Un buen maestro se conoce a la legua, no hace falta revisarle clases, hacerle inspecciones y controles, solo basta mirar cómo los alumnos lo tratan, aun cuando pasan los años, si hay respeto y consideración, entonces la grandeza abunda.
Estas palabras son el preámbulo para empezar a contar un poco de la historia de vida del profe Víctor Hernández Abreu, quien casi a la edad de jubilación, cuando asiste a los encuentros de los alumnos graduados en 1983 del preuniversitario Antonio Guiteras, centro donde él comenzó su vida laboral , sus pupilos lo tratan como a un amigo y consejero. Eso se gana solo con profesionalismo.
Con mucha humildad contó de sus primeros estudios en la escuela de primaria José María Heredia, luego, en la secundaria básica en el campo Esposos Rosenberg, del municipio de Sandino.
“Allí hice hasta el décimo grado, y tuve una experiencia muy linda, porque cuando llevaba dos cursos como estudiante, por la necesidad de maestros que había en el país, fui seleccionado por el jefe de cátedra de Biología, por mi rendimiento escolar, para dar clases, y así iniciarme como alumno ayudante en esa especialidad.
“Me enamoré de esta asignatura y de la profesión de maestro, incluso, mis padres y yo pensábamos que sería médico, pero esa acción del profe, la necesidad y el paso voluntario de dar clases en la adolescencia me marcó para toda la vida”.
Al concluir la secundaria, por las necesidades y transformaciones en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), se hizo un llamado especial a estudiantes para el Servicio Militar General, y ahí partió hasta el Ejército Central a cursar la especialidad de Armamento y Municiones, después regresó a una unidad de La Habana para ejercer esos estudios.
En 1980, por el resultado de su labor y como profesor de Preparación Política, vino de jefe de cátedra de Trabajo Patriótico y Preparación para la Defensa para el preuniversitario Antonio Guiteras Holmes, donde laboró por cinco años. Posteriormente, fue captado como metodólogo provincial.
“En el ‘Guiteras’ estuve dentro de un claustro de profesores magníficos, de los cuales tuve que aprender, y significó mucho en mi desarrollo y perspectivas como profesor y dirigente”.
Desde hace años, Víctor trabaja como asesor en el sistema de trabajo patriótico y de preparación para la defensa en la Dirección General de Educación, y en el subgrupo económico social de Educación, Educación Superior, la Cultura y el Deporte, pero nunca ha dejado su constante preparación, por eso se graduó como licenciado en Historia y Ciencias Sociales, y en el 2006 obtuvo el título de Profesor Asistente de la Universidad de Pinar del Río y de máster en Ciencias de la Educación.
Con una rica trayectoria laboral que emprendió como profesor, Víctor ha pasado por varias responsabilidades, incluida la de subdirector al frente de la preparación para la defensa y el sistema de seguridad y protección de las instituciones educacionales en la provincia, con reconocimientos por los resultados de Pinar del Río en esta actividad.
Mucha historia acompaña a Víctor, entre ellas, estuvo como asesor de su especialidad en la escuela Salvador Allende para formar profesores de Secundaria Básica; luego dos misiones de colaboración en Venezuela, una en el 2010 y otra en el 2014, al frente de la comisión de Educación Popular, donde realizaron un trabajo amplio y sistemático con las comunidades, sobre todo, con las indígenas.
“Fuimos a aquellos estados en los que era muy necesario llevar la luz de la enseñanza y de la educación, como fue en el de Delta Amacuro, en el Amazonas y Bolívar”.
Entre sus logros laborales destacó la participación como ponente en cuatro congresos internacionales de reducción de riesgos de desastres.
DE SUS ALUMNOS Y DE LA FAMILIA
“De los estudiantes del preuniversitario Guiteras, mis alumnos, ¿qué decir? Hoy son grandes profesionales de este país o en otros, pero los resultados del estudio y de su superación constante dieron magníficos seres humanos.
“Eran alumnos que devoraban sus libretas y libros de textos para salir bien en sus exámenes, y aunque estaba el Ipvce Federico Engels, los egresados de nuestro pre tenían una altísima calidad en sus estudios superiores, y así se mantuvo.
“Recientemente participé en un encuentro de los graduados de 1983. Fue un momento muy bello y nostálgico al encontrarme con aquellos jóvenes y adolescentes, que hoy ya peinan canas y son todos unos profesionales en sus distintas responsabilidades”.
Así recuerda cada vivencia de su estreno en su vida laboral en este preuniversitario, el cual fue vanguardia nacional por muchos años, y se distinguió siempre por la disciplina y la calidad del claustro de profesores.
Este hombre, oriundo del central Galope, en San Juan y Martínez, proviene de una digna familia pinareña dedicada al cultivo del tabaco, la cual inculcó el ejemplo de la laboriosidad.
“En tiempos de zafra se vinculaban a las labores de recolección del tabaco, después en las escogidas en todos los procesos”. Esos son los recuerdos que este profesor trae de sus padres, quienes trabajaron de forma honrada hasta su jubilación.
“Gozo de un prestigio ganado con el ejemplo, disciplina y civilidad, porque como decía nuestro José Martí: ‘La vida sin cortesía es más amarga que la cuasia y que la retama’. Y esos valores nos los enseñó la familia, la escuela, y la etapa pasada en las Fuerzas Armadas Revolucionarias cerró como un colofón toda mi formación ciudadana y como ser social responsable y entregado a la Revolución.
“La educación y formación de valores, transmitida desde una familia materna y paterna, humilde, responsable y patriota nos inculcó a amar a la Patria. Desde joven milito en la
Juventud, luego pasé al Partido; soy miembro de la dirección provincial de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana,y toda la vida la he dedicado a la función de educar e instruir”.
Con orgullo habló de su doctora favorita, su hija Alianis Hernández Castillo, quien siguió el camino de sus padres en el estudio y logró su título de Oro en su graduación, se esforzó por su especialidad, y que lucha cada día por ser mejor ser humano y profesional.
Y SE HIZO MAESTRO
Al hablar de sus compañeros de trabajo en la Dirección General de Educación, de esos que diariamente emprenden el camino de dirigir y orientar los pasos de la Educación en la provincia, nos dijo:
“Hay gran prestigio y solidaridad dentro del colectivo, quienes por años hemos tenido que laborar en toda esta tarea”, así, con mucho respeto nos comentó.
“Hoy la carrera de Pedagogía es un orgullo y regocijo para el país. Ser maestro es una misión indispensable de la vida de los cubanos, pero lleva un esfuerzo y sacrificio muy grande para seguir haciendo de esta profesión la más bella y hermosa de la vida.
“Necesitamos también que las captaciones de nuestros futuros maestros se hagan con profundidad y se cumplan todas las funciones y tareas de la formación vocacional y orientación profesional.
“A solo un año de cumplir los 65 años, nunca me arrepiento de la primera vez que tomé en mis manos una tiza y un borrador, y en un pizarrón comencé a ejercer por primera vez en aquel lejano 1974, en una secundaria de Sandino”.
Para el amor también tuvo sus palabras el profe, por eso nos recalca que comparte su vida personal desde hace años con Ana Ivis Rodríguez Piloto, quien, además, es su compañera de trabajo.
“Formamos una pareja con toda la entrega que lleva unirse y ayudarse mutuamente en el trabajo y en la vida personal”, confesó este hombre, quien se mantuvo fiel a sus principios y que tuvo el esfuerzo y la laboriosidad como referente en su vida, pero que siempre encuentra un tiempo para dedicarlo a su compañera y a la familia.