“¡A mí esta pila de distorsiones me van a volver loca! Porque no me digas, periodista, que no es una distorsión ese paquete de leche en 2 800 pesos y el pomo de aceite en 1 150. Si eso no es una distorsión, que alguien venga y me lo explique, porque yo, que cobro 3 400, no lo entiendo”.
Así me decía una vecina agobiada por los delirantes precios que alcanzan los productos de primera necesidad en el mercado por estos días.
“¿Pero es que no lo ve nadie?”, inquiría, y no tuve muchos argumentos para explicarle, porque desde la macroeconomía hasta la doméstica, son tantos los malabares que hay que hacer para que dé un poquito más, que apenas pude brindarle café y conversar un rato, para entre las dos relajar el estrés que se vive diariamente.
A no pocos cubanos el tema de las distorsiones les queda “aparentemente” lejano, aunque en realidad no lo sea tanto. Se discutió en los centros de trabajo, en los núcleos del Partido, pero eso de ver y encontrar torceduras en lo cotidiano, en lo que puede ser normal y natural, no es tarea sencilla.
“Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno”, reza un viejo refrán, pero es que en el contexto actual la distorsión foránea puede afectar directamente la estabilidad emocional y económica de mi familia o la suya.
Acaso no es una distorsión que se venda el arroz a 200 pesos o que este, aquel y el otro negocio no admitan billetes de pequeñas denominaciones; o que la mipyme prefiera el pago al cash para evitar cualquier tipo de registro contable y evadir el fisco o acepte la transferencia a una tarjeta personal y no a la cuenta bancaria de la empresa privada.
Acaso no es una distorsión que las entidades estatales del Comercio vendan lo que importan las mipymes; o que las producciones cooperadas entre unos actores y otros se queden con precios astronómicos, inaccesibles para ese cubano cuyo salario no sobrepasa, muchas veces, los 5 000 pesos.
Acaso no es una distorsión que cada chofer suba el precio de su transporte porque a él le cuesta más el cartón de huevos, el paquete de pollo y el pan.
Este país está sometido desde hace décadas a un bloqueo económico que esta semana el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas calificara como una grave violación del Derecho Internacional, por su impacto directo sobre el Derecho a la Alimentación, el Derecho al Desarrollo, la Pobreza Extrema y el Impacto Negativo de las Medidas Coercitivas Unilaterales en el disfrute de los Derechos Humanos, mas hay cientos de problemas que no dependen de ese bloqueo, los agrava sí, pero no los determina.
Cuba enfrenta los precios abusivos, pero los resultados aún no se ven. Y hay que producir y sacar de la tierra el mayor provecho posible, pero la Agricultura lleva inversión; se trata de un análisis estratégico, además de urgente; también la Salud: dos sectores fundamentales en la estabilidad socioeconómica del país, hoy maltrecha, incluso, desde el ánimo y la credibilidad.
Respaldar las políticas sociales asimismo conlleva dinero; lo lleva la labor ideológica, porque no se trata de creer sino de hacer, de transformar, de ayudar a crecer, de facilitar bienestar; y ese dinero tiene que salir de lo que se aporte al presupuesto, de lo que se produzca, de lo que se exporte, de la inversión extranjera, de la cooperación y de los donativos.
Mas urge que las empresas y estructuras económicas de cualquier tipo estén preparadas para ello, porque de lo contrario, tendremos más y más negocios estatales y privados vendiendo lo mismo, inflando la inflación, poniéndole por día 50 pesos más al aceite, al paquete de salchichas.
Mi vecina no sabe de aranceles, de medidas para dinamizar la economía, tampoco sabe de cuentas por pagar y por cobrar, de empresas descapitalizadas, de lo que es un fondo emergente. Mi vecina sabe lo que es “partirse” la espalda trabajando, levantarse temprano cada día para dar todo de sí y guardar el mejor menú para el domingo.
No sabe de distorsiones, solo entiende que una vuelta más de rosca la dejaría sin comer, porque alguien no se ha dado cuenta de aquello que tiene que corregir en su pedacito, que no es el suyo, pero la afecta sobremanera.