La tierra de la finca La Central, en las cercanías del puente de Río Hondo, muestra su fertilidad en la multiplicidad de cultivos que alberga, aunque quizás el atributo que la distingue sea ese toque de esencia que la familia de Juan José Cordero pone en cada emprendimiento que concretan.
Juanín, como cariñosamente lo llaman sus allegados, no se imaginaba en 1990, cuando interrumpieron sus estudios en la antigua Checoslovaquia y lo regresaron a Cuba a causa de la caída del campo socialista, que abandonaría como él mismo dice “la computadora por la guataca”.
Por la formación profesional que recibía, se convertiría en ingeniero en Microelectrónica Nuclear, sin embargo, enfrentarse a un cruento periodo especial le impulsó a labrar la tierra y construir en ella la familia sólida que hoy lo acompaña en la pasión por la agricultura y las ciencias.
PASIONES HEREDADAS
Del padre, abogado de profesión y con poca incursión en el campo, heredó Juan José el nombre que a su vez legó a su hijo, junto a la pasión por la tierra y el convencimiento intrínseco de que la mayor satisfacción viene de hacer lo que le causa placer al alma y satisface nuestras necesidades más imperiosas.
“Mi hijo está cursando el tercer año de Ingeniería Agrónoma en la universidad y mucho de lo que hoy se ha hecho en la finca es fruto de su conocimiento”.
Con orgullo refirió que la diversificación en la producción de plátanos se debe a la implementación de técnicas agrícolas aprendidas por su Juan José, consolidadas en la obtención de posturas y la plantación.
“Esta interrupción de sus estudios por el coronavirus no me satisface, pero lo he tenido cerca de mí más tiempo y su visión científica de joven universitario me ha hecho abrir el diapasón de posibilidades que ofrece la finca, para beneficio de todos”, afirmó.
Sin embargo, su profunda admiración por las ciencias exactas la heredó Amanda, la niña de casa, que ya ha sido parte de la preselección nacional de Matemáticas en el IPVCE Federico Engels, escuela donde su padre hace ya muchos años tuvo una casa.
“Mis conocimientos y mi poder de razonamiento matemático los practico con ella, cuando la ayudo a resolver ejercicios propios de su entrenamiento”. Juan José aún no pierde el tino para estos asuntos, porque el campo no le ha hecho menos ingeniero de lo que una vez fue, sino que le ha permitido aplicar lo aprendido en beneficio de sus tareas de agricultor, al tiempo que ha adquirido la sapiencia que la práctica otorga a los perseverantes.
CIFRAS QUE HABLAN DEL ESFUERZO COMÚN
Omaira, la esposa, la madre, la compañera de todos los empeños, no ha sido sombra sino protagonista de cada logro junto a él, desde que en 1998 le otorgaran a su esposo una pequeña porción de tierra para la siembra de tabaco.
“Allí, en los límites de lo que antes era una granja estatal situada detrás de nuestra casa, hicimos nuestra primera cosecha, con una yunta de bueyes viejos que mi papá nos prestó y solo un aposento para curar el tabaco, donde de noche nos subíamos con dos faroles a acomodar los cujes para que en la mañana todo estuviera bien”, cuenta ella.
Juan José posee actualmente 39 hectáreas en usufructo, de las cuales 14 son dedicadas al tabaco negro, y al Burley desde la pasada campaña como parte del interés estatal en esta última variedad.
“El rendimiento aproximado que tenemos en la finca es de dos toneladas por hectárea, aunque la presente campaña ha sido especialmente difícil por los atrasos en la etapa de siembra debido a la falta de fertilizante”, comentó.
Hombre de ciencia esencialmente, este campesino apuesta por la aplicación de la disciplina tecnológica por encima de cualquier saber acumulado empíricamente en el cultivo del tabaco, proceder que le ha garantizado resultados notables que le hacen sobresalir entre el resto.
Hace poco tiempo le fue entregado un túnel con capacidad para 218 mil posturas, que hoy mantiene activo con la siembra de habichuelas para el autoconsumo y la obtención de semillas, que servirán para continuar la producción. Próximamente le serán entregados otros tres con el objetivo de retomar la siembra del tapado.
“La aplicación de tecnología nos ayuda a humanizar el trabajo y optimizar los rendimientos. Hasta el momento, la agricultura nos ha dado todo de cuanto ha dispuesto, no solo para la producción de tabaco, sino también para los frutales y cultivos varios”, explicó.
Juan José dice ser un eterno inconforme respecto a su trabajo, mientras suma esfuerzos a la campaña del país Cultivando Victorias, con una contribución notable a la producción de alimentos desde su estructura productiva.
“Actualmente tenemos mango, guayaba, boniato, yuca, calabaza, pepino, plátano, habichuela, maíz y frijoles, producidos no en una escala simbólica para el autoconsumo sino con entregas regulares a Acopio y la comercialización comunitaria de lo que cosechamos a través de la CCS”.
Este productor también entrega alrededor de 25 litros de leche, recogida en el punto frío ubicado en la finca; además de fomentar la cría de caballos con un centro de monta para mejorar las razas en los cruces entre especímenes de la zona.
OBRAS DE AMOR EN EL SENO DE LA TIERRA
El tema de la familia es recurrente en cada anécdota de la vida de este hombre, como si en ella estuviera el recurso más importante con el que cuenta para salir adelante. Dice que no sabe si su hijo se dedicará por completo a la agricultura, pero le satisface mucho que sienta por ella la misma inclinación que lo ha llevado a él a permanecer ahí.
“No extraño regresar a mi trabajo profesional, si bien no puedo negar que esa es una parte de mí de la que no me puedo separar. Gracias a mis conocimientos, pude diseñar el sistema de riego soterrado que permite la irrigación oportuna de las tierras en toda la finca. Hace ya cuatro años fue electrificada y pude beneficiarme de esto”.
Califica todo lo que ha logrado como fruto de un esfuerzo superior, proveniente de la persistencia de quienes lo han apoyado, al tiempo que suma en cada declaración, el agradecimiento por tener la compañía y el apoyo de los que lo aman. Este es, sin dudas, un hombre que se siente agradecido de la vida que ha llevado, con una obra sustentada en el logro mayor de su vida: la familia incondicional que ha creado.