El empleo de los nasobucos se ha vuelto lamentablemente popular. Y digo esto, pues aunque en situaciones de catarro, tos u otros padecimientos bronquiales debería usarse, en Cuba no es una práctica común.
Por supuesto, ahora con la presencia del virus SARS-CoV-2 es de vital importancia su empleo para prevenir este letal padecimiento de nuevo tipo que azota a la humanidad.
Siguiendo esta línea de pensamiento sobre la notoriedad de este pedazo de tela – devenida prenda de vestir si se quiere –, resulta cotidiano observarnos a todos usándolo en la calle, en colas y en el trasporte público entre otros lugares.
Es evidente: su empleo forma parte de las medidas obligatorias orientadas para prevenir el contagio del coronavirus: permite la contención de microorganismos incluidos en las microgotas de flügge (partículas diminutas expelidas al hablar, toser, estornudar y respirar) y su vida útil para el uso seguro y efectivo de su función de protección es de unas tres horas, según detallan especialistas de nuestro Ministerio de Salud Pública.
Todo bien. Pero estamos en Cuba, y aunque la situación es bien compleja, el cubano le saca filo a todo para hacerse notar; y verdaderamente algunas líneas de humor nunca vienen mal.
Importante mencionar que este texto se basó en la observación constante de transeúntes en diferentes rincones del territorio vueltabajero.
Pues sí, ya la tradicional tela verde ha tomado rasgos desproporcionados entre la juventud, la que los decora con telas estampadas, de mezclilla de camuflaje o colores enteros como rojo, blanco o negro, este último bastante popular.
Este grupo etario lo usa además para adoptar una personalidad misteriosa con cierto swing al estilo de los grupos de baile de Japón o Corea por solo mencionar algunos.
Por supuesto, también se ha hecho popular entre las mascotas, pues tanto perros como gatos se han visto obligados a usarlos para la tranquilidad de sus dueños. Incluso, recientemente visité una casa donde a una pareja de hamsters les habían impuesto su uso. Imposible contener la carcajada frente a semejantes criaturitas.
No olvidemos los caballos, pues ya son varios los que este escriba ha visto protegidos por sus dueños. Sí, también caballos.
Pero tendencias aparte, lo gracioso del asunto radica entre las personas de más avanzada edad, a los cuales ya solo les preocupa su protección y nada más, pues la moda para ellos ya no es tan importante como solía serlo.
Como sustitución al nasobuco pueden observarse inventos tan curiosos como pañuelos para cabello a modo de forajidos de los populares westerns spaguettis de los años ’40 y ’50 del siglo pasado.
De igual forma se utilizan medias pantis, pedazos de tela de licra, e incluso las patas de calzoncillos de los llamados bóxers masculinos.
Pero los aplausos sin duda se los llevan aquellos que han usado almohadillas sanitarias, copas de sostenes femeninos y hasta caretas antigases.
Es así. Ya lo decía el Generalísimo Máximo Gómez, cuando no llegamos nos pasamos; y esto también es bueno dentro del escenario actual, pues evidencia la conciencia ciudadana que se ha adquirido inventos aparte.
Para terminar, algo de seriedad entre todas estas locuras. Importante aclarar que el nasobuco no es un pañuelo ni un abanico, y que deben acordonarse a cabalidad sus dos pares de tiras.
También recalcar que no debe tocarse o rascarse con las manos sucias. Y sobretodo recordar que debe cubrir la nariz y la boca por igual, pues de nada sirve que se utilice solo sobre la zona bucal y se deje la nariz fuera para respirar mejor.
Recuerde querido lector que la mejor protección es la que todos nos brindamos con responsabilidad.