Ojalá y apenas fuera este un reporte preliminar que no requiera de segundas y terceras partes. Pero, tal como apuntan los pronósticos en ambas orillas del Estrecho, Pinar del Río volverá a beber de la malquerida hiel de un huracán. Ian se apresta a abrir hondas heridas en la geografía de la provincia más occidental, como si la belleza sin par de que fuera dotada funcionara como maléfico imán.
Si se cumplen los vaticinios, la semana con que cierra septiembre será de mucho ajetreo por estos lares. Decretada desde ayer la fase informativa, y acorde con los planes establecidos y tan manoseados año por año, cada empresa, organismo y organización ha puesto en marcha sus respectivas acciones preventivas con tal de afrontar las contingencias de la mejor manera posible. Evidentemente, son la agricultura, la vivienda y la electricidad los sectores más proclives a sufrir daños de consideración, sin descuidar de ningún modo el aseguramiento que todos debemos darle a los bienes de cuya protección dependemos para el presente y el futuro.
Como ocurre en los eventos de este tipo, la tarea que no puede fallar es la preservación de las vidas humanas y de los animales, y la prestancia a la hora de poner a salvo cualesquiera de los recursos que estén a nuestro amparo, ya sea en un centro de trabajo o en el hogar. Por mucho que queramos, desviar de su ruta marcada la trayectoria de un ciclón no es asunto que nos compete. De momento, volveremos a acompañar al inefable Rubiera –y a sus discípulos y compañeros en el INSMET- en los tan anhelados y a la vez temidos partes meteorológicos. En un próximo informe referiremos detalles específicos de lo que se hace En La Palma al respecto.