En la comunidad de Silvio Caro, en Bahía Honda, se afanan los trabajadores de las comunicaciones de Pinar del Río
La brigada de línea de Yoskiel Vilaú Acosta fue la primera en llegar al poblado de Silvio Caro. Él, junto a otros cinco hombres, laboraron, desde la mañana del viernes pasado, para devolver las comunicaciones a esa comunidad enclavada al norte de Bahía Honda, justo el sitio por el que el huracán Rafael dejara el territorio cubano la tarde-noche del miércoles seis de noviembre.
“Los de ETECSA llegaron el jueves casi en la noche y se levantaron muy temprano a trabajar. Varios muchachos del pueblo los están ayudando a quitar las ramas de los árboles que quedaron sobre el tendido”, dijo Sonia Arzuaga Lebrigio, presidenta del Consejo Popular y delegada de la circunscripción 57 por 15 años.
Cuando Guerrillero visitó ese lugar, al norte de la provincia de Artemisa, el joven Elio Manuel Morales Peralta, liniero A, permanecía en lo alto de un poste. Sus compañeros, desde abajo, le daban orientaciones. Entre ellos, con una mezcla de orgullo y preocupación, estaba su padre, Elio Manuel Morales Valdés, chofer del camión y operador de la grúa.
“Imagínate cómo estoy, que ese que está ahí arriba es mi hijo”, dijo en cuanto se le acercó el equipo de prensa. Hijo de gato caza ratón, le espetamos, mientras su mirada no perdía de vista cuánto hacia el muchacho, ataviado con todos los medios de protección que exigía la tarea.
Con unos ocho años de experiencia en el sector, Morales Valdés explicó que trabajan en equipo y siempre se verifica y colegian las labores.
Desde que su hijo Elio cumplió 18 años lo acompaña, y aunque esta es su primera vez en una contingencia tras el paso de un ciclón, sabe de la responsabilidad que tiene ETECSA para devolver la vitalidad de uno de los servicios más necesarios y demandados por la población.
“En realidad prefiero ocuparme de las líneas, es más forzoso, pero me gusta y cuento con la supervisión y guía de los demás integrantes de la brigada. Además, pasé un curso de cablista, y aunque eso de usar los códigos de colores en los cables es interesante, de liniero me va mejor”, argumentó.
Muy cerca permanece Oscar Luis Malpica, otro joven liniero B, que a la par, estudia en la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, en cuarto año de Telecomunicaciones.
“Uno no está adaptado a trabajar en estas condiciones todos los días, pero los vecinos nos han ayudado: se dedican a ir quitando los árboles del medio y nos van limpiando la vía, incluso, hasta han recogido cables. Ya las actividades especializadas nos corresponden a nosotros”, expresa este muchacho, que tras pasar un curso integral está habilitado como liniero, cablista y reparador.
Yoskiel Vilaú Acosta, jefe de esta brigada de línea de Pinar del Río, declaró que delante de ellos va un especialista que diagnostica y evalúa la línea, detrás van ellos, poniendo y enderezando postes, sustituyendo cables partidos.
“Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer y la disciplina que conlleva el trabajo”, comenta. Con 15 años en las comunicaciones, Vilaú domina que el poste tiene que estar en norma para que sus linieros suban, que deben sentirse bien, con buen estado de ánimo, sin preocupaciones, “con los cinco sentidos en lo que están haciendo”, sintetizó.
Un poco más lejos, recogiendo los metros de cables, van cuesta arriba Yosbel Iglesias y José Miguel Iglesias, los otros dos integrantes de la brigada. La agreste geografía de Silvio Caro solo los hace sudar de más bajo los cascos y overoles.
No trabajan solos. Dicen que los de ETECSA , como los Eléctricos, son una gran familia. Otro equipo de Artemisa y La Habana laboraban también para dar vitalidad a las telecomunicaciones en el enclave, donde convergen los servicios de la telefonía fija y de la móvil, al estar allí la radiobase, según refirió Frank Emilio Breto, jefe de Operaciones del Centro de Telecomunicaciones de San Cristóbal, al cual se subordina este sitio.
SILVIO CARO EN RECUPERACIÓN
En Silvio Caro hay casas destruidas, ningún servicio de agua, cables y postes de electricidad en el piso. Igualmente, hay un espíritu inquebrantable por salir adelante a pesar de todo, de la contingencia energética y de las limitaciones de recursos.
En medio de las tareas de recuperación y de la falta de energía no ha faltado el vaso de agua, el café caliente y el aplauso para quienes van desde acá en gesto solidario.
Vecinos como Pedro Quintero Gómez, pinareño de nacimiento, con raíces en San Luis, son de los que empujan y dan el ejemplo en medio de los estragos causados por Rafael. Jamás los residentes de esa zona vivieron algo igual. La tarde noche del seis de noviembre dejó a unos cuantos de sus más de 2 000 habitantes sin techo, con sus bienes dispersos, rotos, mojados.
La ayuda no será la solución a sus problemas, pero sí un aliciente, que siempre contribuye a sanar.