Convertida en empresa en julio de 2022, la fábrica La Conchita tiene un espacio ganado dentro de la historia local y un poco más allá, porque sus producciones forman parte de la memoria gustativa de varias generaciones de cubanos.
Justamente, el rescate de esas elaboraciones como la barra de guayaba, mango, el dulce de coco, entre otras, es uno de los éxitos de los que actualmente presumen, así lo confirmó Katia Pérez Morejón, directora adjunta de la entidad.
La máster en Ciencias en Dirección de Empresas, licenciada en Economía y técnico medio en Química de los Alimentos, acota que los frijoles enlatados son el único surtido que no han podido revitalizar, no logran la conservación ni calidad que los distinguía, pero están lejos de darse por vencidos.
Menos en un colectivo que considera como la mayor victoria el no detenerse, pues a pesar del déficit de combustible y los frecuentes apagones, buscan alternativas que mantengan la fábrica en activo.
EN EQUIPO
Concilian con la dirección de la Empresa Eléctrica la disponibilidad energética, y en dependencia del horario en el que garanticen el servicio, ellos organizan los turnos de trabajo, así que el día puede comenzar allí en plena madrugada o altas horas de la noche, la transportación de los obreros es asegurada por la administración.
Aracelys Ajete Hernández, secretaria del buró sindical, explica que eso está contenido dentro del convenio colectivo, fijaron horario irregular y así pueden adecuarse a las circunstancias; acota que la alimentación depende del momento en que empiece la jornada, que siempre es de ocho horas, pero reciben desayuno, merienda, almuerzo o comida; y en las madrugadas frías, “aunque sea una tizana caliente.”
Más del 65 por ciento de la fuerza laboral la integran mujeres, al preguntar si no es con esa preponderancia y el rol de cuidadoras tradicionales de la familia un problema la inasistencia, lo niega categóricamente y añade que en el pasado año distribuyeron utilidades todos los trimestres, disponen de sistemas de pago por resultados y ya han triplicado el salario básico de los que están directo a la producción y duplicado el de los indirectos.
A juicio de Felicia Ramos Martínez, quien lleva 42 años laborando en el centro, esa es la razón por la que, si hay un niño u otro familiar enfermo, buscan quien lo cuide, para no faltar, porque el beneficio económico llega a toda la familia.
Y habla por sí misma, que con 69 años no piensa en jubilarse porque se siente bien, y allí ha encontrado una segunda casa y puede seguir aportando a los suyos, no solo monetariamente (el mes pasado cobró 26 000), sino con los productos que a precios módicos les expenden, “¿dónde tú encuentras un saco de carbón a 300 pesos?”
Está mujer de tez negra, delgada y con una vitalidad envidiable, que la trasmite en la gestualidad y energía con que acompaña las palabras, recuerda que cuando le asignaron un televisor le descontaban 100 pesos y apenas le alcanzaba el dinero, pero cuando terminó de pagarlo decidió seguir ahorrando y actualmente llevó ese centenar a 2 000.
Se jacta de que ha pasado por todas las áreas de trabajo y que puede hacer cualquier cosa, lo que haga falta.
LOS JÓVENES
La atención a los jóvenes es una prioridad dentro del colectivo, destaca Katia Guerra Rivera, secretaria provincial del Sindicato de los Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca, no solo por la atención que les brindan y las oportunidades de superación, sino porque de conjunto con la comunidad propician la incorporación de estos al empleo.
Comenta que así han contribuido a la reinserción social de muchos que abandonaron los estudios, estaban desvinculados laboralmente e incluso habían cometido delitos, y es que esta fábrica es mucho más que el nombre lo que ha dado al entorno.
Felicia da fe de ello, pues fue cuando se trasladó aquí, de su natal Puerta de Golpe, con su esposo y dos hijos, que pudo incorporarse plenamente al trabajo. No fue fácil, lo hizo en el turno nocturno porque no tenía círculo infantil para los niños, el cónyuge y una vecina ayudaban, empezó como carretillera.
Estuvo ocho años en esa faena, que dejó callos en sus manos, porque tenía que coger las latas calientes, “de las grandes, de cinco galones”, y aclara que actualmente las mujeres no hacen ese tipo de trabajo, porque para ella estos son los mejores tiempos que ha vivido en La Conchita.
Por eso dice que vive empujando a los jóvenes; cuando hacen el evento de la mujer creadora, convence a las “muchachitas para que presenten algo”, y al que llega nuevo enseguida le pregunta de todo, “¿por qué tú no estás estudiando?”
“Nosotros tenemos tres prioridades: una, la alimentación del pueblo; la otra, levantar un poquito la economía con exportaciones; pero la primera, la principal, es la atención a nuestros jóvenes con un lema, al trabajo, ponle corazón”.
Para ilustrar el humanismo que les caracteriza, cuenta que hace unos pocos días supieron que había una niña ingresada en el hospital pediátrico Pepe Portilla, que necesitaba transfusiones de sangre para su recuperación, y de forma voluntaria se llenaron dos micro ómnibus con personas dispuestas a donar, “para mí, eso es lo más grande, salvar vidas.”
SIN PAUSA
En julio del 2024 la Empresa de Conservas de Vegetales La Conchita obtuvo la licencia como exportadora e importadora. Queda mucho por andar para consolidarse en el mercado internacional, los primeros pasos están dados con la revitalización de los surtidos; no obstante, Pérez Morejón considera que el mayor triunfo es que no paran.
Y con ello se refiere a que no solo hay molienda en picos de cosechas, sino que, gracias a encadenamientos con proveedores del Ministerio de la Industria Alimentaria (Minal), procesan pulpas de otras fábricas, además, con proveedores no estatales obtienen materias primas para otras producciones alternativas.
Laurel y comino molido, canela en rama, sirope de piña, bijol condimentado, entre otras, integran esta variada cartera que genera ofertas para la población y a la vez ingresos, lo que beneficia directamente a los 363 trabajadores.
Refiere la joven directiva que es fuente de orgullo la respuesta del colectivo para enfrentar situaciones como la inestabilidad del servicio eléctrico y la capacidad de adecuarse a las circunstancias, con una industria envejecida tecnológicamente, pero en la que nunca falta la disposición de los hombres y mujeres para buscar soluciones.
Cuentan con un área de autoconsumo, dentro de la que tienen una cochiquera, eso les permite reforzar la alimentación e incluso realizar venta de carne de cerdo a los trabajadores, varias veces en el año.
UNA VEZ MÁS
Felicia alaba a los jóvenes que están frente a la empresa, al cuestionarle sus elogios asegura que ella es tataranieta de cimarrones, y que cuando las cosas están mal lo dice, pero que la unidad es algo distintivo de “los conserveros”. Dirección, sindicato y Partido son uno, y en los matutinos lo explican todo, aquí los lunes, si se demoran un poco en empezar, la gente pregunta ¿no van a hacer matutino?
De sus palabras y de la revitalización de La Conchita emerge la reconfirmación de que el trabajo en equipo es una fortaleza, en todos los tiempos, pero especialmente cuando se navega en aguas turbulentas y con vientos de tormenta.