«No más confinamientos de mierda, dejemos que los cuerpos se apilen por miles», es la frase impactante que el premier británico, Boris Johnson, habría pronunciado durante una reunión gubernamental en octubre pasado, antes de rendirse meses después a la necesidad de imponer un tercer bloqueo nacional por la propagación de la denominada variante británica del Covid-19.
Lo sostienen fuentes citadas por el Daily Mail y la BBC en medio del escándalo de las «filtraciones» que trascendieron en estos días repetidamente desde los entornos de Downing Street en el contexto de la venganza jurada al líder Tory por su ex asesor número uno Dominic Cummings y cerebro de la campaña a favor del Brexit en 2016, exonerado en noviembre. Palabras que el premier desmintió, desestimando las presuntas revelaciones como «total basura» e insistiendo por el contrario en que los encierros y «la disciplina de los británicos» contribuyeron de manera decisiva -junto a las vacunas- a llevar las infecciones e ingresos hospitalarios de Covid al mínimo en el Reino.
Pero que el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, lo dio por sentado diciendo que estaba «atónito». Y lo que llevó al líder del grupo de los activistas independentistas de los Municipios del SNP escocés, Ian Blackford, a desafiar al primer ministro a comparecer en el Parlamento: «Estos son comentarios abominables -tuiteó Blackford-, si fueran ciertos Boris Johnson tendría el deber de dimitir».
«No es cierto, ha sido categóricamente negado por prácticamente todo el mundo», afirmó por su parte el ministro de Defensa, Ben Wallace, al canal Sky News: .
A diez días de unas elecciones municipales y regionales claves para los conservadores, estas afirmaciones se suman a un escándalo político de cabildeo en el gobierno y a una controversia sobre la financiación de la renovación del apartamento de Johnson, según Cummings con dinero de donaciones al Partido Conservador.