Abril se abrió a la literatura con su impronta de renaceres. Luego de la jornada de celebración por el Día del Libro Infantil, hemos tenido la oportunidad de volver a disfrutar, organizado por la sección de Literatura de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), del evento Letra de Molde, fundado desde la Revista La Gaveta y dedicado esta vez al aniversario 120 de Dulce María Loynaz.
Su programa inició con la inauguración en la sala Real de la AHS de la exposición personal Ensoñaciones, de la historiadora del arte y joven escritora Yanetsy Ariste, quien se atrevió a cruzar los límites de la palabra para crear, a partir de sus versos, una serie de monotipias que nos expresan lo inevitable de la armonía en la abstracción que resulta siempre lo vivido.
Fueron días en los que abundó la palabra indagadora, buscando respuestas y horizontes para los sueños. Letras en varios estilos literarios que se agolparon en participantes que llegaron desde todas las regiones del país al brío del debate con interrogantes como estas: ¿Qué ideas de escritura proponer de modo que exista la posibilidad de ser un texto valioso, publicable, exitoso? ¿Cómo los jóvenes documentan su escritura? ¿Cuáles son las referencias y referentes que sostienen sus propuestas literarias?
Que el evento propusiera en el Centro Hermanos Loynaz, tanto la presentación de los títulos Poemas Náufragos y Poesía, de Dulce María y Flor Loynaz como la conferencia Precursoras: voces femeninas en la poesía pinareña del escritor y editor José Raúl Fraguela, trazó una ruta que fue abriéndose al diálogo en otras sesiones de intercambio profesional.
El panel Desafíos de la literatura joven en la Cuba actual significó una mirada apasionada a los procesos literarios y abordó cómo se gestionan los contenidos que dan lugar a un libro y ese conocimiento puesto ahí qué oportunidades le da a la obra que se construye para ser parte de la literatura de la provincia, del país, del patrimonio de la nación, de las ideas que pueden usar nuestros contemporáneos para expresarse, pensarse (nos) como identidad.
Se impuso reflexionar acerca de los modos de crear el libro como un sistema de información, quizás un ente más contemporáneo, que aunque empieza en lo más íntimo -personales trampas del ego- va atravesando etapas de socialización a través de los talleres, los sociogrupos, concursos y premios, lecturas cruzadas, publicaciones, mercado. Sin dudas, un ciclo que se cierra cuando se puede retener la reacción del público lector ante la escritura y el derecho de hacer valer el modo en que se superan miedos y obstáculos y se interactúa como jóvenes escritores con lectores potenciales y reales, con las instituciones.
Valiosas intervenciones de escritores como Elaine Vilar, Reynaldo Zaldivar y Nelson Simón nos mostraron la oportunidad que tienen los jóvenes de integrar talleres de creación literaria en los que se forman con solidez y a partir de los cuales se crean espacios con alternativas viables para ser el/la escritor(a) que se desea; sin embargo, también se abordaron estas interrogantes: ¿es este oficio rentable?; ¿se puede tener un proyecto de vida solo desde la literatura o se necesitan también otros aprendizajes que lo complementen como la docencia, el trabajo editorial, el periodismo, la promoción cultural, entre otros? Una certeza nos reta, la escritura se valida en el ejercicio y eso implica equivocarse, reinventarse, y llegar así a una madurez como escritor.
Los espacios en que se desarrollaron las actividades del programa marcaron un escenario de reciprocidad, en el cual Ediciones Loynaz y Editorial Cauce, nuestras editoriales pinareñas, acompañaron a los jóvenes escritores.
La AHS, como sede principal, estrenó su bar social El hormiguero, que retomó un popular espacio creado por los escritores Luis Amaury Rodríguez y Yasmanis González, ambos promotores naturales de este evento.
Otras acciones, más allá de La Tendedera y el patio de la AHS, en los que se presentaron varias publicaciones e hicieron lecturas, lograron que en la ciudad se sintiera la presencia de los jóvenes escritores, tales como el Trobar del Patio de la Uneac; la Escuela Profesional de Arte; la escuela Hermanos Saíz, en la cual se desarrolló la premiación del concurso infantil, espacios que permitieron intercambios y generaron expectativas de nuevos encuentros con la literatura como protagonista.
Aprender y enseñar, gestionar nuevas maneras de asumir el arte y la literatura, que la palabra exacta y necesaria sea nuestra espada y escudo es una premisa que queda como colofón de esta cita, que aporta, desde el arte joven, al desarrollo de la cultura en Pinar del Río.
Por: Yenicet Pupo de la Paz, directora de la Editorial Cauce