Carlos Alberto Martínez Blanco, director Provincial de Salud Pública en la capital cubana, afirmó que la ciudad se encuentra en una situación compleja en cuanto al comportamiento de la COVID-19, pero con posibilidad de revertirla.
Martínez Blanco comentó en una mesa redonda televisada desde el Palacio de la Revolución, que gracias a las acciones tomadas se había logrado un momento de estabilidad epidemiológica en la capital con el acompañamiento de organismos como Educación, Orden Interior, la Unión de Jóvenes Comunistas, la Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución, y los ministerios de Turismo y del Transporte.
A partir del plan de medidas que se implementó, La Habana pudo entrar en la primera fase y a la altura del 24 de julio existían indicadores para la segunda, señaló.
Según el director provincial de Salud, a partir de ese día se produjo un incremento de los casos con evidencias de transmisión local controlada, lo que demandó intensificación de acciones de enfrentamiento.
Entre las causas de este retroceso mencionó la baja percepción del riesgo de la población y los propios profesionales de la Salud, exceso de confianza a partir de disminución del número de casos y deficiencias en la conducción del paciente por el sistema de Salud a partir de la detección temprana (pesquisa activa), así como también la actitud irresponsable de personas e instituciones.
Actualmente la tasa de incidencia es de 8,48 por cada 100 mil habitantes, el índice reproductivo está en 0,89, existen 176 pacientes activos, el indicador de casos positivos con fuente de infección demostrada está en 93,4 por ciento y hay siete eventos de transmisión local.
A partir de esta situación epidemiológica se proponen nuevas medidas para controlar la transmisión de la COVID-19 en La Habana: integrales, participativas, inter sectoriales, dijo el doctor.
Entre las acciones a llevar a cabo mencionó una mayor pesquisa activa comunitaria y mediante de laboratorio con test rápido- sobre todo personas más vulnerables- y de las capacidades de exámenes de PCR, la reorganización de servicios asistenciales en correspondencia con los recursos humanos y la incorporación de activistas sanitarios.
Además, se intensificará el análisis de la procedencia de los casos sospechosos, se efectuarán más intervenciones con medicamentos (preventivos), se mantendrá la observancia de trabajadores con síntomas respiratorios y considerados como vulnerables y se evaluará diariamente el impacto de tales acciones.