La pandemia en el mundo ocupa a todos y Cuba no está exenta, las provincias mucho más.
En el caso de Pinar del Río, con excepción de los problemas locales en Consolación del Sur y en Guane, cualquiera pudiera atribuirle a la suerte el mínimo número de contagiados que presenta.
No ha sido precisamente la suerte la que nos trae hasta aquí. Esto es el fruto de la experiencia, preparación y aplicación de medidas y su control.
La población es parte fundamental del éxito como polea trasmisora de los esfuerzos de las autoridades, aunque aparecen los peros que embrollan el sistema.
Cuando a la gente se le afectan sus intereses saltan. Pero las autoridades saben y lo han hecho saber y demostrado, que solo el aislamiento físico de los humanos pone freno a la pandemia.
Es difícil pedirles a las personas que se mantengan aislados, mientras por otro lado existen necesidades alimentarias, médicas y de otro tipo. Y hay que hacerlo.
El presidente del Consejo de Defensa Provincial, Julio César Rodríguez Pimentel, a través de la televisión local, le ha explicado a la población, una y otra vez, las medidas, incluso las soluciones, pero una cifra considerable de los ciudadanos al parecer no comprende la gravedad del hecho y su profundidad.
No podemos pensar que a estas alturas los ciudadanos pinareños desconozcan el riesgo del peligro. Entonces cómo es posible que la gente, esa misma que por la tarde afianza todo su apoyo al Presidente del país en la Mesa Redonda o por el Noticiero, que a las nueve aplaude a los valientes trabajadores de la Salud al amanecer sale y convierte cualquier tienda, kiosco o bodega en una batalla campal. ¿Dónde está las conquistas en la educación, la cultura y la urbanidad que suponemos poseer?
Y no busquen excepciones: todos los ciudadanos tenemos iguales intereses, necesidades y urgencias.
Lo de las colas no es nuevo: a través de épocas se han creado soluciones, ideas y planes, pero jamás han funcionado; aunque tampoco jamás la vida humana ha estado tan en juego como ahora.
Los empresarios a cargo de los servicios, los políticos, los empleados, las organizaciones, la policía y hasta la propia población buscan respuestas, se aplican métodos… pero a la larga a la mayoría no resultan.
¿Es más difícil detener la enfermedad que organizar las colas? ¡No! La pandemia es gravísima, pero la dirección del país con el conjunto del pueblo la está parando. Entonces cómo es posible que esa misma población no responda con igual colaboración y apoyo para solucionar las filas.
Todos necesitamos adquirir los productos, pero ¿no habrá mente lúcida entre nosotros que al menos nos haga pensar, marcar y pacientemente esperar, respetar la distancia entre otros, comprar y marcharnos felizmente?
En Hamlet se lee: “ser o no ser”. ¿Acaso la nuestra es “la cola o la vida”?