Lejos de aquí, en la ciudad, hay artistas que también caminan sobre zancos. Reinel Lázaro Rojas los ha visto alguna que otra vez, rodeados de gente que los mira con el mismo asombro con que, de niño, él seguía a aquellos hombres que parecían gigantes entre las vegas de tabaco.
«Esta es una tradición que tiene más de cien años», dice.
Ante nosotros, el campo que al final del día estará cubierto de tela, como bajo un gran mosquitero. Algo más o menos así es el principio del tabaco tapado, el más complejo de cuantos se cultivan, debido a todos los cuidados que demandan sus hojas para convertirse en capas, tras un largo proceso agrícola y otro industrial.
Durante la actual campaña, unas 760 hectáreas han sido plantadas en Pinar del Río bajo esa modalidad. Todas combinando la ciencia con prácticas ancestrales, como el uso de los zanqueros, para cubrir las plantaciones con una tela que reduce en alrededor de un 33 % la radiación solar y hace que las hojas crezcan más y sean más finas.
Reinel Lázaro Rojas cuenta que en otros sitios han buscado nuevas fórmulas para lograr esto, cosiendo la tela a alambres muy largos, izándola y usando pequeñas escaleras para clavar los tendales a los postes ubicados a 12 varas de distancia (alrededor de diez metros) dentro de la plantación.
Pero en las vegas pinareñas este proceso se sigue haciendo a la vieja usanza, en lo que sin duda constituye un espectáculo llamativo e inusual. «Es que así resulta mucho más cómodo», afirma Reinel Lázaro Rojas.
Con 15 hectáreas repartidas entre las zonas de Cuba Nueva y el kilómetro seis de la carretera a La Coloma, este joven es en la actualidad el mayor productor de tabaco tapado de Pinar del Río.
Comenzó con poco más de una hectárea en 2015, y desde entonces se ha estado ampliando campaña tras campaña, a base de mucho empeño y de toda la experiencia heredada de su padre y de su abuelo.
A sus 32 años, habla con soltura de los cuidados que demanda el cultivo, de la disciplina que debe tenerse con el riego y los fertilizantes. «En este trabajo no se puede pestañar, porque una hoja que pique un gusano es una hoja perdida», dice. Y aunque se asesora constantemente con los ingenieros, asegura que en el tabaco siguen prevaleciendo las atenciones manuales y la tradición. Entre las más interesantes y menos difundidas, admite que está la de los zancos.
El doctor en Ciencias Nelson Rodríguez López, director de la Estación Experimental del Tabaco de San Juan y Martínez, precisa que la siembra de tapado se inició en Cuba en el año 1902, por vegas del municipio pinareño de San Luis, y que el empleo de los zancos para colocar la tela sobre el entramado de postes y alambres de púas data de esa misma fecha.
«Esto es algo que se hace a una altura de 2,5 metros aproximadamente, y ahí no hay hombre que llegue», argumenta Nelson.
Los zancos ya se conocían en el país desde hacía tiempo. Los especialistas consideran que es difícil determinar con exactitud cuándo fueron introducidos en la Isla, aunque existe constancia de que eran usados al menos desde el siglo XIX, en ritos y celebraciones.
Hoy, seguramente, la mayoría de las personas los asociará con el teatro callejero, pero en las vegas de Vueltabajo cientos de hombres que intervienen en un cultivo considerado patrimonio de la cultura cubana les dan otra connotación.
Joel García Castro es uno de ellos, hace cuatro años que aprendió a usarlos y, desde entonces, pasa sobre zancos buena parte de la campaña tabacalera.
«Son días enteros subidos en esto, porque primero hay que fijar los alambres por todo el campo y luego poner la tela».
Para quienes no han visto nunca las plantaciones de tapado, Joel García explica que pueden tener entre cien y 200 metros de largo, y hasta más, y que es preciso caminarlas palmo a palmo.
Aun cuando a simple vista parece un trabajo complejo y un tanto peligroso, este joven zanquero asegura que «cuando aprendes no es difícil. Yo lo hice aquí mismo, en la vega, me los puse la primera vez y salí andando. Solo me he caído una vez, poniendo los alambres, pero no me pasó nada», recuerda.
A pesar de la destreza que ha alcanzado con el tiempo, nunca ha pensado en probar suerte en algún grupo de teatro callejero. Prefiere seguir encarnando el papel de gigante en las vegas pinareñas, donde tradición y cultura se combinan hace siglos, agrandando la mística del mejor tabaco del mundo.