Hace tiempo tenía pendiente una entrevista con Liván Moinelo, lanzador pinareño al que comencé a seguir en los inicios de su carrera, cuando me iniciaba en el periodismo en mi natal Pinar del Río.
La última vez que conversamos largamente fue el 31 de diciembre de 2019. Sobre las siete de la noche, me recibió afable en su casa aun siendo el último día del año, una jornada festiva, de celebración familiar.
En aquella oportunidad aclaró la situación generada en torno a su solicitud y luego dimisión como refuerzo del equipo Industriales para la semifinal de la 59 Serie Nacional de Béisbol. Fueron declaraciones necesarias y oportunas.
Cubadebate llega hasta la casa de Liván Moinelo. Foto: Angélica Arce Montero/Cubadebate.
Luego, intercambiamos vía WhatsApp y coincidimos en galas de los mejores atletas del año en Cuba, pero no se había dado la oportunidad de una conversación reposada, sobre sus progresos y retos en el difícil arte de lanzar.
Hoy sí lo tengo frente a frente, en su casa en Pinar del Río. El mejor relevista cubano del año (zurdo, además, lo que aumenta su efectividad) tiene la palabra. Y no precisamente para dar curvas, aunque son su especialidad. Liván es así, dice mucho en poco, como suelen ser los hombres de su familia. Callados, pero directos.
¿Qué estás haciendo ahora?
–Estoy aquí hace alrededor de tres meses y medio, preparándome para la temporada. Empecé a entrenar a finales de enero, priorizando la mecánica para estar listo.
“La temporada empieza en marzo. He tenido todo el mes de febrero para ponerme ready”.
¿Cómo anda tu velocidad?
–Ahora mismo, la velocidad está en ascenso. Me encuentro en un periodo de preparación. Pero me fui de Japón, como abridor, oscilando entre 94 y 95 millas por hora.
Livan Moinelo, en los entrenamientos de la preselección del equipo Cuba al Clasico Mundial de Beisbol. Foto: Ismael Francisco.
Cuba en el Premier 12 y en el Clásico Mundial
Para comenzar a dar strikes, ¿qué pasó con Cuba en el Premier 12?
–El Premier 12 no fue una buena actuación, porque al final no se cumplió el objetivo. Perdimos, pero toda derrota da una enseñanza. Hace falta que el béisbol cubano empiece a evolucionar. Hay que cambiar una serie de cosas, yo diría que bastantes. Para todas esas transformaciones se necesita tiempo. La realidad no se puede esconder, fue mala la actuación de Cuba.
“Igual, la gente habla de que nunca tengo la misma actuación con el equipo Cuba que con Japón. Que si estuve enfermo, pero enfermo o no, no lo hice bien. Eso no se puede ocultar. La enfermedad fue un impedimento, pero no hay justificación.
“Por otro lado, la temporada en Japón había sido larga y esos torneos son muy cortos: seis juegos de pelota en los que mínimamente debes ganar tres para que compenses.
“El pícher saldrá tres o cuatro veces, si acaso, pero en esos torneos cortos, si no llegas con la forma física y mental requerida, por mucha calidad que tengas no rendirás. No batearás ni lucirás como debes.
“Entonces, te empiezas a preguntar si estás mal. Y no es que estés mal, sino que es un proceso que ya te cansó, el ritmo agotador de la temporada entera.
“Recuerdo que hubo un Panamericano en el que me sacaron cuando yo estaba dando strikes, muy similar a mis ponches en Japón, como decimos. Fui a hacer lo mismo que en Japón. Y lo hice. Pero no siempre pasa así.
“Cuando terminas una temporada de ciento y pico de juegos y viene un evento internacional, te lo sientes. Pasó en el Clásico, muchos jugadores no estaban en forma deportiva y no batearon.
“Y no es que no sirvan. Nada de eso. Hay pasos. Por mucha calidad que tengas, es complicado explicar lo que pasa. Es parte de las propias fases del entrenamiento deportivo. Tal vez los aficionados no entienden, pero el que sepa de béisbol comprenderá lo que le estoy diciendo.
“Si vas a hacer una selección a un Clásico Mundial o un Premier 12, deberías, por lo menos, ya sea en Cuba, México o República Dominicana, reunir a todos los muchachos, excepto los que estén en contratos, que no son muchos.
“Esos, que terminan en una fecha determinada, que se incorporen luego. Al resto si deberías tenerlos en un lado para que puedan relacionarse, ya sea con la dirección o entre ellos, y que conozcan lo que se quiere”.
Yo vi que durante el Premier 12 anotabas en una libreta. ¿Ustedes llegaron sin estudios de contrarios?
–Yo hice el mío, por ejemplo. Le dije al equipo que hacía falta que me ayudara en eso y antes de ver lo que tenía yo mismo me puse.
“No sé si la dirección llevó su estudio o no. Habrá tenido algunas nociones, sobre todo de la velocidad de los pícheres, que tiraban 99 millas, por ejemplo. Pero, cosas como ‘tiende a tirar en 2 y 0 recta’, eso no lo vi.
“O ‘acostumbra con gente en base a tirar más rompimiento’, eso tampoco. O ‘cuando tiene hombre en tercera base en posición anotadora, no tira para afuera’… O sea, que tú conocieras ya, por ejemplo, por dónde viene este pícher. Eso nadie me lo dio.
“En cambio, en Japón sí lo hacen. Vienen con un estudio completo. Ven videos, buscan en Google y analizan juegos. Por ejemplo, un turno de bateador con corredor en base, uno sin corredor en base, y por ahí sacan un porcentaje o la ficha técnica. Y pueden equivocarse, pero se equivocan poco.
“Pasó en los juegos de Cuba contra Japón en el Premier. A ellos primero se les hizo difícil, pero después se dieron cuenta de que el primer picheo era recta y que después todos eran rompientes. Y así hacían lo suyo”.
¿Qué representó para ti lanzarle al mismo Japón?
–Nada, normal, como a otro equipo.
¿Conocías a algunos jugadores?
–A casi todos. Jugué con ellos y de cierta manera me conocen. Y yo a ellos. Hay un respeto. Cuando estás jugando hay emoción, claro. Pero lo demás, normal.
¿El Premier 12 lo viste con bastante nivel?
–Sí, había buenos equipos, como los de Corea, Taipéi, China, Japón… Los japoneses estaban fuertes, aunque no llevaron a los mejores jugadores. Pero sí, me gustó el nivel de modo general.
¿Y cómo fue la experiencia del Clásico?
–El Clásico fue bonito, porque al principio estábamos perdiendo y de repente empezamos a ganar. Ganamos en Taipéi, luego fuimos para Japón, logramos la victoria. Después de ir para Estados Unidos no pudimos ganar, pero ha sido lo mejor que me ha pasado en mi carrera después de la Serie del Caribe, en 2015.
Liván Moinelo goza de muy buen control. Foto: Béisbol japonés
¿Abridor o relevista?
Moinelo regresa al montículo. Miles de espectadores están pendientes de cada uno de sus movimientos. Lanza la serpentina. Es pura concentración. Vista al frente, coloca cada strike y saca dividendos de su hermético control.
¿Te gusta más ser abridor que relevista?
–Me gusta cumplir con lo que me manden. Llevaba en Japón unos siete años como relevo y entre los miembros del equipo coincidimos en que, por la lesión que tuve y teniendo en cuenta que allá se viaja mucho, lo mejor sería que fuera abridor.
“También por la edad. En diciembre cumpliré 30 años. De forma general, estaré más tranquilo como abridor. Menos viajes.
“Es que durante la liga se viaja mucho en el mismo Japón. Es avión para aquí y para allá. Recuerdo que siendo relevista viajaba todos los juegos; en cambio, como abridor lo hago cada seis días. Hay más tiempo para la recuperación y el descanso. Pero me gustan las dos funciones.
“Cuando estaba en la categoría 15-16 años lo que hacía era abrir, no relevaba. Mucha gente se asombra de que sea abridor, pero antes era abridor, no relevista.
“El cambio para abridor ha sido bueno. Veremos cómo me va este año. A veces, tienes una temporada buena y después viene un bajón. Entonces, trataré de mantenerme. Si gané 11 juegos, buscaré ahora 14. Intentaré continuar en la élite para estar entre los mejores abridores en Japón».
Y en cuanto a preparación, ¿cambiaste tu rutina para asumir un rol y después el otro?
–Sí, se entrena más. Se tiene que descansar más y con ello la rutina cambia. Las comidas no son iguales y las horas de sueño, tampoco.
“Por ejemplo, cuando era relevista hacía pesas hoy y picheaba mañana. Como abridor, eso cambia. Debes hacer ejercicio con más peso. También hay más descanso.
“Cambia la capacidad, porque tienes que durar más sobre el box. Ya no es un inning. Yo antes iba al gimnasio y me comía las pesas. Ahora no, hay más peso y repetición. Eso es para buscar capacidad, para no perder la velocidad.
“Y lo otro es que cambian los lanzamientos. Tienes que tirar más. Antes eran 30 hoy, 20 mañana y cinco o 10 pasado mañana. Ahora tengo que hacer más de 100 en un día.
“Y no solamente más de 100, son más de 100 casi a la misma velocidad. No puedes bajar nada, porque ahí todo el mundo batea. Ahí cada equipo no es cualquier equipo, el noveno bate puede darte un jonrón”.
Moinelo es ahora abridor en Japón. Foto: Yuhki Ohboshi.
¿Cómo se preparan los lanzadores en Japón?
En la ciudad Fukuoka, a unos 1 100 km de Tokio, Moinelo ha encontrado también su hogar. Considerada la cuna de la civilización nipona, la urbe ha sido testigo de los progresos del lanzador, adaptado ya al nuevo entorno.
“Para la liga, se entrena de forma intensa dos meses antes. No obstante, cuando llegamos allí, los latinos llevamos una base para no llegar en cero. Se trabaja bastante sobre el control.
“Te ponen el menú de las carreras que tienes que hacer, los abdominales, pero ya la otra parte te toca a ti. Hacemos muchas cosas solos. Me refiero a la técnica. Si para mejorar tu mecánica debes hacer ejercicios de coordinación, eso te corresponde a ti. Ahí no andan chequeando como hacen los entrenadores en Cuba.
“En el gimnasio hay una persona pendiente para ver los ejercicios que haces, pero no para decirte nada o rectificarte. Todo es muy independiente. Es como si fuéramos nuestros propios entrenadores. Y como yo llevo siete años, no me dicen nada”.
¿Los lanzadores son prácticamente sus entrenadores?
–Sí, tienes que organizar tu cuerpo e ir viendo tú mismo las cargas de entrenamiento. Sí hay un entrenador que te pone la rutina a cumplir durante el día.
“Te dice, por ejemplo, ‘hoy tienes que correr 100 metros, tienes que hacer este peso, tienes que hacer dumbbells, velocidades, saltos y tantos ejercicios abdominales’. Eso es un plan o menú que debes cumplir todos los días, pero va cambiando. Es la única guía que hay.
“Ese profesor no chequea si haces el menú o no. Su tarea es ponértelo, como mismo se lo asigna a unos 20 pícheres. El está ahí. Si lo hiciste bien, perfecto, y si no, también.
“Entonces, tienes que ir organizando, viendo tú mismo las cargas de entrenamiento que te van dando. Pero a pesar de todo, es fuerte la preparación”.
–Tienes que ir al espejo, revisarte, analizarte, ver videos, porque los métodos de ellos son un poco arcaicos. Como eres profesional, nadie está para corregirte. Para enseñar están los entrenadores de la escuela.
“Lo que te dicen es algo básico: ‘Trata de pensar que no estás dando strike, de cerrar más, te estás abriendo aquí’. A ese nivel, el pícher no tiene problemas de mecánica, y si los tiene, es consciente de ello. Hay veces, cuando doy bolas, les cuento lo que me pasa. Les digo, ‘todo está muy bonito, pero lo que les pregunto es cómo yo lo soluciono’. Y resulta que no tienen ejercicios para ello.
“Ellos jugaron hace años, están un poco desactualizados, no saben de tecnología y ni andan con el telefonito. Esos son los entrenadores, pero hay otros especialistas que usualmente están sentados en las gradas, que andan con una computadora y van al terreno, que sí saben del béisbol moderno y te van diciendo.
“Hay un aparato que ellos te ponen, que son como electrodos. Te lo colocan y tú lanzas. Eso te estudia la mecánica y te muestra todo lo que tienes o casi todo lo que tienes que mejorar.
“Es como lo que hacen en las películas para coger los movimientos de la persona y llevarlos a la computadora. Y cuando esa máquina envía a la computadora, te ves como si fueran unos palitos y te va mostrando si está bajo el codo, por dónde pasó la bola, el ángulo… Si la muñeca está bien colocada en función de que tires duro, subas la velocidad o mejores la eficiencia. El cuerpo es como un carro, mientras más aceleres, más te vas a cansar.
“En ese proceso, el entrenador va al lado tuyo. El está mirando contigo el resultado que muestra el aparato y ya tú te encargas. Pero no es como en Cuba, que te caen arriba. Eso allá no se usa, es exagerado. Ya tú eres profesional, cobras por eso.
“Es un deporte, pero es un trabajo. No importa si das más o menos jonrones”.
Tu estabas bateando también…
–Sí. Y te puedo asegurar que si hubiera sido bateador, hubiera sido bueno también. Antes también bateaba. En las categorías pequeñas, batear es lo que más hacía.
“Pero como en Pinar había muchos bateadores en ese entonces, por donde más uno podía entrar era por pícher. Yo era flaquito y un flaquito no da jonrones. Y ahora tal vez sí suba la pelota para arriba y los dé.
¿En qué se diferencia el béisbol japonés del nuestro?
–Uno mejora si la liga mejora. Yo llegué allá tirando recta y curva y cambio. Lo básico, lo que te enseñan aquí, el abecé del lanzador. Hoy tiro cinco picheos, porque la liga misma te obliga a mejorar.
“Y si llegas con eso mismo el año que viene, cogerás tus siete u ocho jonrones. Hay que evolucionar”.
Entonces, ¿qué lanzamientos has incorporado?
–Recta, slider, cutter, cambio y curva. Pero te tiro dos cambios diferentes.
¿Y cómo anda la curva de Moinelo?
–Está ahí. Esa no se ha ído.
Es natural, ¿no?
–Esa no se ha ido y no quiero que se vaya. Por ejemplo, si yo vengo a jugar acá, debe cambiar algo de mí, porque al final el nivel va a bajar. Y ya tú vas a estar a ese nivel.
“Me pasa cuando juego liga menor. No tiro duro y siempre me hacen dos, tres carreras”.
¿Será que no es la misma presión?
–Puede ser, pero el nivel es un poquito más bajo. Los bateadores no batean rompimiento, velocidad, o tú quieres tirarle recta nada más o cosas así. A veces, lo tomas para practicar. No importa que te den línea o jonrón. Solamente es eso.
¿Por indicación del entrenador?
–No. Eso lo hago yo. A veces, digo: ‘déjame practicar la recta adentro, o ver si la tengo, no importa el conteo’. Eso va en la liga. Si está floja, no tienes exigencia.
Has ganado peso y todo. ¿Tus resultados se deben a eso?
–Puede ser que sí. O no. Llegué a Japón pesando como 69 kilos. El segundo año, aumenté a 71; el tercero, a 74, y lo más que llegué a pesar en esos siete años fueron 78 o 77 kilos.
“Pero tiraba durísimo. Ahora mismo estoy pesando como 85 u 84, pero ya es otro trabajo. Tuve que coger más peso y grasa, para durar ocho o nueve innings.
“Puede ser que los resultados se den por el esfuerzo y la dedicación. Y las condicionas también. Hay pelotas, un gimnasio disponible para ti las 24 horas. Están la alimentación, el descanso. Tampoco se está preocupado por nada, solamente por jugar pelota”.
Moinelo cumplirá 30 años en diciembre próximo. Foto: Angelica Arce Montero/Cubadebate.
¿Has pensado alguna vez en la MLB?
–Claro, quién no quiere jugar en Grandes Ligas. Todo el mundo lo desea. En Japón me preguntan que por qué no voy, o si quiero ir para allá. Y a veces me dicen que puedo.
“Veo que los mismos que están jugando conmigo en Japón se van y juegan allá. Ojalá algún día pueda jugar y que no sea tan tarde. Ya voy a cumplir 30 años, cuando tenga 38 años estaré para retiro”.
¿Crees que hay mucha diferencia entre las ligas japonesas y las americanas?
–Yo he hablado con peloteros que han jugado allá. La diferencia está en que, me dicen, en Japón se ponchan menos los jugadores, mientras que en Grandes Ligas se conecta el doble o el triple de los jonrones que se dan en Japón y los jugadores son más de fuerza.
“En Japón son más de contacto, tienen fuerza, pero no como en Estados Unidos, que son más de pegarle a la pelota. Lo que no tiene uno, lo tiene el otro.
“Lo que sí te puedo decir es que los lanzadores japoneses van para Estados Unidos y triunfan, porque tienen buenos picheos rompientes. Con los bateadores no es tan así.
“He visto más a los pícheres sobresalir. A los bateadores les cuesta un poquito más de trabajo, porque allá se tira más duro, se ataca más, se pichea más adentro. Entonces, se le hace más fácil al lanzador que va para MLB, porque puede dar más ponches. Para el bateador es distinto. Es bueno el de Japón, pero en Grandes Ligas son más competitivos. Hay más jugadores, no solamente latinos, sino del mundo entero”.
El éxito del béisbol de Japón dicen que está en el entrenamiento. ¿Qué crees?
–Sí. El rigor de los entrenamientos es de ellos nada más. Eso no lleva discusión.
¿Cómo latino cumples la rutina que hacen ellos?
–Es una rutina que varía, pero yo no tengo que cumplirla estrictamente. Ellos están impuestos a eso desde edades tempranas, yo no.
¿Cuál es el régimen de entrenamiento normal si eres un pelotero que nace en Japón?
–Depende. Si eres de menor edad, por ejemplo, el rigor es duro. Los chamaquitos tienen que entrenar hasta el cansancio. El que es torpedero, tiene que coger una caja de pelotas. Y si fallas, al otro día tienes que coger esa caja de pelotas y moverte para aquí y para allá. He visto desmayos y todo.
Liván Moinelo, líder en efectividad en la Liga profesional japonesa. Foto: Kyodo / Archivo
¿Y los japoneses tienen mucho fanatismo por el béisbol?
–Sí. Pregunté una vez cuáles son los deportes insignes; la gente me habla del sumo, pero en la práctica me dicen que es el béisbol. Y eso se aprecia claramente. Es un show.
“Puede ser viernes, sábado, domingo, la una de la tarde, de noche, y se llena el estadio. Hay sol, pero va mucha gente.
“Y siempre están presentes el béisbol y sus jugadores. Pasa una guagua y hay un cartel tuyo, hay una revista y ahí estás tú. Vas a un edificio y hay una pancarta, te aclaman en la ciudad donde vives o apareces en comerciales”.
Yo he visto que los niños te piden autógrafos.
–Sí, y a veces quieren tener el mismo guante mío y se mandan a hacer uno. Parece que los niños piensan que teniendo esos guantes van a tirar la curva como yo, o van a pichear como yo. Es una locura lo de los fanáticos. No solamente en Fukuoka. Es en todo Japón.
¿Ya has aprendido el idioma japonés?
–Te puedo asegurar que he aprendido un poco más de lo básico. Hablando estoy como a un 70%, pero escuchando más. Lo entiendo casi todo. Normalmente, no hablas tanto como lo que escuchas, es todo el tiempo oyendo a los japoneses, al entrenador, al traductor, hablando japonés. El oído se te adapta al nuevo idioma.
¿Y te atraen rasgos de la cultura japonesa?
–Sí, todo. La limpieza que tienen, la disciplina. Japón es como una burbuja. Son ellos y no les interesa mucho lo que pase afuera de ese domo. Son muy de ellos y defienden mucho sus raíces, hasta su béisbol. No tienen el equipo entero de latinos. Ellos permiten hasta cuatro, no va a haber 10 ni nada de eso. Su fundamento es que su liga se ponga fuerte, pero que se desarrolle el talento nacional también.
¿Cómo te captaron?
–Él después me hizo la historia. Me venía viendo desde la Serie del Caribe, en Puerto Rico, 2015. Después en la liga Can-Am. Luego, me siguió en otra Serie Caribe, en República Dominicana.
“Posteriormente, vino el Clásico de 2017. Ellos no miran un turno al bate ni dos, ellos miran a un jugador durante un año. Yo tenía 19 años cuando aquello. Iba en ascenso tal vez para él, y él me iba viendo. Hasta que llegó el punto de que me dijo: ‘Tenemos intención de llevarte para allá, ¿te gusta Japón?’. Te hacen preguntas serias.
“Parece que vio que tenía el físico, la flexibilidad. Miden muchos puntos, no solamente tirar duro. Que seas flexible, que tengas coordinación, que tengas fluidez a la hora de tirar pelotas. Tienen vista para eso también”.
¿Cuántos años más piensas estar en Japón?
–Firmé ahora por cuatro años, pero después de eso, no sé. Ojalá pueda jugar tres años más. Hay que aprovechar también la vida familiar.
Liván Moinelo. Foto: Halcones del Softbank
Curva por dentro: Inicios de Moinelo
Tú empezaste tirando 89, 90, 92 millas…
–Tiraba como 87. Antes de consolidarme en Japón, llegué a tirar en algunos eventos internacionales como el Clásico unas 91 millas contra China. Después gané más millas.
¿Y por qué crees que hay tan pocos zurdos en el béisbol cubano?
–Puede ser porque ahora mismo no se practica el béisbol. Ves a un grupo de niños y tal vez hay 200, pero de esos solamente cinco quieren jugar béisbol. Antes veía jugar béisbol en cualquier estadio o terreno. Eso se ha perdido. Lo otro es que no van a captar a los muchachos a los lugares.
Por ejemplo, ¿cómo llegaste tú? ¿Tu mamá te llevó o fueron a buscarte?
–Me llevó a un terreno en el kilómetro seis de la carretera a San Juan y Martínez. Ahí había un área. La captación la hicieron diciendo ‘vengan para acá todos los que quieran jugar béisbol’.
“Ahí fueron el que no quería jugar, pero se presentó por obligación de la familia, y el que sí quería, o el que fue por diversión y luego le gustó y siguió su vida entera en el beisbol… En esa convocatoria empecé yo.
“Recuerdo que quería coger un guante y me dijeron que no, que lo primero era el abecé, estirarse, la práctica de muchos elementos que requieren disciplina igual.
“Y respecto a lo que habíamos hablado antes, hay muchos que son zurdos y no quieren jugar béisbol ahora mismo, porque ven que casi no se juega pelota y porque quieren jugar fútbol. Con una pelota de fútbol y dos palos haces una portería, tiras y ya.
“Pero el béisbol no, el béisbol es de guantes, pelota, bate, mascota…. Hacen falta muchas cosas”.
¿Alguien de tu familia había sido deportista?
–Mi abuelo, mi papá y mi tío habían jugado béisbol. Lo que sí nunca me ha faltado es el apoyo de mis padres. Y aunque mi mamá Leonor Pita nunca fue deportista, sin ella Moinelo no fuera el mismo.
¿Y a ti te nació o fue porque a tu papá le gustaba?
–Fue algo que surgió. Creo que el difunto Ciprián me vio haciendo un movimiento un día o fue que me vio tumbando una naranja y le dijo a mi familia que me llevara a su área. Lo hicieron y así empecé.
“Siempre me fugaba para la laguna, a pescar. Ciprián me iba a buscar, pero poco a poco me fue llegando el amor por el béisbol. Y aquí estoy».
Y pasaste a la EIDE, ¿no?
–Sí, de trabajar con Ciprián pasé a la EIDE. El primer día, nos mandaron a estirarnos en la canchas de la EIDE, donde había unos tubos. Estábamos chiquiticos y había la creencia de que si tú te estiras para abajo, creces.
“Medía 1.54 o 1.55, con 13 años. Y muchos niños estaban grandes. De todos modos, no me desanimé y hacía ese ejercicio dos o tres veces al día durante un tiempo. De repente, se cumplió el mito y crecí.
“Hoy no sé si fue algo nato de mi crecimiento, si me iba a estirar como fuera o sucedió por aquellos ejercicios”.
Vegueros de Pinar del Río triunfa en la Serie del Caribe de San Juan, Puerto Rico. Foto: Ricardo López Hevia.
Entonces, tu primer gran resultado en la Serie 53 con el triunfo de Pinar del Río…
–No, fue en la Serie del Caribe de 2015. No te digo la 53, porque no picheé tanto, pero igual fui campeón nacional ese año. Venía a pichear cuando le tocaba a los zurdos. O sea, trabajaba un inning, porque venían dos zurdos y un derecho y me ponían por estrategia. Eso fue en 2014, pero en 2015 en la Serie del Caribe sí tuve salidas de peso.
¿Tenías algún referente de niño, algún pelotero que admirabas?
–Jugaba como todo el mundo. Me ponía a jugar con una tapita y la tiraba para el techo. Decía, por ejemplo, ‘es Freddy Asiel, es fulano’. Y luego hice equipo con Freddy en la Serie del Caribe.
“No seguía a nadie en específico. Venían a batear Donal, Casola, y yo los imitaba. Y así».
¿Cuáles entrenadores han sido fundamentales en tu carrera?
–Han sido muchos, cada cual aportó su granito de arena, pero ahora recuerdo más al difunto Ciprián Padrón, que fue mi entrenador en el área, que nos seguía a todos lados.
¿Y qué representan los Vegueros de Pinar Río?
–Es mi equipo, el de los pativerdes, mis muchachos. Quiero volver a jugar con ellos. Siempre estoy listo para eso; a veces no puedo por los mismos contratos, te exigen mucho. Para mí, jugar con Pinar es lo máximo.
¿Con qué compañeros tienes afinidad?
–Con todos los del equipo Cuba me llevo bien. He hecho muy buenas relaciones con Despaigne,Gracial, que han jugado conmigo en Japón. Pero también me vienen a la mente Raydel Martínez, Frank Abel, Isbel Hernández, Castañeda Torres…
Para cerrar esta parte técnica, ¿qué recomiendas a los zurdos?
–Que entrenen. No solamente a los zurdos, a los derechos también. Y que lo hagan con disciplina, dedicación y esfuerzo. A veces, entrenas y no tienes pasión. A mí no me gusta entrenar, pero lo hago porque me da un beneficio. Que se preparen mucho y sean constantes.
“Y es necesario entrenar para el control, esencial en un zurdo. Un zurdo con control se hace difícil. Hubo un pícher zurdo que ya se retiró, que tiraba 88, 89, 90 millas, pero tenia buen control e inteligencia. El control fue lo que lo llevó al éxito, igual que a mí. La gente dice que la curva, pero el control ha sido la esencia”.
Moinelo junto a su familia. Foto: Cortesía del entrevistado.
La familia: La inspiración de Moinelo
Liván Moinelo y Bronia Mariño tienen una relación desde 2012. Juntos han creado una familia. Sus hijos Brianna, de ocho años y Thiago, de seis, hacen que sean más bonitos sus días.
¿Qué ha sido para ti este reto durante todos estos años? ¿Cómo has equilibrado la pelota con la familia?
–Ha sido difícil. Aunque, con el tiempo, ya podemos vernos seis meses durante el año, porque yo estoy tres meses en Cuba de vacaciones y mi esposa y mis hijos vienen otros tres meses a Japón.
“Por ejemplo, cuando estoy aquí trato de salir con ellos el fin de semana, y en Japón hago lo mismo cuando no hay juegos.
“Pero fue un poquito difícil, sobre todo al principio. Cuando me fui, la niña estaba muy chiquita. Hablaba por videollamada con ella. Cuando llegué a Cuba no quería quedarse conmigo, porque hacía rato que no me veía. Cosas así que tuvimos que superar.
“Ya el tiempo ha pasado, los niños han crecido. Pero ese tiempo no lo recuperas. Por eso, trato de estar aquí; estar con ellos también en Japón. Ya te había dicho, pasamos juntos seis meses al año”.
Bronia de vacaciones en Japón junto a su pequeña Brianna. Foto: Cortesía de Bronia Mariño.
¿Por fin de cuánto es el contrato de Moinelo actualmente?
–Ha salido por todos lados. Ahora firmé 26 millones por cuatro años, pero por cosas internas del club casi nunca esos contratos dicen lo que es; por lo general, es un poco más.
“No sé por qué se maneja así, pero el que cobra cinco millones son siete; el de ocho, son nueve; el de 10, gana 12. Y no tienes que pagarle a Cuba de ese dinero, sino que el impuesto te lo aplica el país con que firmaste. Por ejemplo, los tres primeros años hay que pagarle 15%, después el 20%. El porciento de Cuba se lo tiene que dar el club, no tú”.
¿Cómo has podido lidiar con la fama y el repunte financiero?
–Me gusta ser así. Me considero bastante guajiro como para que por unos millones cambie mi forma de ser. El que cambia es porque siempre fue así y lo tenía dentro. Disfruto compartir con mi familia, mis compañeros de equipo, con la gente del barrio. Es mi esencia.
El pinareño Liván Moinelo se consagró en 2024 como abridor estelar del club Halcones de SoftBank. El zurdo discutió la final del torneo. A su vez, se acreditó el liderazgo en efectividad dentro de la propia competición (1.88), encabezando la Liga del Pacífico. Mereció así ser el atleta cubano más destacado en contrato del 2024.
Moinelo, zurdo de lujo de la pelota cubana. Foto: Inder.
“El éxito se debe a que me preparé bien, tanto física como mentalmente; al esfuerzo y al estudio de contrarios. No lo tomé como un juego. Salí a divertirme, porque al final ser abridor a ese nivel era algo nuevo para mí. De cierta manera, empecé a coger un poquito de experiencia de los seis o siete abridores del equipo y empecé a adaptarlas a mí.
“Hacía un poco más de coordinación, menos resistencia, trabajaba con la bicicleta… Cosas así. Ahora tengo entre mis metas ganar el premio Eiji Sawamura, concedido al mejor pícher de la liga japonesa. Es difícil, pero no imposible.
“Al igual que pienso ganar 13 o 14 juegos y ser de nuevo el lanzador más destacado del Pacífico. Eso lo disfruté mucho, sobre todo al tener el primer año como abridor profesional y terminar con ese resultado”.
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