Recuerdo a Lianette ganándose el estallido de aplausos en el IPVCE Federico Engels. Era una de las mejores voces del movimiento de aficionados y en escena, proyectaba la seguridad de una vedette. Con tan solo 15 años tuvo la oportunidad de cantar la canción Amantes de Samuel Concepción en un festival de la FEEM y merecer el primer premio y el de la popularidad.
“Pienso que nací artista. Mis primeros recuerdos fueron cantando o bailando, haciendo un simulacro de ejecución de un instrumento musical. Matutinos, fiestas familiares son eventos que te comprometen y te dan la posibilidad de expresarte ante un público, aunque sea reducido. Vecinos, amistades allegadas, compañeros de la escuela… fueron los primeros públicos, pero los festivales de la FEEM fue la posibilidad de hacer algo más abierto, con más personas”.
Para ella la clave del éxito en el escenario radica en el carisma, el talento, la puntualidad, y, sobre todo, la sinceridad y transparencia con sus seguidores.
“Ser mujer y artista es difícil, pues no logro desligar una cosa de la otra. El día que tengo trabajo no es Lianette la artista desde la mañana, es la artista y la madre tratando de dejar todo listo para que mi niño tenga lo que necesita en condiciones óptimas; trato de arreglarme el pelo o maquillarme en un momento en que él esté durmiendo o entretenido para no interferir en su día cotidiano, para que pueda jugar, dormir, hacer todas sus tareas diarias.
“Para eso obviamente cuento con el apoyo de mi familia, de mis padres que han sido un pilar fundamental, ese sustento siempre a la hora de irme a trabajar, y tengo esa tranquilidad de que el niño se queda con sus abuelos y estará igual o mejor que si estuviera con sus padres”.
Ella conoció a su esposo, Carlos Alberto Acosta Cardoso, mucho tiempo antes de iniciar su relación: compartieron numerosas experiencias profesionales, desde la amistad y el compromiso laboral.
“Pero la vida tiene momentos donde las personas comienzan a mirarse diferente. No sé si Cupido estaba cerca de nosotros, pero ese día surgió una linda historia de amor y nos ha permitido estar juntos como equipo de trabajo, como pareja y como padres de Ian Carlos que es nuestra mayor bendición”, dice.
Trabajó en una ocasión para los niños y los recuerda como el público más exigente. “Tuve la oportunidad hace algunos años de actuar con la compañía Sueños de Ángeles donde interpreté el personaje de La Bella. Canté la canción de la Bella y la Bestia con Eduardo Eduardo. Fue una experiencia maravillosa, porque una vez que conectas con los niños la sensación es verdaderamente gratificante y me encantaría volver a repetirlo desde otro punto de vista y replantarme los conceptos; ahora que soy mamá, creo que sería mucho más fácil”.
Entre sus aficiones está ver presentaciones en vivo de artistas que admira como Adele, Mariah Carey y otros videos que se identifican con la música que hace: el jazz, el góspel, el filing y el soul. “Me gusta ver una película y no te puedo negar que me gusta tomar helado tarde en la noche ¡Mi día vale la pena, ya que en la noche puedo ver una película y tomar un helado!”, enfatiza sonriente.
“Mi día a día es el de una persona normal, hago los quehaceres del hogar, atiendo al niño, le dedico tiempo de juego en familia, cocino, lavo. Hay personas que piensan que los artistas tenemos una vida diferente y para nada. En casa nos dividimos las tareas, tratando de que el niño no pierda sus actividades, organizando el día para que se sienta apoyado por su familia”, agrega.
Pero Lianette no es solo una excelente voz, sino una mujer muy afable, inteligente y locuaz. Con 34 años se está labrando una carrera interesante, desde Pinar del Río, pese al fatalismo geográfico, que, aunque algunos crean que es un mito, sí existe.
¿Consideras que tendrías más oportunidades y promoción si vivieras en La Habana? ¿Es difícil crecer como músico desde provincia e insertarse en los canales principales del arte?
“No existe tal oportunidad para los artistas de provincia, por lo menos no me ha sucedido. Todo lo que en material musical he dejado plasmado en un disco ha sido por esfuerzo propio. Es evidente que no hay transparencia en los decisores institucionales a la hora de grabar o aprobar proyectos discográficos. Y como valor agregado, el llamado «fatalismo geográfico» te excluye o anula como una posibilidad real.
“No hay igualdad de condiciones, aunque seamos parte del mismo ministerio o instituto, viendo ante nuestros ojos repetir una y otra vez a los mismos artistas con fonogramas similares en materia musical, que no aportan géneros o creaciones novedosas tras su paso.
“El presupuesto destinado por decisión personal para este tipo de grabación es la remuneración de nuestro trabajo, una vez pasada por un filtro de impuestos excesivos, y sumándole la ONAT, pero la cuestión va más allá de la grabación; ya que una vez que grabas la canción debes promocionarla por medio de un audiovisual, en televisión, radio y vías alternativas en otras plataformas”.
¿Pero un disco grabado por medio propio no tiene respaldo institucional, cómo limita esto su promoción?
“Siempre es una autopromoción. Esto limita el producto artístico, que no tiene un sello profesional ni está licenciado por una disquera; cuestiones que hacen involucionar el desarrollo del artista y laceran la creatividad a largo plazo.
“Hay muchas maneras de llamar la atención: cuando tu música está encauzada a la política, cuando formas parte del grupo de los privilegiados por ser descendiente directo de alguna personalidad cultural o socialmente prominente, cuando tus atributos forman parte del interés visual o personal de alguien influyente. Y buscas el camino más corto para llegar al éxito.
“Por mi parte, sigo apostando por el camino más largo, seguro, moralmente correcto, sin renunciar a mi manera de pensar y sentir, denunciando lo denigrante, patentizando el arte que no tiene aditamentos y con la máxima de un pensamiento dialéctico que todo tiempo futuro debe ser mejor”.
¿Qué rol desempeñan las instituciones culturales en estos procesos de creación?
“Pienso que el poder de gestión empresarial encauzado al arte debe defender más a sus talentos y acatar menos. Muchas veces vemos artistas de dudoso talento empoderado a nivel nacional y para los de provincias solo vienen leyes y regulaciones para enlentecer el proceso creativo y de promoción, privándonos de toda autonomía para el buen desarrollo de nuestro arte.
“El arte nunca miente, es un cúmulo de sensaciones inherentes al ser humano y no se le puede imponer al público un producto construido a retazos por interés personal o institucional. Hay tendencia a fomentar una línea prioritaria de música antológica que lejos de ser auténtica o novedosa asfixia a los consumidores, porque todo en exceso es malo, y el mundo evoluciona, no podemos ir en contra del desarrollo.
“Hay un temor irrefutable a dejarlos acariciar por la cultura universal, como si está fuera a dañar o robar la esencia de lo que somos. Pero después todos somos consumidores de propuestas foráneas. Creo que es hora de recapitular los errores del pasado, porque el arte verdadero no resta… suma
“A veces la decisión de grabar un fonograma depende del gusto o la línea de trabajo de quien lo aprueba y a su vez está desligado de las corrientes actuales e innovadoras del arte y el gusto popular. Pero desgraciadamente esos puestos o cargos son vitalicios. Desaprovechando el ciclo vital de un artista, y su etapa más fértil, la juventud; dando un reconocimiento e importancia directamente proporcional a los años de trabajo y dejando el talento en un triste segundo plano”.