones son una “sinfonía con todo”, en la que el talento y la voluntad llevan la batuta.