Por estos días mientras navegaba por el ciberespacio y revisaba en Facebook las últimas actualizaciones de lo acontecido en el mundo, observé una caricatura que me pareció graciosa al primer vistazo.
El “meme” en cuestión decía algo como “Me está empezando a gustar el noticiero, se está poniendo mejor que Tras la huella”. Y digo graciosa al primer vistazo, pues comprendí que dentro de la sutileza gráfica también existía un apartado para la reflexión.
Ya se ha hecho casi habitual que en la emisión estelar del noticiero de la televisión cubana se muestren trabajos periodísticos relacionados a hechos delictivos como malversaciones, robos y acaparamiento, entre otros.
Resulta increíble como algunos se benefician a costa de la actual crisis y deciden acentuar más la brecha de carencias, necesidades y elevar las tasas de enriquecimientos ilícitos y contravenciones, cuando debería ser todo lo contrario: es en estos escenarios complicados que nuestra mejor cara y maneras deberían brillar. Recordemos que estamos en una Cuba donde hemos decidido vivir como hermanos. Triste que algunos lo olviden.
Quizás para muchos esta serie de reportajes sea algo novedoso, pero lo cierto es que dicha fórmula televisiva ha resultado beneficiosa a lo largo de los años, pues, sin caer en el amarillismo o sensacionalismo periodístico, puede mostrarse de forma veraz y objetiva cómo se arremete contra los inescrupulosos y no dar paso a los “reportes” exagerados de terceros o a los llamados medios alternativos.
Si de objetividad se trata, y muchos de los lectores estarán de acuerdo con este escriba, es en estos momentos de tensiones políticas y vulnerabilidades de salud a nivel nacional cuando los malhechores aprovechan para hacer de las suyas con el objetivo final de “acaballar” al prójimo, a usted, a mí, a todos.
También si vamos a decirlas todas, vale la pena mencionar que nuestro sistema revolucionario se ha crecido y ha puesto a la altura de la situación, saliendo al paso de tan nocivas conductas.
Es meritorio el trabajo desarrollado por los diferentes corresponsales en medio de un escenario convulso, aun cuando la estructura tradicional permanecía un tanto cerrada y alejada a estos temas por razones diversas.
No obstante, esta pandemia nos ha hecho más fuertes y ha enraizado y realzado aún más nuestra responsabilidad, la voluntad del servicio público, la ética y transparencia en los asuntos que a todos nos conciernen, a la vez que se ha demostrado el nivel de respuesta contundente ante estos escenarios de cambio. Bravo por todos.
Recordemos además que, de acuerdo con analistas y especialistas de renombre, a mayor discreción mediática mayor corrupción. Algo así como que la invisibilidad del fenómeno se malinterpretara por víctimas y victimarios.
Si algo aprendí del ejercicio del periodismo durante la carrera universitaria es que un sistema de prensa blindado por el crédito, la autoridad, la transparencia y la ética será siempre bien recibido y de suma credibilidad aun cuando las insatisfacciones nos sobrevengan.
De ahí la importancia del tratamiento de estos temas, repito, sin dejarnos arrastrar por el sensacionalismo o fanatismo mediático; de suma valía el tratamiento y los razonamientos justos, profundos y profesionales a los temas delictivos. Nuestro pueblo es culto y agradecerá la función educativa y proactiva de los mismos. Están en juego nuestra civilidad, legalidad, decencia y patriotismo.
A todos nos corresponde el deber de informar ante lo mal hecho o que carcoman y echen por tierra nuestro socialismo y mejores valores sociales. Un no a la ilegalidad junto a su informe oportuno hoy serán las garantías de un mejor mañana para todos.