Hay cierta relación misteriosa entre la maternidad y el triunfo profesional en Yune Martínez. Dos veces ha dado a luz; dos veces ha recibido el Premio Juglar de narración oral, que confiere la asociación de artistas escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), con obras concebidas durante el período de gestación.
Ella misma se asombra de tanta coincidencia. Y lo interesante no es buscarle una explicación, sino ahondar en las razones que la han hecho merecedora del prestigioso reconocimiento, primero en 2017 con el unipersonal “Un sinfín de sueños” y ahora, en fecha reciente, con el espectáculo “Jardín”, del proyecto “A la cuenta de tres”, que ella encabeza.
Lo de Yune y la narración oral escénica también tienen coincidencias. Preparaba los papeles para oficializar su trabajo como actriz en el grupo de teatro Rumbo, cuando fue interceptada por Silvia Domínguez, una de las cuenteras más reconocidas de Vueltabajo.
“¿Alguna vez has hecho cuentos?” Ella dijo que sí y la mentira le costó muchos nervios ante la propuesta que le siguió: “Vamos a hacerte una audición”.
De más está decir que salió airosa de la prueba y así se convirtió en el rostro más joven de un grupo de narradoras destacadas de la provincia, entre las cuales también se debe mencionar a Luisa Marina Pérez, Úrsula Martínez, Mery Márquez…
Laureada además en los festivales internacionales de narración Palabra Viva, de las Tunas y Palabras de invierno, de Matanzas; reconocida por su interpretación de roles protagónicos en los últimos estrenos de Rumbo; querida por su espíritu jovial… Yune Martínez es una defensora apasionada de la narración oral escénica como un arte genuino al que hay que hacerle justicia. Esa faceta de su trayectoria artística ha sido una demostración de constancia profesional, a prueba de todo contratiempo.
Un “Jardín” que florece
“Estoy feliz, inmensamente feliz, no lo esperaba”, me dijo. Esta vez el Premio Juglar viene a recordarle que es una excelente candidata a miembro de la UNEAC, aunque no haya sido aceptada en el último crecimiento.
“Jardín se gestó desde el amor y desde el bolsillo personal, además de muchas personas que apoyaron. Espero que ahora se abran puertas, que logremos el aval de Artes Escénicas como grupo y el apoyo institucional para, más allá del trabajo comunitario, continuar concibiendo espectáculos para teatro, que es el mayor interés del proyecto”, confiesa.
El proyecto del que habla, “A la cuenta de tres”, nació hace solo dos años. El espectáculo premiado es el segundo de la agrupación. Los actores Yadira Hernández y Yasey Muñoz son sus otros integrantes en la actualidad. Ella, graduada además de canto lírico y él, que ejerce también la dirección escénica, resultan determinantes en el propósito de regalar al público una propuesta de calidad, donde confluyen varias manifestaciones del arte.
“No queremos quedarnos en espacios alternativos sino trabajar espectáculos concebidos para el teatro. Entendemos que la narración oral escénica va más allá de contar una historia bien contada, se vincula con la danza, la música, el empleo de instrumentos en escena. Eso es lo que queremos defender”.
El grupo mantiene presentaciones habituales en la Casa del Joven Creador (segundos viernes de cada mes, a las 6:00pm), la librería Ateneo (segundos martes a las 2:00pm), en la escuela de arte del territorio y en la sala teatro “La Edad de Oro”. En su corta trayectoria, ya han participado en varios festivales internacionales de narración oral, algunos de ellos en modalidad virtual y convocados por otros países latinoamericanos.
“Ya ensayamos nuestro tercer espectáculo. Se llamará “Armonía”, está conformado por cinco cuentos de la autora pinareña Yanetsy Ariste, y una vez más nos acompañaremos de música en vivo, pero de un modo diferente a lo que ya hemos hecho. El premio Juglar es un compromiso para que lo próximo sea mejor”, adelantó la artista.
Un arte que evoluciona
El arte de narrar historias es antiquísimo. En Cuba es innegable su arraigo popular; sin embargo, Yune Martínez reconoce que otros países han sabido defenderlo como arte con más fuerza que el nuestro.
“Muchos lo consideran un arte menor, todo lo contrario, es un arte muy difícil porque el peso mayor está en el texto y hay que lograr que el público imagine todo lo que sucede en la historia. Dentro del gremio, los de teatro echan a un lado a los narradores orales, en parte se debe a que hay muchos narradores que no se han preparado lo suficiente para asumirse como tal”, asevera.
La joven actriz considera vital el intercambio con narradores de otras provincias y naciones, la realización de talleres y todo cuanto implique una acción de aprendizaje para quienes decidan consagrarse a un arte que, de acuerdo con sus propias palabras, ha evolucionado.
“Ya no es ese narrador oral que teníamos en las escuelas o bibliotecas o aquel primero que contaba la historia de pueblo en pueblo; ya el que asume esta profesión, tiene que asumirla desde la perspectiva de que hay que estudiar, hay que prepararse, con todas las herramientas.
“Primero hay que dominar elementos como voz, dicción, ritmo, coordinación, expresión corporal, acrobacia, tener dominio de la escena. Luego, hay que prepararse mucho más para llevarla hasta el teatro, hay que estudiar luces, escenografía, todo lo que requiere una presentación teatral. Ahí tenemos mucho por hacer en Cuba, sobre todo en Pinar del Río”.
Es largo el camino por desandar entonces y quién sabe si en él aparezcan otras maravillosas coincidencias, que resulten en premios para el arte de contar cuentos en Vueltabajo.