Rubisel Martínez Ramos no duda en asegurar que todo lo que ha obtenido en la vida se lo agradece a su mamá, que es ella la que empuja, acompaña, asesora; la vega familiar que perteneció a los abuelos maternos está ubicada en el consejo popular Las Taironas, del municipio de Pinar del Río, son socios de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Gervasio Hernández del mencionado municipio.
Como todos los campesinos de esta zona sintieron sobre sí la fuerza de los vientos de Ian, y las plantaciones de guayaba que antiguamente identificaban la finca fueron menguadas, aunque incrementaron la siembra de piñas y tabaco.
No obstante, en eso de resarcir daños las palmas se las lleva el pequeño aserrío.
POR SI ACASO
Desde hace ocho años, empezó a soñar con tener esta pequeña industria para el procesamiento de madera, obtener todos los permisos necesarios fue un largo camino, porque son varias las entidades que intervienen en la aprobación, “esto es ciento por ciento legal”, asegura Rubisel, quien acota que antes del año ya estableció su primer contrato con la Empresa Forestal de Pinar del Río.
Constituye una fuente de ingresos alternativa, para esos años malos en que las cosechas no dan lo que se espera, el clima es adverso o las cosas no salen bien.
Elaboran módulos de parles, como actividad principal, pero ante la devastación dejada por Ian incursionan también en la producción de riostras para casas de curar tabaco, además de las dos de la familia procesaron la madera de otras cinco de campesinos de la zona. Ratifican su disposición a contribuir con la recuperación de la infraestructura del sector.
Con miras a la venidera campaña ya empezaron la preparación de tierras para la riega de semilleros, el pronóstico es plantar cuatro hectáreas (ha) de tabaco tapado y cinco de sol.
Explica que en las últimas contiendas tuvieron buenos resultados, a pesar de ello, este año incursionarán con la variedad Criollo 98 en el tapado y la 2012 en el de sol, en busca de mayores rendimientos.
Lo habitual en la zafra es encontrarlo con el rostro cubierto por una tupida barba, porque no hay tiempo para nada; la madre Ángela del Carmen Ramos González, afirma con orgullo que su hijo sabe mucho de tabaco, aunque ella es quien lleva el control del momento de siembra, atenciones culturales, pago a los trabajadores y demás detalles económicos.
Con 68 años cocina para más de 15 personas en el hogar, “y cuando termino con el almuerzo voy para el campo a ayudar en lo que haga falta, porque me encanta, es como un niño que tú lo ves creciendo y se va poniendo bonito y las cosas saliendo bien”.
SIN IR A LA CIUDAD
Carmita, como la llaman sus conocidos, asegura que ella no precisa de venir a la ciudad a comprar nada, en la vega obtienen todo el alimento que requieren, arroz, frijoles, viandas, crían cerdos, pollos y disponen de una amplia gama de frutales, desde uvas hasta anoncillos, pasando por ciruelas, mangos, también cultivan café e incluso hasta plantas ornamentales “para embellecer la casa”.
Y añade “Si vivimos aquí, cómo no vamos a sembrar, da gusto hacerlo y cosechar cada cosa que te vas a comer”.
Esta madre de dos hijos comenta que la hembra a quien no le gusta el campo y reside en el reparto Hermanos Cruz, también va los fines de semana y “ayuda en todo lo que haga falta, porque la tierra es la que da todo”.
Casada hace 48 años defiende que la familia es comunicación, “hablar, intercambiar ideas y ver qué es mejor para todos, aunque como yo soy nacida en el campo ellos siempre me dan la razón en las cosas de la vega”.
Al preguntarle a Rubisel sobre el reto de ser descendiente de una mujer todo terreno, que siempre está soñando con más, no escatima elogios para ella, y entre risas, precisa y el poquito negativo es que: “No hay quien se zafe, para dónde te muevas, te tiene localizado”.
Los Martínez Ramos son una confirmación de que, con ciclones, carencias y otras adversidades la vida rural es un pilar de prosperidad siempre que se aproveche la tierra para producir y se ponga diariamente el empeño para hacerlo.