La formación de la nación y la nacionalidad cubana, como todo proceso, se reconforma constantemente, enriquecido con la permanente producción material y espiritual de un colectivo humano que, a pesar de sus diferencias, ha encontrado motivaciones comunes para la construcción de una sociedad distintiva en un contexto global complejo y convulso que circunda y permea el entramado social.
A pesar de los obstáculos en el camino recorrido, el profundo humanismo y arraigo a lo más avanzado del pensamiento de vanguardia se han mantenido como guía y destino de todos los hombres de buena voluntad independientemente del sexo o preferencia sexual, el color de la piel o el credo religioso que se profesa.
La eliminación de la discriminación de cualquier índole ha sido una posición de principios que se ha mantenido como una variable constante durante el devenir de estos 62 años de Revolución, fortaleciendo la unidad de todos. La libertad religiosa destaca en este quehacer, inspirados en el respeto a la dignidad, a los derechos humanos, al latinoamericanismo y basados en el pensamiento martiano y en el de su más ilustre discípulo, Fidel. Con la llegada al poder revolucionario, se inició un tratamiento gubernamental balanceado a todas las organizaciones religiosas por igual.
No existía ni existe una Ley de Culto pero la Iglesia Católica había tenido un reconocimiento oficial en la colonia y había perdurado en la neocolonia, en detrimento del resto y sobre todo de las religiones de origen africano que fueron discriminadas históricamente, antes del Triunfo de la Revolución.
En consecuencia con el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (que se refiere a la libertad de pensamiento, de creencias y de religión) Fidel, en entrevista ante las cámaras de CMQ-TV, el 16 de marzo de 1959, planteó:
(…) para mí lo más sagrado que hay es el pensamiento del hombre, su derecho a pensar libremente y a creer en una religión o en otra, señores es una conquista de nuestra patria el principio de la libertad de culto y el respeto a todas las religiones, a todas las creencias, a todas las ideas, a todos los credos; esta es precisamente nuestra posición democrática (…).
Su concepción acerca de la religión y de la relación con los creyentes la reitera en el encuentro sostenido con los representantes de las Iglesias de Jamaica, el 20 de octubre de 1977. En esa ocasión asevera, por convicción, que no tiene que existir contradicción entre la revolución social que se estaba produciendo en Cuba y las ideas religiosas de la población.
Esta oportunidad fue propicia para que Fidel precisara que no estaban contrapuestas las ideas del socialismo con las ideas del cristianismo, pues ambas tienen un basamento esencialmente humanista:
(…) ¿Por qué las ideas de la justicia social tienen que chocar con las creencias religiosas? ¿Por qué tienen que chocar con el cristianismo?
(…). Yo conozco bastante de los principios cristianos y de las prédicas de Cristo. Tengo mi concepto de que Cristo fue un gran revolucionario. ! Ese es mi concepto! Era un hombre cuya doctrina se consagró a los humildes, a los pobres, a combatir la humillación del ser humano. Yo diría que hay mucho en común entre el espíritu, la esencia de su prédica y el socialismo.
Haciendo alusión al encuentro efectuado con representantes de las Iglesias en Chile en 1972, trató un aspecto medular, acerca del carácter que debían tener las relaciones entre la religión y la Revolución, cuestión que tiene una singular importancia y pertinencia en las actuales circunstancias históricas:
(…) no basta con que nos respetemos, tenemos que colaborar para cambiar el mundo. Tenemos que colaborar para cambiar el mundo, trabajar unidos (…), hay que trabajar, juntos para que, cuando la idea política triunfe, la idea religiosa no esté apartada, no aparezca como enemiga de los cambios. (…)
La libertad religiosa encontró su respaldo legal en la Constitución de la República de Cuba en 1976 y en la vigente en la actualidad, aprobada recientemente por la mayoría del pueblo, en la que se recoge desde el Capítulo I. Principios Fundamentales, Artículo 15, que el Estado es laico, reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa y que las distintas creencias y religiones gozan de igual consideración.
Más adelante, en el Título V. Derechos, Deberes y Garantías, Artículo 41, se destaca que el Estado garantiza el goce de los derechos humanos, la igualdad y la no discriminación. Y es más preciso el Artículo 57:
“Toda persona tiene derecho a profesar o no creencias religiosas, a cambiarlas o a practicar la religión de su preferencia, con el debido respeto a las demás y de conformidad con la ley.”
La libertad religiosa es un hecho que se constata en la cotidianidad donde jóvenes religiosos estudian en las universidades formándose como profesionales, o líderes religiosos forman parte del Parlamento por los méritos que los acreditan. Se evidencia una mayor relación entre los líderes de las diferentes expresiones religiosas y las autoridades internacionales, nacionales y locales con el objetivo de aunar esfuerzos por el bien común, sobre las bases del respeto mutuo a la diversidad.
La búsqueda del equilibrio, el entendimiento, la paz, el respeto a la diversidad hacen posible que en Cuba se recurra constantemente a todas las vías posibles para construir esta sociedad de todos con todos, creyentes o no, unidos en la virtud y la esperanza de que un mundo mejor es posible.
Volviendo nuevamente al legado de Fidel, plena vigencia tienen sus palabras en la entrevista ofrecida a Frei Betto en 1985:
“Si en una revolución que entraña tanta justicia como la revolución socialista en Cuba, existiera alguna forma de discriminación con relación a una persona por un motivo religioso, esto solo sería útil a los enemigos del socialismo, a los enemigos de la Revolución”