En el consejo popular Sumidero “Siembra tu pedacito” es mucho más que una consigna manida para incentivar la agricultura familiar. Para los lugareños no existen patios ociosos sin que se cultive, al menos, una hortaliza.
En la comunidad de Pueblo Nuevo, por solo citar un ejemplo, cada una de las 56 casas tiene algo sembrado. Hasta en menos de un metro de tierra encuentras un surco de tomate o de alguna hortaliza.
“Desde el año 1987 el movimiento de la Agricultura Urbana prendió aquí con mucha fuerza. Por supuesto, luego vinieron años difíciles y la necesidad hizo que la gente se volcara a sembrar en cualquier pedacito de tierra.
“También quienes han inmigrado de otras zonas como Gramales, Francisco o Cejas han propiciado que se extienda la práctica y que sea haya convertido en una tradición”, comenta Justo Luis Rodríguez Guzmán, jefe del departamento de Desarrollo Agropecuario en la Delegación Municipal de la Agricultura en Minas de Matahambre.
Aluden los vecinos que en Sumidero, “si no te mueves no comes”, y es común que muchos patios produzcan lo que luego se lleva a la mesa, incluso el lechón asado del 31 de diciembre.
Catalicio Oramas Concepción asegura que como su patio no hay otro en el Consejo Popular. A sus 89 años se levanta cada día a las seis de la mañana para atender sus sembrados, una rutina que inició hace 30 años desde que se jubiló.
“La historia mía es larga, aquí donde tú me ves soy técnico forestal, técnico en incendios. Fui hasta jurídico. Me formé en la escuela soviética, y soy militante del Partido hace 60 años.
“Me ha gustado siempre la agricultura, sembrar, tengo patio para eso. Aquí cultivo col, tomate, habichuela, pepino y si sigues hasta el final vas a ver plátano y hasta café”.
Desde su casa vende las producciones. Tiene sus clientes habituales y le enorgullece decir que ofrece productos frescos y más baratos que en todo el poblado.
“Fíjate, aquí vienen ‘merolicos’ a comprar, pero no les vendo, porque quieren ganarle la mitad a un repollo de col. Eso no va conmigo, que se lo coma quien me lo ha comprado por 30 años”.
Ni el huracán pudo comprometer las producciones de Catalicio, pues enseguida protegió los semilleros con una tela y el resultado está en la salud de las coles que muestra hoy, a lo que contribuye con materia orgánica que él mismo hace con hierba de los patios y desperdicio de cosecha.
“No tengo que esperar a que nadie me traiga abono. La semilla también la cosecho yo, porque es la que me gusta, excepto la de col que la compro en la granja urbana.
“El ciclón me tumbó la cerca y enseguida la reparé. A veces los muchachos me ayudan, pero me gusta hacer las cosas solo, porque me parece que otro no lo va a hacer como yo. La gente de ahora no trabaja igual que antes”.
Aunque Catalicio está constantemente rodeado de varios de sus seis hijos, desde que murió su esposa vive solo, pero como él mismo enfatiza no tiene sangre para dejar de trabajar.
“Hace poco me hice un chequeo y nada me salió, eso es señal de que el que trabaja no se enferma, a mí no me duelen ni los callos”, dice entre risas.
A sus casi nueve décadas de vida este hombre demuestra que a pesar de las dificultades se logran resultados con voluntad y trabajo constante. En el consejo popular de Sumidero se comen hortalizas desde el 10 de diciembre, y en los barrios, cada cual garantiza que su pedacito esté sembrado.