Los que nacimos con la Revolución Cubana vivimos toda esta época y crecimos en un ambiente diría que sano, libre a pesar de penurias que acompañaron al país por muchísimas razones y sobre todo por aquella que hoy se sostiene en el tiempo más cruda, perenne, inhumana, violatoria de todo el derecho, incluso del sentido común: el bloqueo dictatorial, tiránico y único, del país más poderoso de la Tierra, el gobierno de Estados Unidos, sobre una pequeña isla que para pesar de sus verdugos sigue navegando.
Quizás para escribir lo siguiente, es que recuerdo lo anterior en este Día de los Derechos Humanos, 10 de diciembre, proclamado por las Naciones Unidas
en 1948. No creo que haya otro país, más asediado económica, comercial y financieramente que el nuestro. Recrudecido hoy a límites increíbles de persecución verdaderamente inhumanos, en los que a pesar de una pandemia que nos azota a todos se incrementa la violación del derecho a la vida.
Ejemplos sobre la insistencia de socavar la vida material de los cubanos por parte de los EE.UU., sobran. Cuesta a veces imaginar que tanto poderío quiera privar a un pueblo no solo de medicamentos imprescindibles, sino también de la energía para poder producir y vivir, en un paralelismo casi raso con el genocidio. Ejemplos de cómo pretenden fracturar a la sociedad cubana, sobresalen en estos días de ”guerra blanda” y redes de sibilinas madejas, haladas desde centros de poder que manejan marionetas, asalariados y servidores en un teatro bien peligroso, signado por la incitación al desorden, la violencia y el desacato en nombre de libertades que paradójicamente han gozado, tanto, que algunos en nombre del “arte” pueden aparecer semidesnudos en el mismo corazón de La Habana.
Para ellos es la expresión del arte que, sin embargo, incomoda el intelecto de muchos cubanos, diría que de la mayoría, poco acostumbrada a tanto descomedimiento y vulgaridad para no acercarme a los ladridos de una fauna de “adalides de la libertad para Cuba” que he visto en redes y en la TV por estos días, dignos de vivir en un zoológico.
Pero caminemos con pies sólidos los hay más estudiados, gracias también a las libertades y los derechos que dio la Revolución a todos por igual, que quieren confundirnos: Hablan de la libertad de prensa y de opinión sin mencionar la necesidad de hacerlo, y de la responsabilidad que implica toda gran libertad. De la vocación personal por un pensamiento, una idea un deseo o un porvenir, como si no hubiéramos llegado a ser lo que somos porque precisamente ha existido esa libertad, de decirnos entre nosotros, en donde sea necesario, hablar lo que nos compete, lo que nos mejora, lo que nos une.
Puede que no sea perfecta, solo en el reino de los cielos, quizás, porque no lo he visto, pero sin en algún lugar, en medio de dificultades y penurias provocadas por una de las violaciones más atroces de los derechos humanos, se sigue aun repartiendo los ”panes y los peces” porque lo he
visto y disfrutado con mis propios ojos es en este país, que también quiero mejorar con los que realmente viven por él y serían capaces también de morir por él.