Cuando ataca la nostalgia a aquellos que peinan canas y empiezan las conversaciones sobre los tiempos pasados, generalmente hay dos temas sobre los que giran los diálogos: las bonanzas económicas y la calidad del deporte.
Así comienzan las referencias a los torneos que había antes, a lo bueno que era fulanito, la Serie Nacional de tal año o hasta el equipo que tenía el municipio en ciclismo, boxeo, lucha…
Lo cierto es que, aunque parezca inverosímil para los más jóvenes, la calidad del deporte cubano en las décadas finales del siglo XX era indudable, entre otros aspectos, debido a la cantidad de practicantes que tenía cualquier disciplina, algo de lo que hoy carece el país.
No sé cuándo se comenzó a perder el amor por la práctica deportiva en Cuba, pero calculo que a raíz de que los niños empezaron a relacionarse más con la tecnología, este fenómeno decadente para el deporte se fue acentuando hasta tocar fondo en la actualidad.
Un conocido me habla de cómo se piqueteaba en el pasado en los barrios de la ciudad de Pinar del Río y de la cantidad de muchachos que se reunía para jugar esta variante de la pelota, algo, que lector, hoy se ve muy poco en cualquier punto de la provincia.
¿Y qué decir de las áreas deportivas? Antes, me cuenta ese mismo conocido, había luz en cualquier área y se jugaba hasta de noche, algo impensable en la actualidad y lo mismo se jugaba básquet, balonmano, que se practicaba judo o boxeo hasta altas horas de la noche.
También me recuerda las llamadas áreas especiales que cada escuela primaria tenía en nuestro país, donde ya se comenzaba a forjar el futuro atleta que luego ingresaría a la Eide y la flexibilidad del horario escolar, que coexistía con la práctica del deporte.
Así hay que destacar que esta masividad dio sus frutos para el deporte cubano, sino cómo se explican los resultados en las Olimpiadas de Moscú, Barcelona o Atlanta, incluso cuando ya era inminente el periodo especial y la escasez de recursos en la Isla.
Sin embargo, hoy se ve un panorama muy distinto para Cuba y es algo que las máximas autoridades del país deben analizar con premura, para evitar una mayor debacle para el deporte cubano, ese que llegó a estar ubicado entre los cinco países en el medallero olímpico.
Aumentar el número de practicantes es una necesidad de cada una de las disciplinas que se desarrollan en el movimiento deportivo cubano, ese aspecto será la base para lograr en el futuro los resultados deseados en torneo internacionales.
No obstante, es un cambio que lleva su respectiva dimensión económica y no se logrará en un corto tiempo, porque primero será necesario rehabilitar gran parte de las áreas deportivas, sin lo cual no se avanzará en esta gigantesca tarea.
Lo otro es involucrar a la familia y hacer que los padres instruyan a sus hijos en la importancia de la práctica deportiva y en los valores y la ayuda para el desarrollo de la personalidad y para el bien de la salud, una cuestión, esta última, de vital importancia.
Entonces cuando se alcance este punto, volverá el deporte cubano a ser una fiesta del pueblo y, no lo dude lector, se escribirán nuevas páginas de gloria para nuestros compatriotas en olimpiadas, panamericanos, centroamericanos y mundiales.