Se produce el encono del planeta y yacen los muertos adocenados en el universo. Periodo contemporáneo, pero Carmen Serrano convoca a la espiritualidad y es tal su llamado que la convierte en unívoca. Si pregunta, la respuesta quien la tiene es Cervantes: el de los motivos, el del manteo. Carmen no zurce versos sino que imantada por la estrofa varada, el ritmo es una secuencia a la que el fuego llegará para hilvanarlo.
Libro concluso para sentenciar el caos antediluviano o meteórico. Los sonetos y las décimas cristalinas, no repudian la mezcla del homenaje. La casa espiritual es un condominio del hombre. Libro hecho para la salvación humana.
Cuando Carmen retomando los versos de Cavalcanti afirma “hay poemas que quitan palabras de la boca”, se refiere a su céntrica pleamar, en la que el contenido puede más que el continente porque la inspiración del soneto suele ser perfecto.
Ajena a las gratuidades esta poesía directa e indirecta sobrepasa los límites de la ignorancia, para mostrarnos el sabor de una cultura plena en la que la reminiscencia de lo fabulador, no esconde su corola.
Flor de experiencias, los sonetos formativos de este libro son también un aviso a la humanidad, como si lo eterno fuera en sí misma y sus bellos poemas la eternidad del juicio.
Breve, lucido e intelectual el articulo sobre la poetisa. Pero nos quedamos con las ganas de saber quien es, donde vive, donde se puede adquirir el libro , y hasta hubieramos querido leer al menos unos pocos versos.