El periódico Guerrillero en Pinar del Río se ve en colores, ganancia para lectores y currículo para el medio. A los 51 años se viste bonito con las mejores galas, pero tiene una profesión que más vale ser, para acercarse a su gente, que elitista en una provincia que no es todo de oropel.
No soy de los fundadores, llegué en tiempos después; en la época de su inicio 1969 yo lo hacía en el ocaso de ese mismo año allá en Juventud Rebelde, pero, aun así, desde la zafra gloriosa imposible de 1970 me asocié a Guerrillero.
Decir que el periodismo de hoy es mejor, por su deslumbrante tecnología, avance de las comunicaciones y respaldo académico sería un verdadero disparate. La prensa como reflejo de su pueblo, es tan buena o tan mala como sean los éxitos de sus habitantes.
O, por el contrario, negaríamos el slogan de que somos reflejo de una época. En Guerrillero se escribía como lo hacía su gente, hablaba como era la lógica del desarrollo en la provincia: primero pobre y atrasada, luego desarrollada y deslumbrante, hasta donde ha podido la economía y la sociedad del país.
Hoy leemos nuestro periódico en colores, pero su personal valioso y numeroso de épocas atrás también hizo ver los colores de su vida a los pinareños de la época porque, como dice un medio de radio nacional, avanzó siempre con los colores de la vida.
Para eso la naturaleza dotó al humano, para con la sensación producida por los rayos luminosos impresionar los órganos visuales, según la longitud de onda. Entonces todas las bondades que hoy tiene la provincia en lo económico –que no es poco comparado con 1959-; en los social con destaque particular en universidades, escuelas, centros de investigaciones; en la salud, las redes eléctricas e hidráulicas, agricultura e industria, radiodifusión, red comercial y otras maravillas que descubrimos cuando sinceramente profundizamos… Guerrillero en su momento los mostró.
Cuán maravilloso fuera nombrar a los que escribieron y fotografiaron a partir del seis de julio de 1969 y, más aún, recordar todas las personalidades que estuvieron en sus páginas o hablaron a través de ellas: figuras de la política, del arte, la cultura, el deporte, la cinematografía, las ciencias, la historia y hasta la cosmonáutica.
Los pinareños lo criticaban al principio, se burlaban porque sus fotos eran oscuras o manchadas, pero nunca hicieron lo mismo con sus textos ya que el discurso era el de los mismos ciudadanos, sin elitismo, aunque tuvo entre sus filas plumas de renombre.
Como observador de afuera, recuerden que llegué a la mitad de su camino, escuché a cuadros trasnochados fustigarlo vehemente, quizás porque se consideraron víctimas de una crítica, pero hay una realidad: ¡jamás un cuadro de Guerrillero ha sido sancionado o sustituido por incumplimientos de su cargo!
La línea que algunos facinerosamente le endilgan, el concepto “oficialismo”, no está errada: es un periódico verdaderamente oficialista a mucha honra, que responde a la esencia filosófica del socialismo y es brazo ideológico del Partido, pero no por ello ha incumplido una tarea cuando ha tenido que criticar o señalar… porque esa es la política trazada por la dirección histórica de la Revolución.
Guerrillero empezó con herramientas tecnológicas envejecidas, pero con cerebros y espíritus muy jóvenes; pasaron los años y se actualizó la maquinaria, pero en la misma proporción también se renovó su juventud.
Ahora tiene las mismas herramientas que en cualquier país del mundo, con los colores suficientes y que el país puede darle en el momento, con jóvenes inteligentes que dominan los códigos del periodismo contemporáneo y la posibilidad de mostrar su arte para los de adentro y los de allende la frontera.
No he mencionado los nombres de los viejos como antes, los que se han ido, porque como lo dije anteriormente son muchos; tampoco menciono a los valiosos del momento, su pueblo los identifica. Hablo de Guerrillero como todo: como núcleo, forja de hacer y de crear, púlpito político para llamar a pensar, trinchera para los peores momentos y tómbola y verbena en cada festejo, pero nunca retraído… y siempre muralla de lealtad.
Felicidades para todo el colectivo de Guerrillero, mi primer hogar, allí donde di mis primeros pasos en esta hermosa profesión. Aún siento el olor a tinta impresa cuando hojeo sus páginas. Feliz por el trabajo de todo su colectivo y por la valentía y el excelente trabajo de mis colegas. Muchas felicidades a todos.