A solo nueve juegos del final de la etapa clasificatoria de la 61 Serie Nacional de Béisbol, Vegueros continuaba fuera de los ocho primeros que pasarán a la próxima fase, pero mantenía posibilidades de incorporarse aunque fuera en el último vagón del tren.
Sin contar el juego de ayer que cerraba la subserie con Industriales, presentaban 32 victorias y 33 derrotas y aparecían en los puestos del nueve al 11 empatados con Isla de la Juventud y Villa Clara, a siete juegos de Sancti Spíritus que comandaba la justa.
Llama la atención cómo este miércoles supieron reponerse del nocao del día anterior (10-0 en siete entradas) e irle arriba a seis leones y convertirlos en inofensivos gatitos para vencer 2-10, con destaque para el ganador Isbel Hernández y el cerrador Leodán Reyes y para Saavedra que con dos jonrones y siete impulsadas se echaron el equipo a los hombros, aunque todos los de la batería conectaron al menos uno de los 17 jits con que castigaron a los lanzadores rivales. Si siempre se jugara así los triunfos llegarían más a menudo.
La inestabilidad en el pitcheo ha sido durante toda esta etapa el talón de Aquiles de los verdeamarillos, sobre todo cuando el abridor (con años o no de experiencia) no camina lo suficiente o es un debutante improvisado en ese rol, porque los relevistas en su mayoría han estado de lágrimas.
En esa situación con los lanzadores ha influido notablemente el no poder contar con los contratados en Japón (Moinelo, Raidel y Frank Abel), la salida hacia la liga italiana de Frank Luis Medina y en esta semana de Erly Casanova hacia Francia, todo ello unido a un bullpen que salvo rarísimas excepciones ha sido vapuleado por sus contrarios en la mayoría de los juegos.
Si a lo anterior se le unen las lesiones y enfermedades (COVID-19 presente en algunos casos) de varios de sus principales jugadores, además de los altibajos en el bateo y en la defensa, entonces pedir una mejor actuación es como solicitarle peras al olmo, tal como señalamos en un comentario de la pasada semana.
También dijimos que hay que dejar a un lado el fanatismo y retomar el sentido de lo que es un aficionado: los primeros solo ven las cosas en blanco o negro, sin matices, porque se aferran a lo que desean a toda costa y costo (porque en no pocas ocasiones hay dinero de apuestas de por medio); los segundos van a disfrutar de un espectáculo, van a divertirse y por supuesto que quieren ver a su equipo ganar, pero si no lo consiguen son capaces de asimilarlo porque comprenden que en un juego –como en la vida– se gana unas veces y se pierde en otras.
Emprenderla contra peloteros y directivos no es la solución sino una actitud que deja mucho que desear, pues ronda con el fanatismo; pero hacer uso de la inteligencia y la racionalidad puede llevar a que esos que en ocasiones son ofendidos comprendan que tienen y pueden mejorar. Esto que escribo está dirigido fundamentalmente a los que en las redes sociales hacen comparaciones sin sentido, o peor aún, blasfeman, lanzan dardos venenosos o van más allá al utilizar memes ofensivos.
¿Qué el Vegueros de hoy tiene que perfeccionarse en muchos aspectos del juego? Por supuesto que sí, pero eso no es tarea de un día para otro, sino de sistematización; de mucho trabajo de directivos y entrenadores; de mucho sudor en el terreno y de muchas neuronas utilizadas en función de mejorar nuestro equipo de béisbol y de una preparación más rigurosa para no tener que recurrir a la improvisación, como ha ocurrido en ocasiones.
Mientras tanto, aunque en siete de esos nueve juegos no estarán en el “Capitán San Luis”, hay que apoyarlos desde las redes sociales o con los aficionados que viajan hasta donde se juega en otras provincias o que habitan en otros lares.
Como dice el título, La esperanza es lo último que se pierde, por lo que no hay motivos para tirar la toalla.