El diagnóstico de una prueba PCR en días donde la epidemia del COVID-19 asecha cada espacio de la vida social del país se torna en extremo importante. Cada caso detectado en los laboratorios puede ayudar a detener a tiempo una propagación eminente del virus, salvar con su resultado perentorio a un paciente o aliviar las tensiones de aquellas personas que esperan ser negativas al SarS-Cov2.
Para los pinareños esa sensación de confianza ante la prontitud de un resultado definitivo la trasmite, desde el 30 de enero último, el Laboratorio de Biología Molecular ubicado en el hospital clínico quirúrgico Abel Santamaría Cuadrado. El centro tributa a la mayor autosuficiencia en el diagnóstico de muestras PCR, al tiempo que representa un incremento sustancial en el número de pruebas evaluadas diariamente.
Quienes laboran en el centro de forma ininterrumpida y sin temor al permanente riesgo no descansan hasta lograr el importante objetivo de cumplir con la mayor cantidad de diagnósticos posibles para menguar la tensa situación epidemiológica que atraviesa la provincia. Esa faena intensa se traduce en las casi 20 mil pruebas realizadas en estos poco más de 45 días de trabajo con un margen de error ínfimo.
Según explicó Yunio Fernández Barroso, jefe del departamento provincial de laboratorio sanitario, el número de estudios ha ido creciendo progresivamente luego de un inicio en los ensayos pilotos de 33 muestras, las cuales en su totalidad eran enviadas al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK) y en las que se alcanzaron niveles de concordancia superiores al 90 por ciento.
Pero el actual escenario desfavorable que vive Pinar del Río demandó un rápido aceleramiento de la actividad diagnóstica en el nuevo Laboratorio de Biología Molecular.
“Se comenzaron a hacer después del ensayo piloto unas 500 pruebas, pero el deterioro de las condiciones sanitaria nos llevó a que hoy estemos procesando entre 600 y 650 pruebas, siendo esta la máxima capacidad diaria”, agregó Fernández Barroso.
Sin embargo, la automatización del trabajo dentro del moderno local aún no se consigue totalmente. Una parte de la labor que realizan durante la extracción del ARN del virus se ejecuta de forma manual, por lo que puede existir algún margen de error o de contaminación en el caso que se estudie una gran cantidad de muestras.
Por esa razón, dice Fernández Barroso, son enviados todos los resultados positivos a confirmar al IPK, excepto las muestras de pacientes que ya están contagiados con COVID-19 y solo se busca su negativización a través de un PCR evolutivo.
Pudiera pensarse que estos elementos tienden a demorar la información final que llega a las manos del paciente, pero según afirma el propio directivo, no ha existido atrasos por parte del laboratorio y la confirmación de los resultados que van al IPK no exceden las 48 horas.
Este balance habla a las claras de la agilidad y esfuerzo con que trabaja el personal médico, de microbiólogos, tecnólogos y licenciados para dinamizar procesos que son hoy vitales en plena lucha contra un virus siniestro. Incluso, ni el fuerte andamiaje protector que cubre sus íntimos cuerpos limita la destreza ni el deseo propio por ganarle mayor tiempo al contagio.
PUERTAS ADENTRO
En el interior del laboratorio se constata esa dedicación entre rostros casi todos jóvenes, risueños e imperceptibles a ser reconocidos ante tanto cubrimiento necesario. Desde el departamento de recepción de muestras, donde inicia el recorrido del diagnóstico, y hasta el trabajo de cómputo informático todo cobra significativa relevancia.
Al decir de la directora del laboratorio, Anett Rizo Parra, ninguna tarea en el centro resulta intrascendente. Es por eso que laboran de forma continuada las 24 horas del día en grupos divididos de ocho personas, que procesan con eficiencia el mayor número de pruebas PCR de la provincia.
Lo cierto es que los niveles de concordancia respecto a las muestras enviadas al centro de referencia nacional IPK, indican en buena medida la calidad del trabajo realizado hasta ahora. “Hoy los porcentajes de correspondencia son altos y oscilan entre el 96 y 98 por ciento”, afirma la también médico epidemióloga.
Sin dudas que en esos resultados influye el factor humano y el equipamiento adquirido en tiempos complejos para nuestro país. Hoy a través de un moderno termociclador se procesan 94 pruebas por cada corrida, un ciclo que no supera la hora y media de estudio.
Cada una de las evaluaciones diagnósticas, dijo Rizo Parra, tienen un orden de prioridad para el laboratorio y la provincia. En primer lugar están los pacientes evolutivos, a quienes es preciso hacerle un seguimiento por su positividad al virus y porque se necesita mejorar la disposición de camas en las instituciones hospitalarias. Luego se ubican los sospechosos, viajeros y contactos de casos confirmados, explicó.
Pero esto no impide que todo el universo poblacional en peligro de contagio pueda ser diagnosticado, a pesar del aumento cuantitativo de casos que sufre Pinar del Río. “Lo ideal sería por las condiciones estructurales llegar hasta 500 muestras, sin embargo hacemos un gran esfuerzo y se trabaja siempre para superar ese número”, agregó la directiva.
Lo cierto es que en corto periodo el Laboratorio de Biología Molecular ha significado un alto impacto social ante la tensa situación sanitaria que vivimos. Se espera entonces que un futuro cercano el país pueda dotarlo de un equipamiento que permita la automatización de los procesos y por ende derive a la autonomía.
Mucho queda por perfeccionar en las dinámicas de trabajo, según afirmó Rizo Parra, pero sin dudas el mayor triunfo radica en transmitir confianza cuando se entrega un resultado concluyente que carga en su “positivo” o “negativo” discurso, con horas de insomnio, trabajo fuerte y dedicación, puertas adentro del laboratorio.