UN HOMBRE DEL MININT Y DE LA SEGURIDAD
El mayor Alfredo Ávila Martínez, ya con 72 años y quien labora como trabajador civil de la Defensa, pasó 35 años en la Contrainteligencia, pero asegura que su relación con el Minint viene desde mucho antes, porque es el resultado de la educación que recibió de sus padres.
Licenciado en Derecho y máster en Investigación Operativa, Ávila Martínez recuerda como si hubiese sido ayer cuando entró a las filas de esa institución el dos de septiembre de 1974.
“Entré en el ´74 y en el ´75 se celebró el Primer Congreso del Partido. Fueron días en los que no hubo tiempo para nada. El enemigo quería echarnos a perder el Congreso y hubo que asegurar cada asamblea. También estaban las visitas del Comandante en Jefe Fidel Castro, las celebraciones de cada 26 de Julio…”, menciona algunos de los momentos más importantes en los que se desempeñó.
Al referirse al trabajo de la Contrainteligencia asegura: “Es difícil, es una labor muy consagrada y de gran responsabilidad, porque trabajas contra la inteligencia del enemigo, con mucho pensamiento, siempre de prevención. La política del Minint eternamente será de prevención.
Primero como oficial operativo y después como especialista en la jefatura del Minint, Ávila explica que ha tenido que estudiar, pero la mayor preparación la da la propia experiencia.
“La vida te enseña mucho. Los primeros compañeros que trabajaron aquí no tenían formación académica, pero poseían una conciencia revolucionaria, una sabiduría y una visión adquirida en el día a día increíble. Aprendí mucho de ellos”, argumenta, a la vez que dice estar presto a ayudar a los más jóvenes.
Al hablar de la necesidad de tener una familia que respalde y comprenda la labor que se desempeña refiere que “hay que unir lo útil a lo agradable, porque hay momentos en los que el deber es ineludible y más si tienes de verdad ese sentido de pertenencia”.
En medio de una extensa conversación, Ávila confiesa que él es un hombre del Minint y de la Seguridad: “Una por principios y otra por agradecimiento”, sentencia.
“Mi padre fue combatiente de la clandestinidad, estuvo preso y se integró a la Revolución por completo, me mandó a inscribirme para que alfabetizara, pues tenía que cumplir con Fidel. Él se unió a las Milicias y se fue al Escambray para la primera limpia en noviembre del ‘60. En la casa nos quedamos mi mamá, mi abuela, mi hermana chiquitica y yo con 12 años.
Rememora que “por esa fecha proliferaban las organizaciones contrarrevolucionarias y yo veía que todas las noches entraba a mi casa un muchacho del Ejército Rebelde a tomar café y se iba para una casita de desahogo que había en el patio. Resulta que una organización tenía el plan de tirar un coctel Molotov y quemar mi casa con nosotros adentro.
“Un agente de la Seguridad estaba penetrando la organización y Polanco, que era un joven del Ejército Rebelde, de la columna Uno de Fidel que se había casado cerca de mi casa en San Diego de los Baños, tenía la orientación de protegernos. El caso se operó y cogieron al hombre, quien confesó que no había tenido valor para cruzar la cerca e incendiar la casa. Por eso te digo que tengo un doble compromiso con el Minint”, concluyó.
CUANDO PRIMA LA VOCACIÓN
Iracema Hernández Porras siempre supo que quería ser militar. Intentó en noveno grado con las pruebas para los “Camilitos” y aún no sabe por qué no las aprobó.
Pensó en Medicina y en otros perfiles, pero el ejemplo de su padre, también militar, seguía presente, quizás por eso llora cuando ofrece esta entrevista y asegura que nunca se arrepintió de haber tomado esta decisión: ser parte del Minint.
“En la casa supieron que había optado por la Academia del Minint después que lo había hecho y el día que otorgaron las carreras solo se podía llevar a un acompañante. Llevé a mi padre que aún no sé si en realidad no sabía a lo que venía o solo fingía para no romper mi ilusión. Solo sé que mi nombre fue el primero y él rompió en llanto”.
Así nos cuenta la joven teniente de 25 años, oficial operativo de la DTI.
Licenciada en Derecho y graduada de la Academia del Minint, Iracema ya acumula varias anécdotas. La más reciente de ellas está relacionada con la llegada del candidato vacunal Abdala a la provincia:
“La noche antes del Día de las Madres supe que ese domingo no iba a ver a mi mamá, me tocaba trabajar y asegurar la llegada de ´Abdala´. Me queda la satisfacción de que todo salió bien”.
Pero la muchacha, que al graduarse debió trabajar en Guane, fue trasladada hasta la provincia por los resultados de su labor.
“No fue sencillo, porque allí estaba igualmente como oficial operativo y aunque el colectivo me apoyaba muchísimo, el trabajo es complejo para los recién graduados”.
Con mucha sensibilidad narra otras historias vividas en sus años de estudiante:
“En la Academia la vida era como la de cualquier joven, estudiábamos, nos divertíamos, pero lo hacíamos con mucha responsabilidad.
“Fue una época en la que todo lo asegurábamos nosotros. Recuerdo que en primer año fui parte del grupo que escogieron para cuidar la tribuna del Primero de Mayo. En ese desfile estuvo Fidel y vinieron también Hugo Rafael Chávez Frías y Evo Morales. Los vi como nunca los había visto, muy cerquita y mucho rato”.
Comenta que estuvo en el aseguramiento de la visita del Papa y la del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama: “Fueron semanas en las azoteas de los edificios y las cosas tenían que salir bien. Es lo más difícil que me ha tocado vivir”.
ENTREGA Y SACRIFICIO
En diciembre de 2004 entró a las filas del Minint como parte de la Brigada Especial ante un llamado que se hiciera para mujeres. En ese momento ya era cinturón negro, pues había sido integrante del equipo nacional de kárate.
La defensa personal a Airen Toledo Peña se le daba muy bien: “El llamado de la Brigada respondía a la necesidad de tener mujeres que pudieran asumir determinados tipos de enfrentamiento en los que participaban féminas. Yo, que soy de la Isla de la Juventud, había venido a ver a mi abuela paterna y me inscribí al conocer la convocatoria”, recuerda la joven que actualmente ostenta los grados de capitana.
“Fueron momentos difíciles, por orden del Ministro los que se interceptaran en salidas ilegales del país debían de ser resguardados por la Brigada Especial. Lo mismo estaba en Bahía Honda a las dos de la madrugada que en un carnaval en Consolación del Sur.
Así empezó a echar raíces esta pinera en tierra vueltabajera. Aquí tuvo a sus gemelos Alain Daniel y Alian David que ya tienen nueve años y han pasado más de una fiebre en la oficina de su mamá.
“El papá de los niños también es oficial del Minint y los dos teníamos mucho trabajo, después vino el divorcio y a aprender a vivir sola con ellos. En la actualidad tengo que agradecerles a mis compañeros; a los vecinos que me ayudan con ellos cuando, por ejemplo, debo de trabajar de noche y a mi nueva relación de pareja.
“En el Minint obtuve mi casa, y los niños decían: ‘Mamá, por eso es que tú trabajas tanto’. Ellos son mi vida, me respetan y quieren cantidad. A veces siento que les debo dedicar más tiempo, pero el trabajo me absorbe, por eso me ves tratando de complacerlos y educarlos a la vez. Converso con ellos, trato de que se preparen para la vida”.
La joven, de apenas 36 años, supo que no estaría siempre en la Brigada Especial y en el 2007 pasó el curso básico de Contrainteligencia, órgano al que entró en el 2008. Por sus resultados llegó a ser oficial de Información y Análisis.
“Después pasé a ser planificadora del órgano, un cargo muy complejo; tras mi regreso de la licencia de maternidad continué en mi plaza y más tarde empecé en el grupo de dirección, me tuve que preparar mucho. Ha sido difícil porque era graduada del curso básico, ni siquiera tenía la Academia; entonces hice el curso superior de Contrainteligencia, los posgrados necesarios para poder asumir el cargo y demostrar de lo que era capaz como mujer y desde el punto de vista profesional”.
Airen es licenciada en Cultura Física y graduada del Curso Superior de la Seguridad del Estado y desde hace cuatro años se desempeña como jefa del Grupo de Dirección del Órgano de la Contrainteligencia, ostenta dos medallas del Servicio Distinguido, ha ocupado cargos en la UJC y asegura que al frente de esa organización se sintió muy bien, pues siempre trataron de llevar el Minint a la comunidad.