Por estos días Zeleidy Crespo Torres es noticia. La joven, bailarina de Acosta Danza, obtuvo el Premio Nacional de Danza 2023 del Reino Unido, en la categoría Sobresaliente Actuación Femenina en Danza Moderna, por su participación en el espectáculo 100%CUBANO, que presentaron a inicios de 2022.
Para ella, el reconocimiento significa más compromiso, más trabajo, rigor y disciplina, en tanto reconoce que este tipo de premios enaltece, sobre todo, el quehacer de la compañía y el de la cultura cubana.
DE LA GIMNASIA A LA DANZA
Sin embargo, a sus recién cumplidos 35 años, Zeleidy lleva tatuados en su memoria los años que pasó asistiendo a los talleres de la Casa de Cultura de Bahía Honda, donde nació y aún tiene su hogar y una buena parte de la familia.
“Mi mamá trabajaba allí como auxiliar de limpieza. Me llevó y entré a los cursos. Antes había insistido en que practicara gimnasia, un deporte que me aportó muchísimo para todo lo que vino después. A ella le debo lo que soy, a ella y a mi abuelita, que me enseñaron a bailar, sobre todo los ritmos cubanos, y a mis tías, que se hacían cargo de ayudar con dinero, aseo, de preparar mi mochila cada vez que me iba de competencias”, recuerda agradecida la muchacha.
Zeleidy no tuvo una infancia fácil, con holgura, feliz sí, y lo aclara a cada minuto en esta entrevista, internet y redes de por medio. “Pasamos trabajo, mi familia era muy humilde, y mi mamá nos tenía a mi hermana y a mí. Casi me captan para la Eide, pero la idea de estar becada, en medio de ese contexto, era un problema para mi mamá”.
Pero la imagen de que pudiera explotar sus condiciones físicas se había convertido en un anhelo para la madre, por eso la trajo a la escuela vocacional de arte Raúl Sánchez en 2001, para hacer las pruebas de ballet.
“La profesora le dijo a mi mamá: ‘su niña es preciosa, pero ella no puede entrar en ballet, porque su físico no la va a ayudar y no tiene empeine’. El ballet tiene este régimen de perfección en las líneas, es muy técnico. Yo tampoco tenía noción de las cosas, la maestra sugirió que me presentara en danza, que quizás la aprobaría, y mi mamá no dudó en llevarme con la maestra Eneida, a quien adoro y agradezco mucho.
“Desde ese momento empecé a descubrir que me gustaba; en la casa no paraba de bailar. En la escuela estuve tres años. Me presenté al pase de nivel en La Habana y en ese tiempo fui la única que llegó al final de las pruebas, pero no tuve la posibilidad de poder entrar. Entonces la profesora Eneida me llevó a la Escuela Nacional de Espectáculos Musicales, y ahí me fue fácil, lo traía desde la cuna, por mi mamá y mi abuela”.
Zeleidy es graduada de este centro, del que se nutren diferentes compañías. Asegura que desde que conoció a Santiago Alfonso se enamoró de su estilo, de su forma de trabajar, de su arte, por eso rogó mil veces para que fuese su ubicación. Y tuvo suerte, suerte respaldada por su talento y laboriosidad.
“No dudé en escoger a Santiago Alfonso, sabía de su labor y me llamaba mucho la atención, la forma y el rigor con el que trabajaba con sus bailarines; mezclaba cubanía con otros ritmos. Es un gran maestro que admiro y respeto. Estuve con ellos desde el 2006 hasta el 2012, tiempo en el que nos presentamos en escenarios de Francia, España, Portugal, Rusia.
“Esa fue una gran escuela, marcó un estilo único en mí que considero es lo que me hace diferente. Hoy creo que soy un poco él. Lo estudié tanto, era muy exigente y no perdí la oportunidad de aprender. Me ponen una coreografía y yo sé en qué momento de ella estoy, porque se me graba, tengo el tempo perfecto, cómo lo aprendí, no sé.
“Y con Santiago aprendí también qué es estar en un escenario rodeado de profesionales, y a pesar de ser joven, te daba la oportunidad de ser uno mismo. Entrar a escena con Santiago era como una magia. Sentía que tenía que bailar para la última persona que estaba sentada en la última silla del último balcón”.
En 2012 la muchacha pasa a integrar el Ballet de la Televisión Cubana. Mientras estaba en Alemania, como parte de un proyecto de la compañía, y a punto de regresar, supo de las audiciones de Carlos Acosta.
EL DESAFÍO DE LO CLÁSICO
“Estaba en un mundo diferente, en el que me había preparado. Estaba acostumbrada a bailar en espectáculos, lo cual amo y disfruto, y la propuesta de presentarme a las pruebas de Carlos Acosta implicaba otra manera de expresarme y de moverme. Hasta ese momento mi preocupación por el dominio de la técnica y la perfección fluía diferente.
“Al llegar a Cuba dudé un poco y todos mis amigos me decían que me presentara, también mi esposo, cuyo empuje fue decisivo, y mi madre que siempre está pendiente de mi carrera y sigue luchando conmigo.
“Entonces pensé en asistir, pero disfrutar lo que iba a hacer. Y juro que lo hice para quedar bien con todos los que creían que esa sería una buena oportunidad para mí. Mi plan hasta ese momento seguía siendo bailar en un musical. Fue una semana de pruebas a las que asistí segura de mí. Fui a disfrutar y a darlo todo. Para mí fue un show, porque estaba rodeada de tantos bailarines fabulosos; actualmente muchos de ellos siguen en la compañía.
“Estaba feliz, animada de poder estar con ellos ahí, porque eran primeros bailarines de Danza Nacional, del Ballet Nacional de Cuba y yo era la única diferente en ese momento, éramos dos o tres del Ballet de la Televisión, pero al final quedé sola. Y otra vez mi preparación de tantos años vino a ayudarme, así como el registro que creé con la gimnasia y la disciplina de no dejar de trabajar ni hacer ejercicios nunca.
Zeleidy era el número 17 de las audiciones. Recuerda que cuando dijeron que el 17 estaba aprobado sus ojos se abrieron muchísimo: “De ahí para acá todo ha sido una bendición. Mis amigos, mi esposo, mi madre no estaban equivocados. La vida me lo ha demostrado. El destino me acababa de poner en un camino lleno de cosas bonitas que han pasado desde que inició mi trayectoria en Acosta Danza.
“Desde ese tiempo mi vida cambió completamente. Ya no era la Zele que estaba acostumbrada a ser. Aquí tenía que volver a centrarme y exigirme el doble, el triple, porque con Carlos Acosta hay que trabajar; con Carlos Acosta hay que perfeccionarse muchísimo. Hay que estar al tope de todo porque el baile clásico exige un rigor al cual yo no estaba acostumbrada, pero tenía que estar al mismo nivel de los bailarines clásicos y al mismo nivel de los bailarines contemporáneos.
“Me costó mucho y me sigue costando. El sacrificio no ha sido solo llegar, sino mantenerme, y los años pasan, no es igual, uno tiene que ser muy realista y trabajar de una manera diferente. Ese enfoque no te puede faltar, tampoco la disciplina. Ese ha sido el motor impulsor que me he creado. Soy muy constante, porque si no me hubiese puesto ese plan de exigencia no habría llegado hasta donde estoy hoy, y creo que me falta camino por recorrer.
“Mi vida cambió con Acosta Danza. Se me dio la oportunidad y no la desaproveché”.
La joven tiene en la familia un asidero espiritual, y en su casa de Bahía Honda, donde viven su hermana y su sobrina, un espacio para relajarse. “Siento que es mi responsabilidad revertir mis logros en mi casa, en mi familia. Pasamos tanto trabajo juntos, que ahora que he podido de alguna manera salir adelante, no encuentro mayor satisfacción que ayudarlos”.
Según refiere una nota de prensa firmada por Lester Vila, director de prensa de la compañía, Zeleidy ha interpretado desde el 2015 coreografías como Carmen y Tocororo Suite, de Carlos Acosta; Fauno, de Sidi Larbi Cherkaoui; Babbel 2.0, El salto de Nijinsky e Impronta, de María Rovira.
En estos momentos su prioridad es prepararse física y técnicamente bien para estar lista en la temporada de los 50 años de Carlos Acosta en el Royal Opera House, cuando deberá interpretar La muerte de un cisne, obra que asegura disfruta muchísimo. “Espero estar al máximo de la expectativa, exigencia y virtuosidad que requiere”.