Los cubanos no hablamos de béisbol, lo de nosotros es LA PELOTA, esa que cualquier nacido en esta isla, sin importar el sexo jugó por primera vez con primos y vecinos en la calle del barrio, allí donde los más diversos objetos (tablas, tubos, raquetas…) fueron bate y retazos de tela fuertemente amarrados, casi siempre con complicidad de algún adulto, se convirtieron en pelota.
El portal de Rosa, la reja de Pepe y la escalera de Tita eran las bases; el tiempo fuera estaba marcado por el tránsito vehicular y peatonal, la peor falta era que la pelota cayera en el patio de la «vieja insoportable», que incluso dependiendo de su maldad podía hasta negarse rotundamente a devolverla, más de una vez esos encuentros arrabaleros terminaban en reyerta, al día siguiente los implicados no recordaban el intercambio de golpes y volvían por sus compañeros de equipo a declarar bola viva y reinicio del juego.
A veces había algún afortunado propietario de bate, guantes y pelota, ese sin importar sus destrezas estaría convocado, aunque se proclamara «este out no vale» , porque disponer de esos implementos llevaba el juego infantil al plano «profesional» y hasta podían sentirse aupados por el griterío de las gradas en que definían un partido clave, con batazo, fildeo o lanzamiento.
Ese amor por el que indudablemente es el deporte nacional reverdeció este año en Pinar del Río y ahora cuando nuestros Vegueros van cuesta arriba en la final a muchos la desmemoria los domina, como si la alegría de las victorias acumuladas a lo largo de la serie ya no las hubiesen vivido.
Se les fue el recuerdo de la mala palabra gritada con euforia desde las gradas para celebrar jugadas excepcionales, el enojo por aquella que parecía ser y no fue o incluso para cuestionar a árbitros y contrarios.
Olvidaron los vítores y aplausos que ganaron los pativerdes dejándose el pellejo en el terreno, la esperanza que sembraron entre fanáticos, seguidores y hasta escépticos.
Queremos la victoria y el triunfo en el campeonato, claro que sí, pero ya tenemos al mejor equipo de la edición 63 de la Serie Nacional de Béisbol, al que llevó de nuevo al Capitán San Luis a llenos plenos, el que no dejó espacios libres en «la lomita» y colocó las definiciones de cada partido entre los temas cotidianos de conversación.
Contamos con un team alrededor del cual se nuclearon viejos, jóvenes y niños, los que han vuelto a llevar el juego de barrio a las calles y se han convertido en referentes para los que mañana defenderán la camiseta de Vegueros.
Hay cosas que no caben en un trofeo ni dependen de tenerlo en una vitrina, si algo ganaron este año esos peloteros es el derecho a la confianza y a que se les de el voto de que puedan ser capaces de incendiar el bosque de los leñadores, porque el tabaco todavía no está apagado y si esa llama no prende, seamos agradecidos, recordemos todos los placeres que disfrutamos rodeados del aroma de ese excelente habano que ha sido nuestro equipo esta temporada. Gracias Vegueros.