Por: Dainarys Campos Montesino, Dorelys Canivell Canal y Yolanda Molina Pérez
La descentralización de facultades es una de las estrategias implementadas para que haya más caminos por los que puedan transitar las empresas estatales socialistas hacia la eficiencia. En consecuencia, hoy los establecimientos que prestan servicios comerciales y de gastronomía en Pinar del Río tienen potestad para la formación de precios; la dispersión de los mismos y el desmedido aumento son inversamente proporcionales al salario promedio en Cuba, que se mantiene en el mismo lugar.
Autogestión, encadenamientos son palabras tras las que está la búsqueda de proveedores alternativos, al carecer el país de los recursos que respalden el cumplimiento de los indicadores del plan de la economía en esas unidades, y si bien es cierto que son las vías que permiten la existencia de las ofertas, también son un engranaje maquiavélico en el que se esconden ineficiencia, intermediarios, márgenes comerciales elevados y utilidades excesivas; visibles en las tarifas que abonamos los consumidores, última pieza, y la más dañada.
Deisy Rodríguez Delgado trabaja en la escuela primaria Federico Capdevila, su sueldo es de 2 413 pesos. Como a gran parte de la población, le resulta escaso para satisfacer las necesidades básicas.
“Me quedé muy sorprendida al pasar por Artex y ver que una bolsita pequeña para guardar lápices cuesta 520 CUP, es algo abusivo, ¿cuántos padres no quisieran que sus hijos asistieran a la escuela con los materiales como se debe?”. Agrega que no entiende por qué el sirope que se expende en pipas en algunos lugares tiene un valor de 80 pesos y en otros 90, incluso cuando ya viene “santiguado”, como se dice en buen cubano.
Para Marilyn Valdés es inconcebible que en un centro cultural de Artex el refresco de cola, en presentación de litro y medio, cueste 350 pesos, un valor similar al de los trabajadores por cuenta propia (TCP). “Al final, si tienes hijos, es imposible que puedan tomar refrescos, a ese precio no se puede ni siquiera intentar darles un gusto”.
La mayoría de nuestros entrevistados coinciden en sus dudas: ¿Por qué un mismo producto tiene diferentes precios según el establecimiento y siempre es alto? ¿Por qué centros estatales y particulares compiten en quién vende más caro? Detrás de todo el complejo entramado que es la formación de precios, en la actualidad, quien tiene que pagar por el bien o el servicio, lleva las de perder. En eso, también concuerdan.
A LOS PIES DE LAS MIPYMES
Sobre los precios en las tiendas de Artex conversamos con Vivian Ortega Concepción, gerente comercial de la sucursal en Pinar del Río, quien explica que la mercancía que ofertan, dígase útiles escolares, velas u otras piezas artesanales, se las compran al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), les aplican un margen comercial de hasta 1.65, qué es lo establecido por la casa matriz de la entidad en el Ministerio de Cultura (Mincult).
“Hoy no tenemos productos de Arte en Casa como antes, cuando las tiendas estaban surtidas. También todo ha cambiado y la gente compara la goma de borrar que costaba 0.25 centavos en CUC con los 50 o 70 pesos que vale ahora, es un cambio muy brusco”, dijo.
Añadió que el expendio de refrescos y bebidas que se ve últimamente en estas tiendas es parte de una prestación cooperada de servicios, a través de la cual solo les cobran a las Mipymes o a trabajadores por cuenta propia el 10 por ciento de aquello que venden en su local, lo que se refleja en las utilidades del establecimiento.
En el caso de los centros culturales, Maipú Rivera González, especialista de atención a esas instalaciones, explica que los seis espacios de este tipo que tiene Artex en la provincia están asociados a formas de gestión no estatal. “Ya no hay empresas que vendan mercancía como antes hacía ITH y la comida salía más barata. Cualquier sábado si acudes por la noche a Luces de Ciudad, te das cuenta que el público no supera las 30 personas y casi todos son jóvenes que estudian”.
¿Qué ofertas hay para ellos? Papas fritas, el estuche supera los 500 pesos; vodka, la botella cuesta 2 000; refresco, el pomo 350 y los cocteles son prácticamente inaccesibles, ¿qué consumen esos muchachos entonces? Casi nada, “al final cuando cierra el mes el centro tampoco tiene ingresos, porque lo que se vende, a ese precio, es muy poco”, precisa.
Indica Rivera González que igualmente le aplican un margen comercial a la bebida que adquieren, tanto de las formas de gestión no estatal como a proveedores como Havana Club, por ejemplo.
En el caso de la comida sucede parecido, explica que le compran al Combinado Lácteo el kilogramo de queso a 370 pesos y le deben aplicar un margen comercial de no menos de un dos por ciento, para ser rentables. Eso trae como resultado que haya que aumentar el precio de venta a la población, sin contar los escalones burocráticos que deben sortear para cerrar contratos con diferentes empresas como Frutas Selectas y otras.
Parecido pasa con establecimientos de la Empresa de Alojamiento y Gastronomía (EPAG), quienes a raíz de la Resolución 99 de Finanzas y Precios tienen la facultad para gestionar sus productos.
Ocurre que tras dialogar con sus administradores se percibe que esa facultad se ha convertido en un problema. Yuniesky de Armas Lóriga, director de la UEB Restaurant La Descarga, explica que a pesar de que tienen contratos con empresas estatales como la Cárnica, la Avícola y la Pesca, las entregas son mínimas, por lo que recurren a las facultades que le otorga la Resolución 99 para autogestionarse.
Todo ello redunda en el encarecimiento de los precios y servicios que prestan. La mayoría de los líquidos que ofertan en unidades anexas como El Anón se adquieren a través de Mipymes y TCP, a lo que se le aplica un margen de hasta el 30 por ciento. Algo similar sucede con los comestibles del restaurante como jamón, puré de tomate, incluso arroz y frijoles, lo que provoca que haya que confeccionar distintas fichas de costo según la procedencia del producto.
EXPLICA COMERCIO
Glendys Sosa Barrios, directora económica del Grupo Empresarial de Comercio en Pinar del Río, refiere que se rigen por la Resolución 329 de 2020 del Ministerio de Finanzas y Precios que es la que trabaja toda la política de formación de precios y los niveles de aprobación de los mismos.
En la Gastronomía se hace en dependencia de la categoría del establecimiento y de la adquisición de los productos, tienen precios centralizados, pero hay otras mercancías que se adquieren a través de las compras por autogestión y a partir del costo se forman los importes.
Para ello se parte del costo de compra y del margen de utilidad que tiene cada categoría, la mínima de un seis por ciento aplica a los establecimientos de la red popular, que son los ubicados al lado de funerarias, escuelas y hospitales.
“A partir de esa cifra comienzan a incrementar las del resto de las unidades. La resolución no pone un límite, pero como estrategia de trabajo, en coordinación con las empresas, exhortamos a que ese margen no sea tan alto y abusivo para la población”, precisa Sosa Barrios, quien agrega que hay centros que en estos momentos tienen pérdidas, sobre todo los relacionados con el Sistema de Atención a la Familia (SAF), en los que cada ingesta no debe superar los 13 pesos.
“Ahora mismo lo que más complejiza es el desabastecimiento que hay, que nos lleva a buscar alternativas. Tenemos un mecanismo con las empresas que nos informan constantemente de sus precios y los tratamos de mantener para que no existan esas diferencias, pero a veces se torna difícil”, subraya.
TURISMO ¿PARA NACIONALES?
Implementar un esquema de financiamiento diferente para el Turismo, que tribute a la corrección de la actual depreciación de la moneda nacional, es el propósito esencial de la Resolución 175 del 2022, emitida por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP), la norma respalda que las ofertas que se expendan equipare los componentes en divisa de cada insumo a 120 CUP, que es la tasa de cambio vigente para los viajeros internacionales que ingresan al país.
José Antonio Aguilera, delegado del sector en la provincia, manifiesta que no se puede perder de vista el encargo que ellos tienen: asegurar servicios al turista internacional, no obstante, aclara, eso no los desliga de la responsabilidad social, y desde sus instalaciones se elaboraron alimentos para llevar en medio de la COVID-19, lo hicieron tras el paso del huracán llegando hasta comunidades vulnerables y hubo un momento, después de la implementación de la Tarea Ordenamiento, en que sus precios eran los más bajos, pues trabajaban con existencias de mercancías previas, obtenidas a bajo costo.
El escenario cambió, entre los problemas que inciden negativamente es que la ineficiencia del sistema empresarial nacional, que se supone debe contribuir a sustituir importaciones y a abaratar gastos, se transfiere al precio final, y en muchos casos comprar fuera de frontera es más barato y lo que se adquiere posee mayor calidad.
Añadamos a esto, que la tasa de conversión que para el Turismo es de 120 CUP, para el resto de las entidades es de 24, resalta que trabajan en aprovechar todos los resquicios que queden en materia de elaboración y en combinar ofertas de lujo con otras económicas, pero reconoce que hoy los precios en sus establecimientos son elevados y privativos para un sector de la sociedad.
ENTRE FACULTADES Y NECESIDADES
Lo cierto es que, apresado entre la descentralización de facultades y las necesidades cotidianas, está el ciudadano, al que no le alcanza el salario y poco le importan las normativas que no se traduzcan en mayor poder adquisitivo y mejores condiciones de vida.
Como ejemplo del saldo de que cada unidad pueda fijar sus tarifas de comercialización, en establecimientos de Palmares un pomo de litro y medio de agua tiene un valor de 70 CUP, luego encuentras el mismo producto en Trimagen a 17.50 y en los particulares a 150. ¿Cuál es la diferencia?.
La descentralización, las nuevas resoluciones, el desorden de la economía, la galopante inflación y las facultades otorgadas a directivos de empresas y UEB provocan una dispersión de precios que atolondra y lacera profundamente el bolsillo de quienes solo cuentan con el salario como fuente de ingreso.
Tras el desabastecimiento de los últimos meses en la red de Comercio y Gastronomía, sus instalaciones se han convertido, “por resolución”, en clientes fijos de Mipymes y TCP, cuyos productos se expenden a la población con un margen comercial que les permita, en su mayoría, ser rentables.
En ese camino enrevesado de la formación de precios y que es hoy el resultado de una compra de productos a los nuevos actores de la economía con facultades para importar, al cubano que vive de su salario le toca pagar y lo hace apremiado por la necesidad, más que por placer.
Es difícil poner coto al encarecimiento de bienes y servicios en un mercado donde la demanda supera con creces las ofertas, pero aprobamos en el 2019 una Constitución que nos define como “Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos…”, en consonancia hay que buscar respuestas que hoy no se vislumbran en un futuro inmediato para que cada uno de los habitantes de esta isla esté en condiciones de propiciarse una vida digna, para sí y los suyos con el fruto de su trabajo, no de la especulación o a expensas de remesas.
Hay muchas otras aristas por abordar como el crecimiento de los intermediarios y comercializadores en detrimento de los productores; la trazabilidad de los costos; las ilegalidades que se amparan en facultades: falta de exigencia de organismos reguladores y supervisores…
Cada error nos aleja de la prosperidad, sabíamos que adecuar las deformaciones de la economía no sería cosa de un día, pero sin duda, pese a factores externos como bloqueo, crisis mundial y encarecimiento de materias primas hay que poner orden en casa, entendida como tal la nación; de que esta vez sea real dependerá que mañana nuestros hijos quieran construir aquí sus sueños.