Las palabras que siguen no brotaron en dos días. Las fuimos moldeando. No podría, con exactitud, recordar cuándo lo conocí. Empezamos a unirnos en la pelota. Lo veía mascotear antes de que integrara los equipos a las Nacionales y quedábamos ensimismados con aquellas prodigiosas manos.
Lo digo con plena convicción. No he visto a nadie, dígase nadie, dentro o fuera de fronteras (y han sido muchos), que hayan alcanzado tal maestría detrás de home. Algunos, quizás, hayan tirado más y mejor a las bases, no lo niego, pero ese arte de no dejar pasar pelotas hacia las mallas, no he vuelto a verlo.
Ahora que la parca lo rindió, alrededor de las 2 pm del día 13 de junio, del 2020, hago públicos estos encuentros, ya no como un homenaje, porque no lo necesita, sino por la entrañable amistad que nos unión.
¿Cuándo y dónde naciste?
El 31 de enero de 1954, en Marianao, en el Central “Abraham Lincoln”, creo que es así como se llama. Es un central que hay en Toledo, al lado de la CUJAE. Vivíamos en esa zona.
¿Cuándo vinieron para San Cristóbal?
De allí nos mudamos para Arroyo Naranjo, al lado del Parque Lenin. Allí estuve hasta que cumplí los ocho años. Entonces nos trasladamos la familia completa para San Cristóbal.
¿Por qué?
Allí tenía la abuela todas las hermanas por parte de madre. Teníamos una época muy mala, cuando se murió mi papá.
¿Con qué edad?
Tres añitos.
El mayor de ustedes era Luis…
Sí. Cuando nos mudamos para Arroyo Naranjo, mi madre empezó a trabajar en una tasajera, una fábrica de hacer tasajo. Tenía turnos de madrugada para poder mantenernos. Nosotros tres éramos menores de edad y se murió nuestro padre que era nuestra columna vertebral. Cuando nos mudamos para la casa de mi abuela en San Cristóbal, tuvimos que venderlo todo. Luis comenzó a trabajar. Genaro todavía era menor de edad.
Ustedes son tres hermanos…
Sí, tres.
¿Y los tres fueron peloteros?
Sí. Luis primera base y jardinero, fildeaba a la derecha y bateaba a la zurda. Genaro lanzador y yo receptor. ¿Qué te parece?
Los tres estuvieron en las Series Nacionales. ¿Luis trabajó para ayudarlos a ustedes?
Para ayudar a mantener la familia. Se dio cuenta que la vieja no podía sola. Figúrate: turnos de madrugadas, cargar carretillas de tasajo a esa hora.
¿Era la época de Batista en el poder?
Sí, antes del triunfo de la Revolución.
¿Cómo recuerdas tus primeros estudios?
Yo empecé la escuela por La Habana, cuando muere mi padre, fue una etapa muy difícil, hasta perdí el colegio. Era una época muy jodida, con una tremenda confusión familiar, aquello era el diablo y yo no iba a la escuela. En San Cristóbal comienzo a ir regularmente a clases.
¿A qué se dedicaba tu papá?
Trabajaba en un tejar de ladrillos y fue pelotero profesional. Jugó durante varios años en las sucursales del Washington Senators; era pitcher. Lacho Rivero y esa gente lo conocieron. Jugando allá se enfermó, lo trajeron para La Habana y murió enseguida. Por ahí tengo una foto de él con Roberto Ortiz, cuando a los dos los firmaron. ¿Te acuerdas de Roberto Ortiz?
¡Cómo no! Un gigante que le daba duro a la bola. Además, tenía mal genio, fueron famosas sus broncas jugando. Llenó toda una época en la Liga de Béisbol Profesional Cubana, casi siempre con el Almendares. Fue el máximo jonronero en una temporada (15), entre otras cosas. También estuvo en las Ligas Menores y en las Grandes Ligas. Además, en otros países, destacándose en México.
Hay una foto de cuando se van en una lancha vía Varadero. Te estoy hablando de antes de la Revolución. Ahí también estaba Héctor Rodríguez, el antesalista. Están diciendo adiós; los habían firmado.
Héctor no era tan bateador como Ortiz. No digamos que fuera como Willy Miranda, que casi no le daba a la bola, pero no era bueno con el madero. Otra cosa era con el guante, lo recuerdo como un verdadero fenómeno en la tercera almohadilla.
¿Tuviste mejor juventud que niñez?
Mi juventud se desarrolla prácticamente en San Cristóbal. Fíjate, que no comencé jugando pelota, sino fútbol. San Cristóbal es la mata de ese deporte. Jugaba muchas veces como portero. Recuerdo que una vez me viene encima un delantero contrario mío y me metió un balonazo a menos de tres metros en la nariz. Empecé a chorrear sangre y me llevaron para el policlínico. Hasta ahí llegó mi carrera de futbolista. El terreno de fútbol y el de pelota quedaban paralelos, juntos. El patio de mi casa daba al terreno de fútbol y al de pelota. Me decidí por la pelota poco después de llegar de La Habana; me relacioné con los muchachos del barrio y empezamos a jugar pelota.
La pelota de béisbol es más dura que la de fútbol.
Pero me gustaba mucho más.
¿Catcher desde el principio?
No, era pitcher. Mucha gente no me lo cree, pero empecé a cachear a los diecisiete años; me dicen que es mentira. Pasé a recibir lanzamientos, casualmente. Estábamos en una Unidad Militar por La Habana; nunca en mi vida había cacheado.
¿Estabas con Casanova y otros? ¿Era esa época?
Efectivamente. También Girardo (El Hurón) Iglesias, Diego Mena y otros. Fuimos varios peloteros que después continuamos la carrera aquí en Pinar del Río. Recuerdo a Miguel Ángel (Malanga) Rodríguez. El receptor era Isbel (El Cochinito) Chamizo. Un día le dieron un pelotazo que le arrancó la uña del dedo gordo; allí mismo se acabó el equipo aquel, nos quedamos sin catcher.
El jefe de nosotros era un jodedor cubano y nos mandó a todos para la Unidad. No pertenecíamos a la misma Unidad, integrábamos una selección de varias. Fuimos a parar a Managua, a una Unidad Militar que se llamó 1011. Allí comenzamos a jugar un Campeonato Provincial por 10 de Octubre. Lino Carreras era el Comandante Jefe de allí e inscribió el equipo. Nos permitieron participar y así comenzamos nosotros a jugar en serio.
También estaban los Juegos Militares…
Sí. Recuerdo que Catibo era el manager de Vegueros y comencé a sonar por La Habana. Entonces él me dice que no podía seguir jugando por allá, porque después venían otros torneos. Ya me habían seleccionado con los Tigres de Jesús del Monte.
Hubieras sido industrialista…
Así mismo. En Pinar me dicen que no, que por allá no podía jugar la cuadrangular provincial, que tenía que incorporarme a mi provincia. Entonces nos dan Licencia Deportiva a los que más nos destacamos y nos mandaron para acá. Ahí empezamos, con Vegueros, aquellos muchachos.
¿Jugaste el primer año con Vegueros?
Sí. Mi segunda temporada lo hice con Forestales, donde comencé a cachear como regular.
En Vegueros estaba Arturo Díaz…
Así es. En Forestales alterné con Jesús Escudero, a quien mandaban algunas veces al field y yo cacheaba. Ahí es donde empiezo a desarrollarme.
La idea fue para que jugaras bastante.
Así me pude desarrollar.
Arturo estaba hecho hacía rato.
Era el catcher regular de Vegueros, el titular.
¿Recuerdas el año?
Mi primera temporada fue 1973-74. Comencé en el ejército en el 70, cuando aquellos carnavales donde tiraron una cerveza riquísima: Pilsen 70. ¿La recuerdas?
¡Cómo no!, también el ron Legendario. Cuando la zafra de Los Diez Millones. Aquellos carnavales fueron inolvidables.
Ahí me mandan para el Servicio Militar y empiezo a jugar pelota por allá por La Habana, pero en mi vida había cacheado. Lo hice por la necesidad que tuvo el equipo. Imagínate: o jugabas pelota o ibas para la unidad a hacer guardias 24 x 48; aquello era el diablo.
Es interesante tu inicio en la receptoría. Muchos no conocen esta historia.
Empecé a recibir lanzamientos a los diecisiete años. Siempre tuve buena habilidad en mi mano izquierda. No solo picheaba, sino que jugaba short, tercera, segunda, primera. Bueno, en la edad escolar y juvenil jugué todas las posiciones.
Tenías un brazo fuerte.
Buen brazo y buena mano izquierda; me ayudó mucho a la hora de recibirles a los pitchers.
¡Y qué pitchers!
Aquello no era fácil.
Mira como tienes los dedos.
Anoche vino una enfermera y me dijo que viera un ortopédico para ver si me podía operar eso ahí. Es un problema del tendón. Son las llamadas cabezas de venas. Mira ese dedo, y este no puedo enderezarlo.
Hoy tenías a Rogelio, mañana Julio Romero, después Negrete, Guerra, Félix Pino, Oliva…
Toda esa gente.
Maximiliano que no era tan rápido, te las tiraba también para el suelo.
Sí, pero refrescaba más con Mirringuita y con Borroto.
Borroto también tiraba duro.
Sí. También teníamos a Negrete, a Francisco Rodríguez.
Recuerdo que pasaban días y Oliva no relevaba.
Ahí quien empezaba, terminaba. Había poco margen para relevos. Salamanca decía que había que cambiar el sistema de juego, porque Pinar del Río siempre ganaba. Eran equipos del carajo, ésa es la verdad.
Juanito: Después de tanto tiempo ¿Qué significa para ti la Pelota?
Chico, cada vez que… El que ha jugado tanta pelota, cada vez que ve un juego por televisión sufre mucho. A veces me paro a ver un juego de muchachos en la calle.
¿Nostalgia?
No es fácil. Por ejemplo, cuando vi jugar a los Orioles con Cuba. Ese fue mi sueño, jugar al máximo nivel. La pelota amateur que nosotros jugábamos no era fuerte en el exterior. El único equipo bueno que trajeron los americanos fue en los años 1987-88. Fuera de ahí, nunca nos enfrentamos a un buen team.
Allí se destacaron Tino Martínez, Jim Abbot, Ty Griffith y otros.
Y muchos buenos pitchers.
Volvamos a los peloteros de tu familia.
De mi papá no me recuerdo, solo tengo historias que nos hacen algunos que lo conocieron y jugaron con él, como Lacho Rivero, Manuel Godínez y otros. Dicen que fue un gran pitcher, que tiraba muy duro, sobre todo se destacó por su rapidez, sus rectas eran durísimas. Lo firmaron para jugar profesional y jugó dos o tres años, no sé. Eso sería por el 1954 o 1955. Yo nací en el 54 y él murió en el 57. Muchos, que después fueron mis entrenadores, me contaron de él: Manuel Godínez, José Joaquín Pando, Lacho Rivero. Dicen que era un asesino con los primeros bates por su velocidad. Pando era primer bate de un equipo de aquí y muchas veces me dijo: «Compadre, cada vez que me cogía me sazonaba…» El primer bate con él no se escapaba, era al seguro.
¿Te acuerdas del Viejito Pando? Todos lo queríamos mucho.
¡Cómo no! Un señor entrenador de picheo; un gran hombre. Fue fundador del béisbol pinareño en las Series Nacionales. Fundó ese picheo del que se habla tanto; hay que agradecerle mucho a ese viejo. Para mí era de esos que llaman scouts. Le preguntabas para dónde iba el fin de semana y lo mismo era para Mantua, Sandino o San Juan y Martínez a buscar peloteros, sobre todo pitchers. Recorría los montes de arriba abajo buscando talentos. De ahí salió aquel picheo famoso pinareño, así se fundó una escuela que ha seguido dando frutos. Todos tenemos que agradecerle muchísimo al Viejito Pando.
Cortina aprendió con Pando…
Sí, él y otros entrenadores de picheo. Pero, sobre todo, fue Pando el que empezó con aquellos métodos de subir lomas. Esa esfera la inició Pando aquí, en Pinar del Río.
Recuerdo a los pitchers subiendo, con otros arriba, las escaleras del estadio, subiendo y bajando las lomas de arena, corriendo hasta el desgaste. Es inolvidable Pando, tienes toda la razón. Sabía mucho de Pelota, aunque no la estudió de Carrera.
Aquellas famosas ligas y los cajones para el control etc., eran cosas de Pando. Algunas deberían hacerse hoy.
Otra cosa era su voluntad… de acero. Ningún entrenador soportaba fonguearle a Urquiola, le huían; Pando no. Nunca se dio por vencido, aunque le sangraran las manos, con más de seis décadas en las costillas. Yo siempre le decía: — A ver Viejito. Y me enseñaba los dedos lastimados, sin una sola queja.
Con el tiempo, Luis fue pelotero, siguió los pasos del padre.
Sí, Luis jugó hasta un año de refuerzo con los Industriales. Cuando aquello se llamaba Regional Occidental.
Allí estuvo Raúl Martínez.
Sí, otros con Occidentales, como Fidel Linares. Luis jugó como refuerzo de Industriales. Después más de 8 o 9 series con los equipos pinareños. Tenía gran fuerza al bate.
¿Recuerdas cómo le decían?
Tenía varios sobrenombres…
Muchos le decíamos Mickey Mantle.
Era por el swing que tenía. Zurdo, con una estampa del carajo. Después vino Genaro, mi hermano. Era pitcher como mi papá, tiraba duro, casi submarino, lo que era bruto y le daban cada planazo. Hay una anécdota con Cuevas. No, con Blandino. Está picheando Genaro y Luis pide tiempo, va al box y le dice: «Estamos ganando por tres, aunque tienes las bases llenas, hay dos outs. No le tires nada bueno a este, es mejor que te hagan una a que te decida con jonrón. El que viene detrás es mucho más malo que Blandino…» Dice Luis, que no había llegado a primera y ya la bola estaba por el aire. Le picheó por arriba; Luis le dijo que no le lanzara así. Cuando viró la espalda, la bola estaba por encima de las gradas del Sandino en Santa Clara.
Tu papá, Luis, Genaro, tú, tu hijo Arturo, Lázaro Arturo, el hijo de Luis. Háblame de él. Creo que ha sido el mejor bateador de ustedes…
Sí, un buen bateador y no mal catcher. Pienso que Luisito -así le decimos en familia- es uno de los mejores receptores defensivos de este país. Lo que pasa es que llegó un poco tarde. Le pasó como a otros conmigo. En su etapa había y hay otros receptores en Pinar del Río que no le permitían jugar prácticamente.
Ahora con un solo equipo…
Lo que hablábamos hace un rato. Es necesario un segundo equipo donde haya fuerza de peloteros.
Después llegó tu hijo Arturito…
Sí, él no se inició en la Pelota. Fue campeón nacional en cancha. Lo estuvieron llamando de la Habana, del Cerro Pelado, para que fuera para allá a entrenar con el Equipo Nacional de Cancha. Lo ubicaban entre los mejores del país. Después optó por jugar pelota, pero empezó muy tarde, ya con diecisiete años, y como catcher, una posición muy difícil. A mí me pasó igual, pero venía de otras posiciones, porque siempre jugué pelota y fui desarrollando habilidades.
Juanito, tú eres una excepción, tu talento no se hace, hay que nacer con esas aptitudes y después desarrollarlas. No te pongas de ejemplo. El más nuevo tuyo daba tremendos batazos cuando muchachito. Lo veíamos ahí en el patio de tu casa, sonar duro la bola…
Sí, Juanci. Tenía vocación, estuvo en la EIDE, pero no se desarrolló.
¿Cuándo te consideraste un estelar?
Para un catcher tener seguridad en sí mismo, necesita por lo menos 6 o 7 años jugando diariamente. Es cuando de verdad tienes la confianza necesaria. Un receptor que comience en Series Nacionales con 18 o 20 años, se siente seguro de verdad a los 30; entonces es un verdadero catcher.
¡A los 30 años!
De 28 a 30 años, por ahí.
¿A qué edad te retiraste?
A los 34.
Fuiste estelarísimo sin llegar a los 30.
Fui una excepción.
Podemos decir que por tus condiciones excepcionales. Habla sin modestia…
Bueno, eso todo el mundo lo conoce; las habilidades que yo tenía para cachear.
Como tú dices, Alfonso le dedicaba mucho tiempo a coger rollings. Yo a tirar la bola contra la pared, sobre todo a crear habilidades con la mano izquierda. No sé si recuerdas que yo no bloqueaba la bola, sino que la fildeaba, sobre todo las que venían contra el piso.
Enrique Capetillo publicó una vez en Bohemia, cuando hizo el Todos Estrellas de las Series Nacionales y te seleccionó detrás de home, que tú más que receptor parecías una primera base.
Eso lo hacía con varios pitchers, con otros no. Por ejemplo, en el Equipo Nacional no tenía seguridad para hacer eso con algunos lanzadores, tales como René Arocha, Braudilio Vinent y otros, trataba de asegurar un poquito más; aquí en Pinar sí, con todos. Era el juego diario. Con ellos sabía -por la forma de pasar el brazo-, dónde iba a picar la bola y qué trayectoria iba a coger. No hace mucho me hicieron una entrevista para el periódico Guerrillero, no sé si la viste.
Sí, la leí, cómo no…
Decía que el catcher tiene que saber a la hora de bloquear la bola en el lanzamiento contra el piso, que se dan muchos. Se dice que la técnica de cachear es una sola; yo digo que no. Mi técnica era de acuerdo al pitcher. Si lanza lateral, debes defender la bola de una forma, diferente a cuando te la tira por encima del brazo. Ahí tienes el caso de Julio Romero y de Jesús Bosmenier. No era lo mismo recibirle a uno que al otro. La de Bosmenier tendía a abrirse.
¿Porque tiraba por el lado del brazo?
Sí. La bola se abría. Entonces tú no podías hacer eso, porque le dabas más razón a la bola; se te chorreaba, tenías que virar la mascota. La técnica única dice que debes bloquear la bola. Sin embargo, un día se lo demostré a Juan Ealo. Esperé a que lanzaran Gaspar Legón y Lázaro Santana. Tuvimos nuestros problemas, no nos poníamos de acuerdo por el problema aquel. Él insistía que debía bloquear la bola y yo que no, porque tenía confianza en mí.
Es que ninguna técnica es exacta ni infalible. Existe la improvisación; no para todos.
No puede ser un esquema. Sucede lo mismo a la hora de dirigir un equipo de pelota, no puedes ser esquemático.
Si fuera así, Servio Borges no hubiera dejado batear al «Curro» Pérez en 1969 para decidir el juego, teniendo a Marquetti y Echevarría en el banco. Si pone a Marquetti y se poncha, muy pocos lo critican. Si el Curro falla, se lo comen. Eso es así.
Así mismo es.
Tu forma de cachear la puliste, la desarrollaste. ¿Fue genuina?
Sí. La desarrollé acorde a mis posibilidades. Nunca imité a nadie; creo que el que imita fracasa. Con esto no ofendo a nadie, pero mis habilidades eran mías. En aquella época no teníamos entrenadores de catchers en Pinar del Río. No había especialistas que te corrigieran, que te enseñaran. Por entonces comenzaron los muchachos del Fajardo, sin experiencia, al menos en mi posición. Prácticamente nos desarrollábamos solos, no estaban los entrenadores de receptores como ahora, con Pedro Luis Dueñas, Escudero, yo mismo. Tuvimos que desarrollarnos contra viento y marea. Incorporaba los movimientos de acuerdo a mis habilidades, incluyendo mis métodos de entrenamiento.
Recuerdo el caso de un entrenador de Orientales que estuvo un tiempo con nosotros. Me puso a hacer reflejos con un bate y por poco me mata. Un día le dije: «… Mire, discúlpeme, yo no quiero ir contra lo que usted tiene escrito ahí, pero eso no es lo que yo llevo. Usted me quiere entrenar, póngase detrás de mí con dos pelotas y vamos a tirarla contra la pared, pero no me haga eso, porque el sonido del bate así no me sirve…» Allá en Italia he dado muchas conferencias de cacheo. Siempre asocio la parte psicológica, que es esencial.
Cuando tú oyes un ruido en la calle te asustas; el impacto del bate es lo mismo. Con ese sonido siempre tiendes a desconcentrarte. Yo le decía que no necesitaba eso. Otros quizás sí; yo no. El entrenamiento tiene que ser diferenciado.
Después, en Pastejé, México, me coge mi amigo Carlos Martí a hacer lo mismo con el aluminio. Le dije: «… Carlitos, tú eres mi hermano. Nosotros nos llevamos muy bien. Pero mira, ven para acá; tírame unas peloticas por aquí, ése es mi entrenamiento, no llevo más que eso…»
Sabías valorarte…
Me conocía. Como bien dices de Alfonso. Muchas veces él y yo practicábamos juntos. Me decía que le tirara pelotas y yo lo mismo. Nos poníamos de frente a la pared y nos tirábamos pelotas. Así desarrollamos habilidades.
Tenían las condiciones, pero las trabajaban, las desarrollaban…
En San Cristóbal vivíamos en una casa muy mala. Tenía un alero que era un poste o un pedazo de leña que atravesaba la casa. Esa era la zona de strike mía. En el patio había una mata de limón; cogía mi limón y era la pelota. Me narraba a mí mismo: «Ahí viene al bate fulano de tal», me entretenía en eso. La vieja mía pasaba por el lado de la cama y me decía que me iba a volver bobo. Esas cosas me ayudaron mucho.
Recuerdo a Jesús Guerra, cuando todos dormían, jugaba con una pelota en las manos. Acostado practicaba la forma de coger la bola para hacer sus lanzamientos. Era un perfeccionista. Su perseverancia le permitió, después de fracturarse el brazo de lanzar, ser un estelar. Lo logró a base de entrenamiento, de sacrificio. Algunos piensan que las cosas caen del cielo.
No, no. Si no hay sacrificio, olvídate. Siempre se lo digo a los muchachos. Sabes que he dirigido bastante, sobre todo en la Liga de Desarrollo, donde son figuras nuevas; siempre estoy arriba de ellos para que entrenen. No solo lo que te dan en el terreno. Cuando terminaba mi entrenamiento, yo me quedaba por ahí, por una esquinita y empezaba a jugar para el short, con otros compañeros. Así fui creando y desarrollando mis habilidades. No se trata de complementar las dos horas de trabajo, ¡no! Es buscarte lo tuyo también. Si esto me conviene o no.
¿En cuántos países jugaste pelota?
¡Alabado Juany! Creo que en casi todos los que juegan béisbol. En Centroamérica, Japón. Pudimos recorrer varias veces los Estados Unidos. Hubo épocas que jugábamos topes de confrontación en Millington, Tennessee; en Indianápolis, Indiana y otros Estados.
¿Se te acercaron scouts de las Grandes Ligas?
Sí, como no.
Háblame de eso.
No eran como las ofertas de Omar Linares y otras, pero ofrecían bastante. Cuando aquello no había muy buenos receptores en esa pelota, sobre todo que defendieran bien. Recuerdo 2 o 3 que eran muy buenos. No eran muchos; nosotros veíamos esos juegos.
Era la época de Johnny Bench…
Sí. Bench era excelente. Pero no abundaban otros por entonces. En los Panamericanos de Caracas 1993, nos cayeron atrás muchos scouts; sobre todo venezolanos y cubanos. Me cayó atrás Julito Blanco, que era el dueño de La Tropical antes, en La Habana. Él siempre estaba con los equipos mexicanos y me decía: «Muchacho, acaba de firmar aquí. Muchacho, tú no sabes lo que te estás perdiendo…»
¿Qué le contestabas?
¿Qué le voy a decir Juany? ¿Qué tú crees que le puedes decir? «No comas mierda Julito, yo para allá no me voy…»
¿Dónde preferías jugar, fuera de Cuba?
Me gustaba mucho en Japón. Muy buenos los terrenos. El público es buena gente, de mucha cortesía. Lo aplauden todo. Si te ponchas te aplauden, si haces un error te aplauden. Son personas decentes. Siempre están saludando. Allí si te duele la columna, se te quita el dolor, porque tienes que estar saludando con la cabeza constantemente.
De trabajar tantos años allá, eres casi una coproducción cubano-italiana. Nada menos que en Módena, la tierra de Luciano Pavarotti.
Sí. También donde se construyen los Ferrari, esas famosas máquinas de carrera. Italia es una etapa muy bonita de mi vida, después que me retiré. Ahí empecé a trabajar con otro tipo de gente, ya profesionales, otro tipo de vida, otro tipo de cosas. Siempre me iba bien. En diferentes temporadas, estuve casi 10 años con ellos. Como manager gané un título nacional y una Copa Europea, con el equipo de Módena. Por cierto, ese team lo cogí en Clase C, que es como decir el equipo de La Conchita aquí en Cuba y lo metí en primer nivel. Hasta llegamos a discutir play off en diferentes series.
¿Como si fuera la Nacional?
Una Selectiva; la máxima Serie. Para mí es una experiencia muy bonita.
¿Mejores amigos?
Mis hermanos. Los dos hermanos que tengo. Soy hombre de amistades, pero mis mejores amigos son mis hermanos.
Pensamos igual. ¿Con quiénes compartes más?
Con mis hermanos. Somos una familia muy unida. Ya te digo, tengo muy buenas amistades, pero mis mejores amigos son mis hermanos.
¿Tu modelo a seguir?
Mi hermano mayor, Luis.
¿Qué es para ti la familia? Ya creaste la tuya…
Significa todo. De no haber tenido familia, no sé… Me han llegado a proponer, sobre todo en Italia, donde llegué a vivir con mi esposa un tiempo, villas y castillas para que trabaje definitivamente allá como entrenador. He renunciado a todo eso, porque para mí, primero que todo, está la familia. Soy revolucionario y muy familiar.
Tu vida cambió a partir de 1959.
Totalmente.
Has dicho lo humildes que eran y se les abrieron los caminos.
Después del triunfo de la Revolución fue que empezamos a mejorar. Ya te digo, cuando muere mi padre, mi mamá tuvo hasta que carretillar tasajo por las noches para mantenernos.
¿Principales compañeros en la Pelota?
En Pinar del Río, Hiran Fuentes. Nos llevábamos muy bien, muy afines, con características similares. Nuestras relaciones eran de lo mejor, buenos amigos de verdad. Siempre andábamos juntos para arriba y para abajo. En el Equipo Nacional era René Arocha. Casualmente, los dos se fueron. Arocha y yo éramos uno. De todas formas, no soy de andar con mucha gente.
Juanito. Llevo muchos años viendo pelota. Nunca he visto a nadie detrás de home como tú, en ningún lugar, ni en Grandes Ligas, ni chiquitas, ni medianas; en ninguna. Otros han bateado más que tú: Medina, Pedro Luis Rodríguez, Evelio Hernández, Meriño, solo por mencionar algunos. Sin embargo, Medina iba al banco para que tú jugaras. Es una larga polémica: algunos dicen que el catcher tiene que ser bateador, otros que no. Háblame de eso.
Hay mucho que hablar Juany. Por ejemplo: en el Cuba los pitchers me pedían. Para mí, un buen receptor, ante todo, tiene que ser defensivo y no me estoy refiriendo a mi caso particular. Cuando comencé era más bateador que fildeador. Tuve años de dar hasta trece jonrones. Sin embargo, no hacía el equipo porque tenía dificultades a la defensa. Después trabajé más en ese sentido y llegué a perfeccionar la posición a las mil maravillas, como dice la gente. Como manager que he sido, también te lo digo; lo esencial de un receptor es la defensa. Lo digo en el sentido más amplio de la palabra. Defensivo hasta llevando el juego, dirigiendo al pitcheo etc. Tiene que funcionar como una computadora.
¿Los lanzamientos los dirige el pitcher o el catcher?
Hay pitchers con esa capacidad, otros no. A veces no se acuerdan del lanzamiento que le hace daño al bateador. Cuando el catcher es bueno de verdad, no puede olvidársele eso. Tiene que jugar con los bateadores en turno, estudiarlos desde la primera vez que se paran en home. Si has jugado tres veces contra Industriales, por ejemplo, tienes que saber con qué lanzamiento bateó la primera vez fulano, cuando se enfrentó, digamos, a Rogelio García. Hay que ser una máquina en eso, todo hay que llevarlo al pie de la letra. Te repito que prefiero un catcher defensivo a uno bateador que no defienda.
Alcanzaste una alta maestría. Te confieso que lo que más me gustaba era verte fildear fouls, sobre todo cuando venía debajo de la malla. ¿Cómo lo perfeccionaste?
Con mucha práctica. Muchas veces, cuando terminábamos el entrenamiento, llamaba a Casanova para que me diera foul flys. Cuando los entrenadores se cansaban de hacerlo, me quedaba con el Capirro, que era un gran fongueador de flys, como ningún entrenador.
Y con la fuerza que tenía…
A veces estábamos horas y horas practicándolo juntos. Así llegué a perfeccionarlo. La práctica sistemática te lleva a la perfección.
Dudo que otros, aunque practicaran todo el día, lograran aquella maestría.
Bueno, hay que tener también algo de talento ¿no?
La gente creía que le tirabas un guantazo a la pelota…
Eso no siempre se puede hacer tampoco. Depende del juego como esté y otras cosas.
Te pregunté lo de los pitchers, porque los hay tan inteligentes que tú como receptor puedes guiarte por ellos.
Sí, puedes dejarlos pensar.
Conrado Marrero fue más inteligente que todos sus receptores. Hace poco estuve leyendo la vida de Juan Marichal y dice lo mismo; sus catchers se guiaban por él. En las Series Nacionales sucede igual. Manolo Hurtado quizás sea un buen ejemplo.
Trabajé con dos que eran así: Jesús Guerra en Pinar del Río y René Arocha en el Cuba.
¿Cómo era con Vinent?
Lo dirigía algunas veces y otras él. No siempre el receptor decide. Es necesaria la coincidencia de criterios, de acuerdo con los bateadores y el repertorio del pitcher. También depende de las condiciones del juego. Si vas ganando fácil, no es lógico desgastar al pitcher; lo esencial entonces es venir a matar, a sacar los outs que faltan. Cuando el juego está cerrado, se necesita el mutuo acuerdo.
Ahora muchos managers dirigen el pitcheo desde la banca…
Eso es en Grandes Ligas y aquí también se está usando. Al menos, cuando yo jugué eso no era así.
Hace poco, en un juego Industriales-Santiago se vio.
Sí, el manager dirigía del banco.
¿Se entorpece la relación pitcher-receptor? Quizás un manager que haya sido estelar lanzando o cacheando…
Yo lo he hecho en Italia.
¿Eres afortunado o realizado en la Pelota?
Realizado, afortunado no.
Tuviste que sacar candela.
Y he tenido que seguir sacándola. No fui afortunado en nada ni beneficiado en nada. Todo lo que tengo es a base de sacrificios. Tú mejor que nadie sabes eso. Lo último que me hicieron fue cuando el juego con los Orioles; no me invitaron. Los invitaron a todos, menos a mí. Por eso te digo que no he sido beneficiado en nada. Cuando la repartición de los carros, le dieron a todo el mundo, menos a mí. Aquí en Pinar, casa para todos, menos para mí. Nunca ni me dieron un juego de cuarto; tampoco pedí nada.
Estamos hablando de las cosas materiales. ¿Y el cariño y admiración de todo tu pueblo?
Eso sí, para mí es lo más importante. Soy una gente comunicativa, saludo a todos, les tiro la mano; sé que me quieren.
¿Te gusta ser famoso?
Sí, la fama de gusta. Algunos no interpretan bien lo que es eso. La fama es bonita, todos te conocen, te admiran. Cuando pasas por un lugar dicen: «mira, allá va fulano». Una cosa es tener fama y otra confundirla con prepotencia. En mi caso, soy un hombre de pueblo. Pero eso de beneficiado, no. Realizado sí, como atleta y como entrenador.
¿Te afecta tu carácter?
No.
Algunas veces te vi descompuesto en el calor del juego…
Una vez fue con Lázaro Vargas, en el Latino. Cierto que nos disgustamos en el terreno, pero al otro día salimos juntos para un entrenamiento en Pastejé y no hubo lío ninguno. Seguimos siendo amigos y hasta salíamos juntos.
¿Te dabas tus tragos para jugar?
No.
Hay una anécdota de Vinent contigo, Rogelio y Casanova, allá en Santiago. Dame tu versión.
Cuando llegábamos allá, Vinent nos estaba esperando. Nos llevaba a recorrer la ciudad, siempre íbamos a la fábrica de cervezas. Vinent es muy familiar y sencillo; lo respeto mucho. Eso lo hacíamos el día que no jugábamos. Yo siempre me cuidé mucho, para no dar una imagen desagradable a la gente. Me gusta mucho la cerveza. Tú y tu hermano lo saben. Pero siempre lo hice en el lugar y cuando se podía, nunca en público.
¿Malas noches?
Jamás en la vida. Soy enfermo a dormir la mañana. Nunca fui de los que llegaban por la madrugada al albergue. Siempre me cuidé; además, mi posición es muy dura y tenía que cuidarme, si no era así, perdía legal. A veces tenía jodiendas con los managers por los entrenamientos en las mañanas. Como visitadores siempre practicábamos de mañana. Les decía que no tenía tiempo para recuperarme. Figúrate, comenzábamos a las ocho de la noche y terminábamos casi siempre de madrugada. A esa hora te bañabas y comías, que antes se hacía después del juego. Entre una cosa y otra, te acostabas a las dos o tres de la mañana. Nos poníamos a hacer cuentos para bajar la comida antes de dormirnos y te levantaban a las ocho de la mañana para entrenar. Tuve desavenencias con algunos managers por eso. Les decía que yo no podía seguir ese régimen. No es lo mismo un pitcher, que lanza cada 4 o 5 días, o un jugador cualquiera, que el receptor. Les exigía que me dejaran descansar; a veces lo necesitaba más que entrenar.
Sabías mejor que nadie lo que necesitabas.
Sí, pero no siempre fui comprendido.
¿Quieres revelar nombres? ¿Alguna anécdota?
José Miguel Pineda, Jorge Fuentes, Catibo, todos los managers que tuve en Pinar del Río.
También te dirigió Servio Borges…
Sí, en el Equipo Nacional.
En los Centroamericanos de 1982 en La Habana, Servio viró a los pinareños, menos a ti, Pino y Giraldo.
A mí me cogieron en el comedor con la maleta. Ya me iba, lo que no cabía en el polaquito de Alfonso y me iba para la terminal de ómnibus.
¿Regresabas por solidaridad?
A todos nos pasó lo mismo. Estando con la maleta en el comedor me cogieron y hablaron conmigo. Les dije que me iba para casa, porque los demás pinareños se fueron. No nos explicaban nada, nadie hablaba con nosotros. Entonces me dijeron que fuera para el cuarto, que estaba en el equipo y estuviera tranquilo.
¿Qué pasó en realidad? Dame tu versión.
Llegamos tarde al entrenamiento, porque habíamos ganado el campeonato aquí en Pinar del Río. Nos dieron una semana en la playa como estímulo y nos demoramos unos días en reportar al Cuba. Cuando llegamos, nos miraban como apestados, sin decirnos ni media palabra. Entonces nos preguntamos ¿qué hacemos caballero? Eso fue en el dugout de tercera, en el Latino. Le habían repartido los trajes a todo el mundo, los monos deportivos y todas esas cosas; a nosotros nada. Solo nos decían que esperáramos. Así nos metimos la mañana, hasta que la gente decidió regresar a Pinar. Alfonso tenía su Fiat polaco y la gente se fue con él. Yo no cabía, ni Félix Pino. Entonces fue que hablaron con nosotros para que nos quedáramos. Estábamos Pino, Giraldo González y yo. Regresaron de allá Urquiola, Casanova, Julio, Oliva y Rogelio.
Ocho pinareños en el Team Cuba, de ellos cinco lanzadores.
Sí, siempre teníamos cinco pitchers, los otros se rotaban entre Vinent y Omar Carrero.
Hubo una estrecha relación en el desarrollo tuyo y de esos cinco lanzadores…
Mucho tuvieron que ver ellos en mi superación también.
No era fácil recibirle a aquellos monstruos del pitcheo.
Lo único que tienes que ver es esta mano todo «descuarejingada».
Rogelio debió tirar más de 98 millas. Entonces no se medía.
Los lanzamientos de Rogelio estaban más o menos en zona fildeable, pero aquí hubo pitchers como Mario Negrete, que era muy difícil recibirles. Los lanzamientos eran, casi todos, delante de home.
Negrete, mi amigo, cogía la pelota con la mano completa y se le caían los lanzamientos. Perfeccionó aquello…
Sí, era normal en él, lo hacía de forma natural. Enterraba la pelota delante de home. Eran lanzamientos incogibles, yo les decía «mata gentes».
Pero tú te enredabas con ella…
Yo sí.
Me llamó la atención el bloqueo en home que le hizo Charles Johnson a Estrada cuando el primer juego contra los Orioles.
Era un excelente catcher. Estrada allí salió confundido y no lo dejó pasar. Ese hombre pesa más de doscientas libras y es alto; una verdadera muralla.
Juanito: ¿Qué te faltó en la pelota?
No me faltó nada chico. Muchos dicen que bateaba poco en average. Siempre fui uno de los mejores impulsadores de la provincia. Si revisas mis récords, decidí una pila de juegos.
Bateabas mejor en el exterior.
Era uno de los que más bateaba.
¿Cachear afecta para batear?
Sí, un poco. Al catcher que lo hace de verdad, porque no se trata de pararse ahí nada más. Sobre todo, cuando vas entrando en los treinta años, el desgaste en esa posición es muy violento. Las rodillas te duelen cada vez más. En aquellos tiempos, las condiciones de vida que teníamos no eran las mejores. Recuerda que antes se jugaban doble juegos los domingos. Imagínate un doble juego en Santiago de Cuba, era mortal. A la 1.30 PM sentías un calor casi de 40 grados. A veces terminabas a las 11 de la noche. No podía darme el lujo de decirle a Pineda que estaba cansado; el equipo tenía que ganar. Después te montabas en una guagua para regresar a Pinar del Río. A veces querías que te tragara la tierra.
Y bañándote con agua fría en un albergue lleno de gente…
El que no jugó, salió con una «periquita» y llegó a las tres de la mañana y encendió la luz. Tú debajo del mosquitero, todo «destoletado», cansado. Él venía fresco porque no jugó, haciendo cuentos de la jevita y los tragos. Entonces tú llamarle la atención y decirle que te deje descansar, que tienes que batirte de nuevo al otro día; él no. Claro que las condiciones de vida hacen daño. El otro día vi con los Orioles un serpentinero con más de 40 años, lo que nosotros en Cuba decimos un viejo.
Se cuidan mucho…
Se cuidan y tienen muy buenas condiciones de vida. Yo tuve un equipo en Italia que es profesional. Allá se les exige a los jugadores que viajen con sus mujeres. Se hospedan en hoteles Cinco Estrellas. Se le exige al pelotero que vaya acompañado y el soltero que lleve a su mamá.
¿Qué haces en tus tiempos libres?
Me gusta leer novelas policíacas.
¿No lees deportes?
También, pero me gustan más los policíacos.
¿Además?
Soy enfermo a la tranquilidad, tranquilo en mi casa. De vez en cuando metemos una «jamazón», pero tranquilo aquí.
¿Y el cine?
Me gusta mucho. A veces me dan las 2 o las 3 de la mañana viendo películas. Veo varias en una noche.
¿Cuáles prefieres?
Me gustan más las de acción. No estas últimas americanas con tantos paquetes ni las de ciencia ficción. Prefiero aquellas de Humphrey Bogart, que siempre hacía de mafioso y las de este viejo que trabajaba con él, ¿cómo se llama?
¿George Raft?
Ese mismo. Soy enfermo a esas películas. También me gustan las de Mel Gibson; otras no.
Cuando ustedes se retiraron, la pelota perdió mucho. Ahora está resurgiendo. Háblame de eso.
La pelota cubana ganó mucho en la época de nosotros, dicen que fue la de oro. Después hubo una baja grande, se descuidó el trabajo en la base. Luego, el problema del Período Especial limitó el trabajo en la base. En momentos hubo equipos que entrenaron para la provincial con naranjas secas, porque no tenían pelotas. Si se descuida el trabajo en la base, pierdes legal. De allá abajo es de donde salen los peloteros; de arriba no. Sobre todo, en las categorías infantiles.
A veces se piensa más en los eventos internacionales…
Ha pasado y afectó bastante. Se les tiraba más a los eventos esos que a la misma Serie Nacional. El otro día lo planteé en una reunión donde se hacían los equipos para la serie Provincial. Antiguamente había Planes de la Calle los domingos, jugaban los muchachos con guantes de nylon, pero jugaban. Cerrabas un par de calles y hacías aquellos maratones deportivos donde jugaban ping pong, boxeo, béisbol, voleibol, basket. Los muchachos eran atraídos. Ahora se están haciendo los terrenos para beisbolito; es algo positivo.
Se tratan de rescatar las buenas costumbres que dieron resultados positivos.
Eso es maravilloso para los niños, que muchas veces no tienen dónde ir ni en qué entretenerse.
Cuando hay un mundial de fútbol se ve tremenda furia; después hay que esperar otros cuatro años. Siempre vuelven al béisbol.
Claro, la pelota es siempre.
¿Qué receptor se ha acercado más a Juanito Castro?
El villaclareño Ariel Pestano.
Se me da un aire a ti.
Un aire no, un ciclón. Hace los mismos movimientos que hacía yo. Tiene la misma técnica mía; además, nos parecemos hasta en el físico. Ahora no porque estoy viejo, pero cuando tenía su edad era así. Tiene un desarrollo muy bueno. Hace tiempo lo vengo diciendo, cuando era juvenil dije que había que seguir de cerca a ese muchacho, que sería de los mejores. Desde hace años ha sido el mejor receptor de Cuba. Está por encima de todos.
Ha tenido temporadas donde cogió alrededor del 70% de los que le salen al robo. Es muy difícil superar eso en cualquier nivel…
Tiene buen brazo y sentido de la colocación detrás de home. Se mueve allá atrás como un león. Técnicamente, para la bola contra el piso de forma perfecta. Lo hace todo bien, hace falta que no se eche a perder. En Las Villas le dicen Juan Castro. Una vez me pidió consejos allá en Mulgoba, donde coincidimos. Fue al albergue a pedirme consejos. Machado y otros que jugaron conmigo, que son de Las Villas, me dicen que ese es hijo mío, porque me copia en todo. Para mí es tremendo catcher. Ha usado mi número, el 13.
Machado, el de Ciego de Ávila lo hizo bien…
Muy bien, pero me gusta más Pestano; es más integral.
¿Tú mejor manager?
Jugué con muchos, con tu hermano Catibo, con Chávez, Servio, Jorge. He jugado con muchísimos, pero como Pineda no he tenido ninguno. Tenía luz larga a la hora de dirigir. Algunos se aflojan a la hora cero. Pineda era del carajo a la hora de decidir, nunca lo vi temblando ni nervioso ni tartamudeando por muy difícil que fuera la situación. Nosotros tuvimos juegos muy duros y cerrados con los americanos. Recuerdo un juego con los chinos en Canadá, cuando mandó a robar tercera a Pacheco con Linares bateando. La prensa se lo quería comer, recuerdo las críticas del periodista Enrique Capetillo, ya fallecido. Él solo contestó que ganó el juego. Si aquella jugada le sale mal, hubiera tenido que coger por la cerca y perderse de allí, pero salió bien. Linares bateó un largo fly al field y Pacheco anotó la del empate. Después yo lo decidí.
Allí jugó center Lázaro Contreras, quien después falleció. Víctor se lesionó…
Era nuestro center field allí. Después murió en un accidente casero. Era muy bueno, explosivo, buen bateador, buen fildeador, buen corredor, en fin, excelente pelotero.
Juanito, cuando hice EL SEÑOR PELOTERO, los entrevistados votaron por un Todos Estrellas. Después Capetillo hizo otro en Bohemia. Discrepó solo en segunda base; allá salió Urquiola, con él Pacheco. ¿Cómo manager a cuál prefieres?
Quisiera tener en mi equipo a estos cuatro: Isasi, Urquiola, Anglada y Pacheco.
Juega uno solo.
El más integral ha sido Antonio Pacheco. Te lo afirmo, como también digo que Padilla es más defensivo que él. Ahora bien, integralmente, Pacheco es el mejor que ha pasado por ahí.
¿Coincides con el equipo de Capetillo?
Sí.
Ya Pinar puede hacer el suyo. Dímelo.
En primera José Cano, y por ese orden: Alfonso, Giraldo González, Linares, Fernando Hernández en el left, Luis Crespo en el center, Casanova en el derecho y Giraldo Iglesias de Bateador Designado.
¿El mejor pitcher derecho?
Rogelio García.
¿Zurdo?
Félix Pino. También Ajete está ahí.
Fidel Linares pudo estar en el center…
No lo vi jugar.
Realmente es difícil. Fíjate, que a veces se olvida Emilio Salgado. Si hubiera tenido un buen equipo detrás y tú cacheando…
Jugué con él sus dos últimos años, fue un señor pitcher. Ya estaba viejo y la bola no le traía tanto, pero conservaba un knucle ball del carajo, era un papalote.
¿Prefieres jugar, dirigir o entrenar?
Me gustaba más jugar, pero bueno, todo a su tiempo. Ahora prefiero dirigir.
Has ganado Ligas de Desarrollo.
Sí. A la hora de enseñar prefiero hacerlo detrás de home, en el catcher. El buen director siempre está enseñando. Para decirte la verdad, me gusta más dirigir, porque me entretengo más.
¿Quién dirigiría el Equipo Ideal Pinareño?
No tengo duda ninguna: José Miguel Pineda.
Mi hermano, por fin terminamos, pero no me aburrí. Te quiero mucho.
Yo a ti y a toda la familia. Nos vemos cuando lo desees.
Desgraciadamente, no pudo ser el otro encuentro, pero jamás olvidaré a ese hombre-béisbol que se llamó Juan Castro García.
LABOR EN SERIES NACIONALES
A LA OFENSIVA
SN CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU. BR
16 4182 3751 399 856 .228 146 8 95 1303 .347 39
CR CI SH SF DB BB BI SO BD
40 453 28 32 14 357 30 650 115
A LA DEFENSA
JJ INN. O A E TL AVE DP TP PB BR CR
1195 9450.2 6757 711 112 7580 .985 133 0 157 375 330
EVENTOS INTERNACIONALES
JJ CB VB C H 2B 3B HR CI BB SO BI
80 264 240 49 70 9 1 10 37 18 40 —
DB SF SH BR CR TB SL. AVE
2 3 2 4 1 111 .462 .291
Juegos Centroamericanos: La Habana 1982 – República Dominicana 1986.
JJ CB VB C H 2B 3B HR CI BB SO BI
9 29 25 3 5 1 — — 4 2 5 —
DB SF SH BR CR TB SL. AVE
1 — 1 1 — 6 .240 .200
Campeonatos Mundiales: La Habana 1984- Holanda 1986- Italia 1988.
JJ CB VB C H 2B 3B HR CI BB SO BI
24 78 67 18 24 1 — 4 12 9 10 —
DB SF SH BR CR TB SL. AVE
1 1 1 — — 37 .552 .358
Juegos Panamericanos: Caracas 1983 – Indianápolis 1987.
JJ CB VB C H 2B 3B HR CI BB SO BI
15 57 56 13 18 5 — 2 8 1 14 —
DB SF SH BR CR TB SL. AVE
— — — — — 29 .518 .321
Copas Intercontinentales: Edmonton 1985 – La Habana 1987.
JJ CB VB C H 2B 3B HR CI BB SO BI
17 51 45 5 9 1 1 2 6 4 8 —
DB SF SH BR CR TB SL. AVE
— 2 — 1 — 18 .400 .200
Torneos José Antonio Huelga: La Habana 1983 – Villa Clara 1984 – Matanzas
1985.
JJ CB VB C H 2B 3B HR CI BB SO BI
15 49 47 10 14 1 — 2 7 2 3 —
DB SF SH BR CR TB SL. AVE
— — — 2 1 21 .447 .298
Otros torneos internacionales:
-Copa Panamericana Simón Bolívar: Venezuela 1985.
-Tope Cuba-Japón: Japón 1984.
-Gira por México: 1985.
-Torneo en Palm Spring: Estados Unidos 1985.
-Copas “Meteoro de la Confraternidad”: República Dominicana 1985-1987.
-Topes Cuba Estados Unidos: Cuba 1987 – Estados Unidos 1988.
-Tope vs profesionales venezolanos: Venezuela 1988.