En la mitología griega, las amazonas fueron una raza de mujeres guerreras que se destacaban por sus habilidades para cabalgar, así como por su coraje y orgullo, vivían en los límites exteriores del mundo conocido, a veces específicamente se menciona la ciudad de Temiscira en el mar Negro.
Su reina era Hipólita y aunque Homero nos dice que eran «iguales a los hombres», las más famosas de ellas pelearon y perdieron en batalla contra tres héroes griegos: Hércules, Teseo y Belerofonte. Las escenas de estas batallas fueron populares en el arte griego, especialmente en la cerámica y en la estatuilla monumental que adornaba algunas de las edificaciones más importantes del mundo griego, incluyendo el Partenón de Atenas.
Curiosamente, la investigación arqueológica de tumbas en Eurasia ha demostrado de manera concluyente que muchas mujeres de las tribus nómadas de las estepas eran realmente guerreras, particularmente en la zona del Mar Negro.
Orígenes y nombre
En la mitología, las amazonas eran hijas de Ares, dios de la guerra y eran miembros de una sociedad exclusivamente femenina, en donde los hombres eran bienvenidos solo con fines de reproducción y todos los bebés varones eran asesinados.
Se pensaba que habitaban en el límite de lo que los griegos consideraban su mundo «civilizado” y eran frecuentemente asociadas con el área alrededor de la costa sur del mar Negro, particularmente con la ciudad-estado de Temiscira. Otra de sus conexiones era con la península de Anatolia, específicamente Éfeso, en donde se cree que las amazonas hicieron un sacrificio a la diosa de la caza Artemisa en su templo y que además realizaron danzas de guerra, estableciendo una ceremonia que se repitió anualmente a partir de entonces.
Ciertamente, la fundación de muchos asentamientos en Asia menor se atribuyó a las amazonas, notablemente los de Éfeso, Cime, Sinope, Priene, Mirina, Esmirna, y Mitilene en Lesbos.