El joven Juan Pablo Bencomo hace dos meses que no abraza a su familia allá en su natal Pinar del Río, y asegura extrañarla cada día que pasa en su puesto en la Brigada de la Frontera, donde cumple con el servicio militar hace medio año.
Ante la propagación de la COVID-19 en el país, el sistema de pase a los soldados que residen fuera de Guantánamo se ha limitado, para que en una unidad como esta no se afecte la disposición combativa por casos de enfermedad, expresa con una admirable convicción desde sus 19 años de edad.
Pero eso no es un problema para mí, quiero decirles a ustedes (los periodistas), al personal de la Brigada y a mi familia en Pinar del Río, que voy a estar el tiempo que haga falta, el que la patria necesite que yo permanezca aquí, hasta que mejore la situación de la epidemia, expresa emocionado.
Deseo transmitir un mensaje de seguridad, de confianza, porque nosotros en el pelotón cumplimos con las medidas higiénicas, el lavado frecuente de las manos, utilizamos el nasobuco en todas las actividades y tomamos distancia de un metro y más entre soldados en las formaciones, que son bastante seguidas en el día, explica como la mejor de las lecciones aprendidas en su vida.
Al acostarnos, dormimos con las ventanas abiertas para que haya mejor ventilación y en las literas nos ubicamos con la cabeza para un lado diferente cada uno, les puedo atestiguar que somos muy disciplinados y la prevención del coronavirus, no es la excepción.
Cuando me dijeron que venía para la Brigada de la Frontera, la primera idea que tuve fue lo lejos que queda de mi ciudad, pero pensé: me voy hasta el otro extremo del país, frente al enemigo, en la base naval de los Estados Unidos en Guantánamo, y ahora les digo que nunca me he sentido tan satisfecho, tan orgulloso de una labor como la que hago aquí, no creí que pudiera ser tan útil cumpliendo con la Revolución como en esta unidad.
Claro que es difícil esta situación-advierte-, pero es lo que toca hacer para que no se afecte el cumplimiento de las misiones, porque nosotros seguimos con los entrenamientos, la preparación, siempre acatando las medidas de seguridad, continuamos con las clases, con nuestra vida normal, puntualizando la disposición combativa por las tardes, y efectuando la Guardia de la Patria frente al enemigo.
¿Qué puedo decirle a los jóvenes¬ cubanos?, que el momento es de resistencia, de aguantar, de ser conscientes, de apoyar en todo lo que se necesite, que ya habrá tiempo de recuperar las clases en la universidad, de recuperar el aprendizaje en general, la recreación, el disfrute, lo que corresponde ahora es cumplir, ser disciplinados, estar bien informados, sobre todo eso.
Sin ocultar su emoción, Juan Pablo habla de su familia en Pinar del Río, con la cual se comunica casi a diario gracias a las facilidades creadas para ello, sus padres Boris Bencomo y Liudmila Herrera, ambos médicos oncólogos, “están trabajando, yo me preocupo, pero me aseguran que no descuidan las medidas de seguridad”, comenta.
Ellos me dicen que me extrañan, -añade- que me cuide, que están cumpliendo allá y yo aquí, todos tenemos que cumplir, eso es lo que el país necesita en las condiciones de la epidemia, me recalcan siempre.
Con la locuacidad imprescindible de quien tendrá en la palabra un arma poderosa, responde, ¿cuándo termine?, voy a estudiar la carrera de Relaciones Internacionales, que como requisito indispensable para cursarla exige pasar el servicio militar en la Brigada de la Frontera, algo que siempre agradeceré porque es un privilegio para cualquier joven cubano; mientras tanto, aquí estoy, y seguiré el tiempo que haga falta, cumpliendo con la defensa de la patria.